San Rafael, Mendoza viernes 19 de abril de 2024

Sergio Ramos remata al Atlético en los penaltis y rescata otro título para el Real Madrid

 Spanish Super Cup Final - Real Madrid v Atletico MadridSergio Ramos levanta la Supercopa de España en Yeda. Convierte el penalti definitivo de la igualada final de la Supercopa de España. Courtois se impuso a Oblak en la tanda. Valverde fue expulsado en la prórroga

En los penaltis, como en Milán, y tras cruzar la prórroga de nuevo, como en las cinco finales (cinco) que han jugado Madrid y Atlético desde 2013, se decidió la nueva Supercopa de España. Cayó del lado del blanco, es decir, de Zidane, capaz de dar un título inesperado a su equipo.

El décimo que levanta. ¿Quién marcó el penalti del triunfo? No hacía falta spoilersSergio Ramos, martirio atlético. Su equipo aliña el curso con una alegría estupenda, con otro recuerdo para la sala de trofeos. Courtois, en los 11 metros, paró lo que Oblak otra vez no supo en el patíbulo. Sólo ahí no acertó, porque antes estuvo inmenso. [Narración y estadísticas: 0-0 (4-1)]

No paraba Simeone desde el pitido inicial. Voces, gestos, brazos, piernas, broncas a los suyos, al árbitro… Agota sólo mirarle. Cuesta no apiadarse del lateral de su equipo de la banda más cercana al banquillo. La que le cae. Detrás de él, la fila de jugadores no convocados y otros miembros de la expedición, con chaqueta y corbata, le acompañaban en el coro. Todo el Atlético, los del césped y los de fuera, arrancaron con el acelerador a fondo al partido, nada que ver con su primera versión de la semifinal ante el Barça o la del apático Valencia ante los blancos. La presión rojiblanca ahogaba a su rival, en líos pronto por dos cesiones de Ramos y Mendy, agobiados en la salida. En una Joao Félix tuvo la ocasión más clara de la primera parte, al recibir solo en la frontal y disparar torcido. En la otra, Morata resolvió con piscinazo sin amarilla.

Courtois detiene el lanzamiento de Thomas en la tanda definitiva.

Kroos y Modric se miraban incómodos, sin aire. Sólo encontraba algo de espacio Casemiro, pero en el horizonte no veía más que a los suyos empotrados entre las dos líneas atléticas. Valverde, la dinamo de este nuevo Madrid de Zidane, se aburría en el costado derecho, más de interior que de volante. Poco daño, porque lo suyo no es el regate corto y vertical. Arriba, Jovic, el empeño del francés en este torneo, seguía el partido con entrada vip. Ni participaba, ni la buscaba, ni se la pasaban en un Madrid muy chato. El delantero se guardaba para la segunda parte. Casemiro y Modric probaron que había portero en el marco contrario en sendos disparos lejanos, ambos con intención. Oblak atajó el balón en ambas ocasiones como si acariciara un gato, cariñoso y seguro.

Herrera y Thomas se agigantaban, aunque al Atlético, como al Madrid, le falte el filo que lucen otros de los grandes de Europa. El duelo era denso y feo, de bajo ritmo y escasa vistosidad. Lejos quedaba el recuerdo los dos primeros encuentros de la Supercopa. Sería por el vértigo que causa tener el trofeo en la banda esperando o por falta de pulmones, pero los dos equipos circulaban sin prisa ninguna, evitando al máximo las rendijas. En una se coló Casemiro para rematar fuerte un córner (rozó el larguero) y en otra, Mendy acabó trastabillado ante Oblak, que de nuevo se tumbó sobre el balón sin despeinarse el tupé.

LA IRRUPCIÓN E JOVIC

La buena presentación rojiblanca se deshizo camino de los vestuarios, ya acorazados atrás. También cómodos, pero sin la energía del comienzo. Juega muchos partidos en uno Simeone, utilizando estos tramos a cubierto para tomar oxígeno, con los riesgos que conlleva. Esta vez no tenía a Messi delante ni a Benzema, por tanto, el plan presentaba menos fisuras. Estuvo a punto de desmoronarse al comenzar el segundo periodo, gracias -sorpresa- a Jovic. El chico irrumpió como un toro, parecía otro. En cinco minutos presentó más muestrario que en el medio año que lleva en Madrid, donde apenas ha jugado, todo hay que decirlo.

En dos balones en profundidad, partió a la zaga rival por la mitad. En la primera, se quitó de encima a tres defensas mientras avanzaba hacia la portería decidido. En la repetición se vio que ni pestañeaba en la pelea. Quizá le faltó picardía para buscar algo más en esos choques. En la siguiente, lució control de los tiempos y calidad, para revolverse en un segundo, amagar dos veces, y cruzarla de zurda cerquita del palo izquierdo de Oblak. Ahí suspiró de alivio el técnico argentino, rápido a la hora de lanzar al césped a Vitolo, el futbolista que cambió la cara a los suyos ante el Barça. La respuesta de ZZ fue Rodrygo. Se movía la noche. La grada sí suspiraba en cada lance, aunque lejos del ambientazo de la semifinal del jueves. Dio el susto Ramos a esas alturas, con fea torcedura de tobillo. Perder al capitán no sería una buena noticia para los blancos camino de los minutos decisivos. Era el dueño de la puntilla.

Los jugadores del Atlético, durante la tanda.

Ya había tensión, las quejas al árbitro eran constantes. La final seguía con siete nudos, ahora ya más por el miedo a la derrota que por los corsés tácticos. El Madrid lamentó que Valverde hiciera difícil lo fácil, sólo para rematar a bocajarro casi en línea de gol, Oblak batido. Llegó el balón mordido, de otra valiente incursión de Jovic, ahora por la banda derecha, pero el uruguayo se dobló en el remate, golpeando y despejando a la vez. Manos a la cabeza, porque por entonces todos sabían del efecto que un gol podría tener. Misma reacción en el bando atlético a diez minutos para el final, por una ocasión clarísima de Morata, débil en el cara a cara ente Courtois. Zidane lanzó a Mariano a la guerra y fue Rodrygo el que la tuvo en el 90, solo en el remate dentro del área. Quedó intimidado ante el meta esloveno. El disparo viajó manso a sus manoplas. En la prórroga, tierra conocida, la cita se volvió a encoger. Los movimientos de fichas (Vinicius, Arias, Savic…) intentaban evitar lo que parecía inevitable. Courtois corrigió su propia mala salida con un despeje a la remanguillé. Y Oblak recordó que es un gigante con una doble parada a Modric y Mariano, a dos metros.

Sólo Morata encontró camino solitario hacia Courtois, pero Valverde le interceptó en merecida roja. Hizo lo que debía para garantizar, al menos, los penaltis al Madrid. No lo desaprovecharon los blancos, campeones de la Supercopa de España.

Fuente:https://www.elmundo.es/deportes/futbol/2020/01/12/5e1b87bd21efa0742c8b456f.html

 

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