San Rafael, Mendoza viernes 29 de marzo de 2024

Un diente revela los secretos del simio gigante emparentado con el orangután

Detalle del molar analizado WEI WANG

Confirman la relación entre ‘Gigantopithecus’ y los orangutanes actuales, que compartieron antecesor. Es la primera vez que se recupera material genético tan antiguo en un entorno tropical.

Hace cientos de miles de años un simio de más de tres metros de alto y 500 kg de peso -el doble que un gorila adulto- recorría los bosques de China, India y Vietnam. Conocemos la existencia del Gigantophitecus, que pertenecía a un género extinto de primates hominoideos, gracias a fósiles de sus dientes y restos parciales de mandíbulas; sus molares (de un tamaño de hasta 2,5 cm) se vendieron durante mucho tiempo en Asia como dientes de dragón en la medicina tradicional.

En 1935 un puñado de ellos cayeron en las manos del antropólogo alemán Ralph von Koenigswald, que descubrió su verdadero origen. Sin embargo, desde entonces la historia evolutiva de este simio permanece en gran parte incompleta debido a la escasez de huesos del esqueleto y a la falta de huellas genéticas y moleculares.

Ahora, investigadores del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (IBE, UPF-CSIC) y del Globe Institute de Copenhague han logrado por primera vez secuenciar proteínas obtenidas del esmalte de uno de esos dientes, lo que ha permitido aislar información genética de un ejemplar de este gigante extinto que vivió en un área subtropical del sur de China hace 1,9 millones de años. A partir del análisis molecular los autores han podido precisar la posición evolutiva del Gigantopithecus, señalando a los orangutanes como su pariente vivo más cercano. Sus resultados se publican este miércoles en la revista Nature.

«El análisis revela que Gigantopithecus blacki pertenece al mismo clado que el orangután», comenta Tomàs Marquès-Bonet, investigador del Centro Nacional de Análisis Genómico y del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) y coautor del artículo, «aunque su separación sea muy lejana, sin duda compartían un ancestro común«.

El estudio supone una importante innovación en el campo de la biología evolutiva, ya que es la primera vez que se recupera material genético tan antiguo en un ambiente cálido y húmedo. Los grandes primates del pasado habitaban en selvas tropicales, donde la acidez del suelo hace que la materia orgánica se descomponga muy rápidamente, por lo que las posibilidades de encontrar fósiles con ADN en buen estado son remota.

Pero ahora la secuenciación con éxito de proteínas con una antigüedad de dos millones de años abre una nueva alternativa para obtener información genética, en gran medida gracias a los avances en la espectrometría de masas. Esta técnica de análisis permite analizar con gran precisión la composición de diferentes elementos químicos y determinar la distribución de las moléculas en función de su masa.

Recreación artística de ‘Gigantopithecus blacki’IKUMI KAYAMA

«Hasta ahora, todo lo que se sabía sobre esta especie se basaba en la morfología de dientes y mandíbulas, propios de un herbívoro», comenta Enrico Cappellini, investigador principal en la Universidad de Copenhague, «ahora, el análisis paleoproteómico nos ha permitido reconstruir la antiquísima historia evolutiva de este pariente lejano de los sapiens«.

DEMASIADO GRANDE PARA SOBREVIVIR

Estudios previos habían sugerido que las grandes dimensiones y la escasa diversidad de su dieta condenaron al Gigantophitecus a la extinción. Durante las últimas glaciaciones del pleistoceno, hace más de 100.000 años, las áreas boscosas fueron dando paso a paisajes de sabana. Y el Gigantopithecus, que basaba su alimentación en frutas, no se adaptó a la hierba, las raíces y las hojas que se convirtieron en las fuentes de alimento predominantes en su nuevo entorno.

Sin embargo, no se ha encontrado ningún cráneo completo ni ningún otro hueso del resto del esqueleto hasta ahora, así que muchas cuestiones sobre la apariencia de este misterioso animal permanecer sin resolver: los expertos dudan si su pelo era rojizo, como el del orangután, o negro como el del gorila.

De momento, la recuperación del material molecular ha permitido al equipo comparar su proteoma (la totalidad de proteínas expresadas en una célula) con el de otras especies actuales. «El análisis de ADN antiguo no es una opción porque Gigantopithecusse extinguió hace aproximadamente 300.000 años señala» Cappellini, «y en el área geográfica que ocupaba, no se han podido recuperar hay restos de ADN de más de 10.000 años de antigüedad».

Mandíbula del simio extintoWEI WANG

En los últimos años el análisis de ADN ha revolucionado nuestra comprensión de la historia humana. El material genético conservado en los fósiles de nuestros antepasados ha permitido reconstruir los últimos 50.000 años de evolución de los homínidos.

Aun así, los restos más antiguos del género Homo con material genético analizable datan de hace 400.000 años, lo que deja un vacío en la historia evolutiva que la paleogenómica aún no puede explicar. «Por ahora esta técnica nos ha permitido recuperar proteínas fosilizadas en el esmalte de los molares«, comenta Marquès-Bonet, «pero también podría utilizarse con muchos otros restos óseos para revelar la evolución humana, que aún desconocemos en gran medida».

Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/11/13/5dcc331f21efa0ea118b45c2.html

 

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