La OMS -Organización Mundial de la Salud- define como obesidad cuando el IMC (índice de masa corporal, cociente entre el peso actual y la talla al cuadrado de un individuo) es igual o superior a 30. También se considera signo de obesidad un perímetro abdominal en hombres mayor o igual a 94 y en mujeres mayor o igual a 80 centímetros.

Desafortunadamente la mayoría de las personas que padecen sobrepeso u obesidad no le dan la importancia y mucho menos a las enfermedades relacionadas -síndrome metabólico, hipertensión, diabetes, dislipidemias, hígado graso y algunos tipos de cáncer- aún sabiendo que este problema aumenta constantemente.
El individuo vive su obesidad y acepta estar cansado, tener dolores en el cuerpo, fatigarse al caminar, pero lo que no sabe es que su corazón, pulmones, hígado, riñones, huesos y articulaciones están afectados por el exceso de grasa.

Aún así su preocupación no es la obesidad sino las limitaciones que sufre en su vida diaria, ya que no puede bañarse bien, no cabe en los asientos del auto, no puede cruzar las piernas ni cortarse las uñas de los pies, tampoco encontrar ropa adecuada, etc., además de la discriminación que sufre en la escuela, el trabajo o la calle, que aumentan su tristeza. Este hecho provoca una injusta culpabilidad del paciente con obesidad que, aunque se ha intentado combatir racionalmente, persiste en buena parte de la sociedad actual.

El estilo de vida o el tipo de hábitos y costumbres que posee una persona puede ser beneficioso para la salud. De ahí la importancia de que el individuo con obesidad conozca que con menos kilos tendrá más vida; que un abordaje multidisciplinario para bajar de peso permitirá que sus órganos internos funcionen mejor; que la química de su organismo mejore, que se sienta más libre, que viva más y mejor. Además de entender que perder peso sanamente, sin excesos o remedios mágicos producirá mejores resultados.

La alimentación es tu mejor aliado

La alimentación es uno de los principales factores que favorecerían la disminución de los índices de obesidad. Los hábitos de alimentación son formados desde la infancia, pero pueden ser “re-aprendidos” en la adultez. Solo es cuestión de ocuparse y buscar ayuda.

Se sabe que los humanos guardamos cierta emoción con los alimentos. Por eso es común que cuando nos sentimos tristes o contentos, prefiramos ciertos sabores. Es sencillo cuando aprendemos a identificarlos y nunca es tarde.

Podemos “re-aprender” los hábitos correctos en alimentación y hacer una autoevaluación, para ver en qué lugar nos encontramos, con las siguientes preguntas:

1- ¿Desayunás?
2-¿Comés 2 frutas diariamente y 3 porciones de vegetales?
3- ¿Bebés al menos 1 litro y medio de agua al día?
4- ¿Realizás al menos tres tiempos de comida al día?
5- ¿Cambiás el azúcar por algún sustituto de azúcar?
6- ¿Elegís pan integral en lugar de blanco?
7- ¿Elegís lácteos descremados en lugar de enteros?
8- ¿ Elegís la cocción al horno en lugar de frituras?
9- ¿Bebés agua en lugar de gaseosas o jugos?
10-¿Caminás al menos 30 minutos de manera habitual?

Son pequeñas acciones que realizadas diariamente contribuirán a mejorar nuestra salud a través del control de peso.

La obesidad es una epidemia mundial y Argentina no está exenta. Hay una tendencia en crecimiento, principalmente en los sectores más vulnerables, donde se observa una doble carga de enfermedad que combina obesidad con malnutrición, especialmente en la niñez.

El aumento del sobrepeso y la obesidad en la población argentina están mayormente relacionados a una alimentación inadecuada producto del aumento del consumo de productos procesados; bebidas azucaradas; alimentos ricos en grasas, azúcar, sal y la reducción del consumo de frutas y vegetales. Se suma a estos problemas la disminución de actividad física reglada.

La motivación es clave del éxito

Para que el tratamiento de la obesidad sea efectivo deben combinarse tres factores:

• Que acuda a un equipo multidisciplinario especializado.

• Que entienda que es un cambio de hábito y no un plan por un tiempo.

• Y el más importante es la motivación para realizarlo.

Estas tres cosas pueden garantizar un buen desarrollo en el proceso de cambio de hábitos para lograr transitar de la mejor manera posible el camino hacia el objetivo deseado.

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