San Rafael, Mendoza viernes 19 de abril de 2024

Dormir en caja – Por:.Beatriz Genchi

Durante gran parte de nuestra historia, la privacidad a la hora de irse a la cama ha ido evolucionando enormemente. Hace siglos, las familias menos pudientes vivían en casas pequeñas, en las que solo había una o dos habitaciones que servían al mismo tiempo como sala de estar y dormitorio, compartidas por todos los miembros de la unidad familiar, incluidos los huéspedes.

Incluso en las grandes casas y palacios, no era raro que la servidumbre durmiera en la misma habitación que los dueños. Por ejemplo, tal y como relata Bill Bryson en At Home, cuando el rey Enrique V se acostó con Catalina de Valois, el chambelán y el mayordomo estaban presentes en el dormitorio. En tales circunstancias, los cortinados de las camas proporcionaban algo de privacidad. No obstante, si querías una privacidad absoluta, tenías que dormir en una cama caja.

En buena parte de las casas rurales de Escocia, Francia, algunas zonas de los Países Bajos y Reino Unido, la gente dormía en este tipo de camas, que no eran otra cosa que grandes armarios de madera con una cama dentro, con una o dos puertas que se cerraban cuando se hacía uso del mismo. Algunas de estas camas caja eran independientes; otras eran construidas en huecos y estaban unidas a la estructura de la casa. A veces, en lugar de puertas de madera, algunas camas venían equipadas con cortinas que, cuando se corrían, creaban una cabina semiprivada bastante acogedora y agradable. Además de una privacidad garantizada, las camas caja guardaban el calor corporal, manteniendo a la persona caliente durante toda la noche. Y, como eran camas normalmente usadas en las zonas rurales, podían proteger a sus huéspedes de ciertos intrusos, especialmente de los lobos y otros animales salvajes. También se ha dicho que los campesinos mantenían a sus hijos dentro de estos cajones mientras ellos salían a trabajar al campo.

De acuerdo con la Enciclopedia de Arquitectura y Muebles en Cabañas, Cortijos y Casas, publicada por primera vez en 1833, “muchas camas caja tenían uno o dos estantes que podían estar situados cerca del techo, en la parte inferior o en el respaldo. Así, el cajón también hacía las veces de armario o baúl”. Según esta misma fuente, “en algunas partes del país, las puertas de estas camas contaban con cerrojos y cerraduras para cerrarlas desde el exterior y el interior. De este modo, cuando la persona se metía en la cama, podía dormir tranquilamente con sus posesiones más valiosas al lado. Lo mismo ocurría cuando salían a trabajar, pues la cama caja se quedaba cerrada y hacía las veces de cofre o caja fuerte”.

Las camas caja se convirtieron en el mueble de moda, incluso en las casas más grandes con múltiples habitaciones y sin la necesidad apremiante de privacidad. Muchos ebanistas del s.XVIII diseñaron camas caja secretas que parecían armarios o aparadores; otras permanecían ocultas detrás de filas de estanterías y cajones. Una moda que terminó cayendo en desuso en el s. XIX, debido a la creciente preocupación por la higiene y el aire viciado. Sin embargo, en muchas partes de Escocia, la práctica de dormir en este tipo de camas continuó hasta principios del s. XX.

Gentileza:Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

 

 

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