San Rafael, Mendoza viernes 19 de abril de 2024

El Dakar reta a Fernando Alonso

Fernando Alonso, con Toyota, ayer durante la primera etapa del Dakar, en Al Wajh, en Arabia Saudí.Fernando Alonso, con Toyota, ayer durante la primera etapa del Dakar, en Al Wajh, en Arabia Saudí.

El piloto asturiano se ha preparado a conciencia y con los mejores pilotos de la especialidad para el desafío de ser competitivo en el desierto. La primera etapa la termina 11º a 15 minutos

Fernando Alonso se baja de su Toyota tranquilo. Ha sido una buena etapa. No le importa (todavía) la clasificación de este Dakar 2020, en la que figura 11º; mira de soslayo a los tiempos (15 minutos le separan de la cabeza); y se fía especialmente de sus sensaciones, que le dicen que ha empezado con pie firme en Arabia Saudí. Aunque ríe lo justo y confiesa: “Yo creo que aquí no se divierte casi nadie. Todos salimos con mucha incertidumbre”. Es una de las cosas que más le atrae de la prueba, tan distinta de los Mundiales de fórmula 1 y resistencia de los que viene, pero, competitivo y ganador, también una de las cosas que le quita el sueño. “El tener por delante 300 o 400 kilómetros y no saber ni un metro de lo que va a venir es atractivo como piloto. Tienes que ir improvisando continuamente; además, el nivel de respuesta del coche es diferente a medida que avanza la etapa: salimos con 400 litros, acabamos con 50; los neumáticos responden diferente en las dunas, en la gravilla… tienes que adaptar la conducción a diferentes terrenos y condiciones de agarre”, explica. Nada que ver con rodar en un circuito cerrado, su especialidad, sobre asfalto, una y otra vez por la misma línea, clavando los tiempos. En el Dakar está fuera de su zona de confort.

“ME HE CUIDADO MENOS QUE OTRAS NAVIDADES”

A Alonso, que se dice preparado por si tiene que hacer algún apaño en su Toyota —hizo un test en Marruecos para trabajar la mecánica— le preocupa dañar el coche. Por eso se siente más preparado física que psicológicamente. No ha cambiado su preparación, pese a que el año pasado Al Attiyah perdió siete kilos. “Me dijeron que no viniese al 100%, así que en Navidad me he cuidado menos que otros años”.

Porque el objetivo de ambos es terminar. Y contemporizar. “Pasar estas primeras etapas un poco de puntillas, sin hacer excesos ni nada extraño, aprender de la carrera mientas estamos en ella”, asegura Alonso, que corrió sin correr demasiado su primera etapa dakariana. “Sé que tengo más en el bolsillo, pero no es el momento aún de sacarlo, en la segunda semana tenemos esperanzas de que la carrera esté más definida, más limpia; ahí podremos apretar”.

La expectación en torno a esta pareja es tal que el equipo ha dejado bien claro cómo y cuándo hablará la estrella, que se sitúa por detrás de una cinta para atender a los periodistas —a todos a la vez; no concederá ni una sola entrevista personal—; lo hace amablemente y se extiende en sus respuestas. Alonso ya advirtió antes de empezar la carrera que se sabe en el punto de mira. “Siempre se espera mucho de mí, mi vida es un poco estresante en ese sentido”, concedió.

Entorno protector

Quizá por eso su equipo lo protege. Quizá por eso, también, el asturiano, de 38 años, prefiere rodearse de los suyos. Refugiarse en su caravana, junto a su mano derecha, su amigo de la infancia Galle, Alberto Fernández, a quien conoce desde sus inicios en el karting, y junto a su fisioterapeuta, Edoardo Bendinelli, el exmarido de su hermana, que aquí hace las veces de fisio del resto de pilotos del equipo. Aunque junto a Galle es el responsable de que la caravana en la que dormirá y desayunará cada día el campeón del mundo llegue al campamento pertinente. Porque, pese a sus ganas de recluirse con sus amigos de siempre, Alonso se siente cómodo con la idiosincrasia del Dakar, con el día a día de dormir en la autocaravana —hace ya mucho que los mejores pilotos no duermen en tiendas de campaña— o cenar con el resto del equipo. “Me gusta el ambiente aquí, ver cómo trabajan en el coche, ducha, cena y ponerme en modo ahorro de energía”, cuenta.

El corredor, que no ha parado de ponerse retos desde que dejó la fórmula 1 —se le resisten las 500 millas de Indianápolis—, se siente preparado para acercarse al top 10 en el rally más duro y popular del mundo. Hace ya año y medio que a Glyn Hall, director del equipo Toyota, le pidieron opinión. ¿Veía a Alonso en el Dakar? ¿Podría Toyota ayudarle a ser competitivo como hizo antes con Giniel de Villiers, otro piloto que venía del asfalto? Hall lo tuvo claro. “Lo primero que tenía que hacer era probar el coche, así se lo dije nada más terminar el Dakar del año pasado”, concede. Y se lo llevó a su país de origen, Sudáfrica, y allí, en el desierto, De Villiers le mostró el camino.

“Después de aquella primera prueba ya teníamos claro que Fernando tenía las cualidades que se necesitan para esto. Además, tenía la energía y la pasión para afrontar este nuevo reto”, explica. La dupla Alonso-De Villiers se probó también en Namibia y en cuanto el español terminó las 24 horas de Le Mans se puso a preparar el Dakar: Polonia, otra vez Sudáfrica (ahora con Coma) y Qatar (junto a Al Attiyah); estuvo dos veces en Marruecos, donde disputó el rally; fue tercero en la prueba Al Ula-Neom, escenario al que volverá en unos días, y completó su formación en Abu Dabi. Además, se ha empapado de los vídeos que Hall le ha enviado de Di Villiers. No le ha ido mal. Pero le quedan otras 11 etapas por delante.

Fuente;https://elpais.com/deportes/2020/01/05/actualidad/1578248497_377685.html

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