San Rafael, Mendoza viernes 26 de abril de 2024

Mendoza, tierra del buen vino, los megafardos… ¿y la carne?

El viñedo familiar de los Guerrero está en San Rafael, Mendoza.

El productor mendocino Diego Guerrero repasa cómo ha evolucionado la producción vitivinícola, pondera el potencial para exportar fardos de 600 kilos y sueña con que la provincia produzca más carne.

Mendoza es sinónimo de uvas y vinos (además, claro, de buenos paisajes, lagos y montañas, entre otras cosas). Pero la caída en el consumo de vinos (80% en cuatro décadas, 30% desde 2007) obligó a restructurar el negocio vitivinícola.

Las empresas han ido buscando otras actividades que les den más estabilidad y previsibilidad. Así, surgió la producción de megafardos de alfalfa para exportar. También se ha eficientizado el uso del agua con riegos por goteo y aspersión, al tiempo que se ha mecanizado la cosecha de uvas.

Así lo vive Diego Guerrero, un ingeniero agrónomo, productor familiar y asesor que lleva el legado “campero” en la sangre. “Por el lado de papá tenemos campos de cría bovina extensiva, y por el lado de mamá trabajamos frutas y viñedos”, repasó Guerrero. Habían tenido hasta hace unos años un tambo de 40 vacas en San Rafael a partir del cual producían quesos artesanales, pero lo tuvieron que cerrar.

La familia Guerrero tiene dos campos: uno de 6000 hectáreas en San Carlos, el noroeste mendocino, donde hacen una cría de monte natural en secano. El otro es un campo de 1100 hectáreas en Juan Llerena, en el centro-oeste de San Luis, también natural de monte nativo, donde se hace la cría y, cuando se puede, algo de recría con pastoreos eficientes. El viñedo familiar está en San Rafael, Mendoza.

“Las condiciones ambientales nos dan un pasto de mucha mejor calidad que el de la Pampa Húmeda porque no tenemos lluvias en la época de corte y secado, el mundo demanda alto contenido de proteína y acá lo podemos lograr”, se entusiasmó Guerrero.

“Las condiciones ambientales nos dan un pasto de mucha mejor calidad que el de la Pampa Húmeda porque no tenemos lluvias en la época de corte y secado, el mundo demanda alto contenido de proteína y acá lo podemos lograr”, se entusiasmó Guerrero.

Por fuera del negocio familiar, Guerrero asesora una finca de 40 hectáreas de alfalfa, forma parte de una empresa que exporta megafardos, y asesora unas 150 hectáreas de viñedos que han ido mecanizando parte de la cosecha.

“La caída en el consumo de vino de las últimas décadas ha complicado la actividad vitivinícola, además tenés altos costos de laboreos, de insumos e impositivos, por eso, en lo profesional opté por diversificarme a la producción de las alfalfas, que además no es tan dependiente del clima, porque se riega, las granizadas te pueden arruinar un corte pero no toda una campaña y tiene precios estables y en ascenso”, resumió Guerrero, en diálogo con Clarín Rural.

Vale recordar que a fines de los años 70 el consumo de vino en Argentina era de 88 litros por habitante por año, mientras que actualmente merodea los 20 litros, incluso en 2018 llegó a mínimos históricos perforando esa barrera. La última década cayó 10 litros. Quienes están en el negocio dicen que ahora se producen vinos de mayor calidad, pero lo cierto es que la merma asusta: cada litro perdido desde 1977 nunca más se recuperó.

Las cosechadoras permiten reducir costos y cosechar más horas, incluso de noche.

Las cosechadoras permiten reducir costos y cosechar más horas, incluso de noche.

“El derrumbe en el consumo interno se trata de amortiguar con exportaciones sobre todo a granel y más que nada a China”, contó Guerrero. Y agregó: “El fraccionado es más complicado porque tenemos que competir con países que tienen costos muchísimo más bajos, sean los europeos o los chilenos”.

Otras estrategias de la cadena ha sido aggiornarse a las necesidades de los nuevos consumidores, con propuestas de vino en lata o con menor contenido alcohólico.

Para Guerrero, también hay que propender a aprovechar los derivados de la producción de vino, como es el mosto, “tiene alto contenido azucarino y se exporta, desde el sector se promueve el uso de este azúcar de uva en bebidas gaseosas”. Actualmente, por ejemplo, se exporta a Japón para endulzar golosinas. También está la posibilidad de hacer alcoholes con orujo (la piel de la uva), así como usarlo para fertilizar en las fincas.

Riego eficiente

Mendoza es una provincia con un régimen pluviométrico que va de 150 a 400 milímetros según la zona. Las producciones se apalancan a partir del fantástico sistema de riegos y drenajes “único en el mundo” -aportó Guerrero-. Sin embargo, como las últimas campañas hay menos nieve en la cordillera y, por lo tanto, menos deshielo, una opción ha sido la eficientización de los sistemas de riego.

