San Rafael, Mendoza 20 de abril de 2024

¡Cuando el Teatro Colón “se derretía”! – Por:.Beatriz Genchi

Carnaval de 1936, Buenos Aires, cuarenta grados a la sombra. En esos años y por esos días el Colón se convertía en escenario de grandes bailes. Había que ultimar los preparativos para la fiesta, pero el calor era insoportable. A pesar de eso, cientos de personas se dispusieron a terminar de sacar todas las butacas de la platea para que se pudieran mover unos engranajes hidráulicos, que permitían elevar el piso hasta la altura del escenario. El objetivo: convertirlo en un gran salón.

Faltaban pocas horas para que un mundo de gente con originales, máscaras y antifaces se hiciera presente dispuesta a festejar hasta la madrugada. Pero el calor, definitivamente, iba a ser un problema.

Repentinamente, a alguien se le ocurrió una idea que en esa multitud de neuronas acaloradas pareció genial. La única solución posible, pensó el ocurrente, era colocar barras de hielo sobre la bóveda del edificio para que el agua helada enfriase los radiadores.
El resultado, como era previsible, estuvo a la vista pocos días después: las pinturas de la cúpula, realizadas por Marcel Jambón, un artista francés, el mismo artista que había pintado el Salón Dorado y las imágenes de La Opera de París, comenzaron a agrietarse y se perdieron para siempre. Las pinturas fueron realizadas en su atelier de París y representaban al dios Apolo en un carro tirado por cuatro corceles blancos, presidiendo un cortejo de musas.

Durante treinta años ese espacio estuvo pintado de ocre, hasta que el artista Raúl Soldi se ofreció en forma gratuita a poblarlo de sus típicos personajes. En 1966 se hizo una función especial de inauguración con un ballet llamado La Cúpula, que fue representado por única vez. La obra fue concebida (según la describe Manuel Mujica Láinez) como un «suave ballet policromo…» que representa la vida teatral en diferentes aspectos. «Alegoría a la música, al canto y al baile», se llama el óleo, pintado sobre lienzos después colocados en la cúpula. Al maestro le llevó un año y medio su elaboración: las figuras pintadas son 51 bailarines y cantantes de ópera.

«La idea de hacer una ronda de artistas surgió con la intención que, desde cualquier punto del teatro, se pudieran ver todos los personajes en su posición normal», explicó Soldi en una lejana entrevista.

En la obra, no faltan los instrumentos musicales y los actores que se entretienen en un intervalo. Mientras esperan, juegan al ajedrez. Esta imagen surgió de la infancia de Soldi; él siempre acompañaba a su padre – un talentoso cellista – al Colón y sus camarines.

Y por eso decidió incluir el recuerdo, junto a la representación de otros tres actores, quienes intercambian en el ingreso a un escenario las clásicas máscaras teatrales de la comedia y el drama.

En homenaje a Jambon – quien hiciera la primera pintura -, Soldi utilizó un trozo del paño decorado en aquella oportunidad. ¡Fue todo lo que puso salvarse luego del derretimiento!

Gentileza: Beatriz Genchi

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

beagenchi@hotmail.com

 

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