A través de la Dirección de Policía y Control de Calidad del agua, lleva adelante el monitoreo estacional de verano. En lo que va de enero se han extraído muestras de Agua del Toro, Los Reyunos, El Nihuil y Valle Grande, y en las cuencas del Diamante y del Atuel. Mientras que en diciembre se realizaron controles en El Carrizal y en Potrerillos.
“Hasta el momento hemos realizado alertas sobre la proliferación de algas de mediana y baja concentración pero que no son tóxicas. Sin embargo, los constantes cambios en los niveles de embalse, las escasas precipitaciones de nieve y otros fenómenos ambientales nos dan señales que marcan que tenemos que estar alertas, capacitados constantemente y vinculados con organismos especializados en el tema, para conocer la forma eficiente de proceder y tomar decisiones responsables para prevenir problemas que afecten a la salubridad de la población y al ecosistema”, sostuvo el biólogo Adrián Atencio, perteneciente a la División Monitoreo de la Calidad del Agua en Embalses, de la Dirección de Policía y Control de Calidad de Irrigación.
¿En qué consiste?
Los trabajos de monitoreo de la calidad del agua buscan conocer los principales parámetros físico- químicos y biológicos de la calidad del agua de los embalses. Para ello, se colectan muestras y se toman mediciones, en superficie y en profundidad, de los embalses.
“Utilizamos una metodología estándar que se aplica internacionalmente. Se colectan muestras utilizando una embarcación en una escala espacial en el cuerpo de agua, en las zonas de desembocadura del río y el reservorio. Esto nos permite tener información sobre la transición entre el agua que ingresa del río y el agua almacenada”, aseguró el biólogo.
“Para tomar muestras del agua en profundidad, se utiliza un dispositivo con forma de botella de 3 litros, que se sumerge y baja en dirección al fondo del embalse. Luego se acciona desde la superficie a la capa de agua que se necesita estudiar. Mediante un mensajero que se envía a la profundidad del embalse, se cierra automático y queda atrapada el agua. Posteriormente se sube el dispositivo con el agua, sin que esta se mezcle con agua de otras capas”, afirmó Atencio.
“Luego de la colecta, el agua se almacena en envases especialmente preparados y se guarda en una conservadora para mantener la temperatura y en el laboratorio de la Subdelegación Aguas del Río Diamante. Allí se realiza el pretratamiento del agua colectada, como también las muestras bajo el microscopio óptico, para conocer en forma rápida si hay proliferación de microorganismos o microalgas que generan toxicidad”, agregó el biólogo.
El objetivo del monitoreo y control de calidad del agua de los embalses es preventivo. Busca generar una alerta temprana, la cual permite luego de identificar alguna eventualidad o parámetro a considerar. Se envía un aviso a los operadores de plantas potabilizadoras, para que cierren momentáneamente el ingreso de agua cruda y así poder evaluar la situación.
Para realizar el monitoreo se trabaja de forma conjunta con la Dirección de Recursos Naturales Renovables y la Secretaría de Ambiente de la Provincia de Mendoza, con quienes se comparte información sobre la relación entre las actividades recreativas y náuticas, y la calidad del agua en los embalses.
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