“Las producciones más intensivas como hortalizas o viñedos han pasado del riego por manto a riegos por goteo, y las alfalfas a pivotes por aspersión, lo que permite cuidar el recurso agua y bajar el costo de mano de obra”.

Guerrero asesora unas 150 hectáreas de viñedos que han ido mecanizando parte de la cosecha.

Guerrero asesora unas 150 hectáreas de viñedos que han ido mecanizando parte de la cosecha.

Uvas mecanizadas

Otro tema que está cambiando aceleradamente en los viñedos es la cosecha. Aparecieron hace unos años las cosechadoras que también permiten reducir costos y cosechar más horas, incluso de noche. “Hay mucha oferta de contratistas en la provincia, lo que falta es la adaptación de los viñedos, porque para ese tipo de cosecha se necesitan tipo espaldero y muchos acá están en formación de parral”, explicó el productor. Y agregó: “En Valle de Uco, donde hay viñedos más nuevos, del año 2000 en adelante, se hicieron pensando en esto y sí están más adaptados”.

Guerrero contó cómo trabajan las cosechadoras de uvas: “A diferencia de la cosecha manual, en la que se corta el racimo del árbol, la cosecha mecanizada sacude la planta y caen los granos o uvas, que van por unos cangilones a la tolva, hay que tomar los recaudos necesarios porque al momento que la uva se corta del racimo, empiezan procesos de oxidación que hay que controlar”.

Mas carne se busca

“Queremos dejar de ser fábrica de terneros para pasar a ser fábrica de carne”, se entusiasmó Guerrero. Y argumentó: “Sólo el 15% de la carne vacuna que comemos los mendocinos es de un animal terminado y faenado en la provincia”. Hoy los terneros se van a engordar a San Luis, La Pampa o Córdoba y vuelven como media res.

“Hay que ver cómo podemos hacer para terminar esos animales acá, pero es difícil porque los fletes para traer los granos nos liquidan y producirlos acá también es caro porque necesitás del riego”, contó el productor y asesor mendocino.

De todos modos, como ganaderos buscan los caminos para ampliar la oferta de carne. “Siempre hablo con mi padre que la ganadería es una actividad que demanda tecnologías de procesos, no tanto de insumos, o sea, hacer pastoreos controlados, tener campos bien apotrerados, estacionar servicios, tener buena sanidad, logística aceitada con caminos transitables, todo eso”, explicó Guerrero. Y agregó: “En nuestro campo llueven 200-300 milímetros por año, si vos no tenés todo bien aceitado, esa agua se te escurre entre los dedos, no la podés aprovechar bien”.

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Algo que están haciendo bastante para favorecer el crecimiento de pastos naturales es rolar la parte arbustiva que el animal no come, “para darle luz a las que sí come”. Otro manejo que están haciendo es el destete precoz. “Si vos tenés una finca de las que antes eran hortícolas y podés hacer algún forraje llevás esos terneros destetados con 80 kilos o tres meses de vida y con algún suplemento lo recriás bien”, contó Guerrero.

Megafardos, nuevo negocio

La alfalfa tiene una larga tradición en la producción de carne y leche en Argentina, sin embargo, hasta hace unos años, sólo se la pensaba cortada “a dientes”, o bien en pequeños fardos. Hoy, la dinámica mundial de los agronegocios, permite pensar en una producción de mega fardos en contraestación de 450 kilos para el mercado local o hasta 900 para exportar.

En Argentina, hay distintas zonas donde se presentan buenas condiciones para la producción de esta alfalfa que debe reunir ciertas características y el clima juega un papel fundamental. El norte de Córdoba es uno de los sitios, la Patagonia el otro. Los climas más bien secos le sientan bien.

“Las condiciones ambientales nos dan un pasto de mucha mejor calidad que el de la Pampa Húmeda porque no tenemos lluvias en la época de corte y secado, el mundo demanda alto contenido de proteína y acá lo podemos lograr”, se entusiasmó Guerrero.

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“Vemos una gran oportunidad, porque es un producto con un precio excelente, con una demanda que no tiene techo, y dicen que China en los próximos años, tendría capacidad para demandar todo el pasto que hoy se ofrece en el mundo”, contó Guerrero. En Mendoza muchos han empezado a producir alfalfas para megafardos en las fincas que antes eran hortícolas.

“La gente acá ha ido reconvirtiendo sus parcelas y está más tranquila con el clima, porque el granizo ya no es una amenaza tan severa, a lo sumo con la alfalfa perdés un corte, con los frutales o las uvas perdés todo un año de trabajo, incluso dos”, concluyó Guerrero.

Fuente:https://www.clarin.com/rural/mendoza-tierra-buen-vino-megafardos-carne-_0_WEuSvYXl.html

 

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