San Rafael, Mendoza miércoles 24 de abril de 2024

Un presidente, y su estilo – Por:.Beatriz Genchi

Manuel Pedro Quintana, abogado, político y estadista argentino, presidente de la Argentina entre 1904-1906. Político destacado por su porte, su vestimenta de frac, su sencillez y a la vez su excentricidad en el andar. El doctor Quintana era no sólo correcto sino de atildada elegancia, y de agudeza irónica.

Era muy amigo de Lucio Mansilla reconocido como “El” dandy o dandi, (antes de él Don Manuel Belgrano) y después de él, Quintana era el más elegante, siempre vestía frac, con su Stock (tipo de pañuelo anudado al cuello) a lo Brummell. Puede considerarse un referente del dandismo aristocrático de su época. La distinción, le cobró una permanente caricaturización en los medios gráficos. La revista “Caras y Caretas”, dedico varias páginas a parodiar su apariencia considerándola frívola. Tanto que en su número 15, representa al futuro presidente, en una fusión de su cuerpo con la de un perchero. Los mismos contemporáneos lo reconocen como dandy, como sinónimo de distinción. El doctor tenía: “…la actitud siempre digna, el gesto austero y sobrio, el ademán amplio (…) la suprema distinción en el vestir que acordaban tan estrechamente la personalidad y la moda, y luego la segura destreza para elegir la palabra y darle la entonación”.

Estilo que acuño en un impasse luego de un revés político. Quintana se quedó dos años en Europa donde cultivó una de sus pasiones: la elegancia. Conoció a los sastres más renombrados de Londres y París que tomaron debida nota de sus medidas para satisfacer sus inquietudes. Cultivó además su parecido elocuente con Eduardo VII de Inglaterra, adoptando un aire digno de soberbia elegancia.

Quintana, ya era un dandy en su naturaleza, en el cuerpo-vestimenta y clase social a la que representa, se decía antes de asumir la presidencia: “El único mandatario argentino a quien no le sentará el bastón presidencial. – ¿Por qué? – Porque tengo entendido que es ordinario, de madera del país y con borlas de mal gusto…”  Esta conversación lo pinta de cuerpo entero, era un cuidadoso de su apariencia y la gente lo reconocía, así como lo hizo, aquel fanático con el comentario sobre el bastón de mando.

Quintana usaba indumentaria parisina original de un sastre reconocido en Francia. Su guardarropa distinguía su gusto, así como la decoración de su casa. “Su cuidado alcanzaba al atuendo, al comportamiento y hasta la ortografía de sus nietos”.

En cierto congreso panamericano de derecho internacional, el doctor Manuel Quintana siendo ya presidente de la nación, se entrevistó con un diplomático norteamericano que observaba con interés el notable alfiler de corbata que sostenía el plastrón del argentino. “Parece usted un presidente de universidad norteamericana”, comentó el homónimo. “En mi país –informó el doctor Quintana– todos los hombres parecemos presidentes de universidades norteamericanas.” Imaginen el elocuente silencio del interlocutor. Quintana remató la escena regalándole el alfiler de corbata, con la advertencia de que este adminículo, viril como pocos, faltaba a su colega.

Para ser consecuente el monumento mortuorio que se erigió en su honor en el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, lo muestra, gisat (recostado), como los viejos monarcas europeos. La obra del artista francés León Fagel lo talla con la elegancia que lo que caracterizó en vida, su brazo caído, vencido en su último destino. Lo que me hace casi afirmar que él, lo dejo así diagramado, fiel a su estilo.

Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

 

 

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