San Rafael, Mendoza jueves 28 de marzo de 2024

Sobre muros y grietas – Por:.Rogelio López Guillemain

Señor Gorbachov, abra esta puerta.

 Señor Gorbachov, derribe este muro”.                                                                                                          Ronald Reagan

  “Al borde del abismo de la historia alemana y bajo     el peso de los millones de asesinados, hice lo que

  los hombres hacen cuando faltan las palabras”                                                                                                                                 Willy Brandt

El mundo conmemoró este 9 de Noviembre la caída de aquella atrocidad llamada “Cortina de Hierro”.

También conocida como el “Muro de la Vergüenza”, esta locura fue construida por la República Democrática Alemana (comunista) en 1961 y sus burócratas desvergonzados lo llamaban el «Muro de Protección Antifascista», ya que aseguraban que el mismo protegía a su población de elementos fascistas que conspiraban para impedir la voluntad popular del Estado socialista Alemán.

Con el párrafo anterior ya empezamos mal.  Es muy orwelliana la costumbre de la izquierda de SIEMPRE bautizar sus creaciones con nombres que son exactamente lo opuesto a lo que pretenden realizar.  Algo así como el Ministerio de la Verdad (del libro 1984) que imponía un relato mentiroso.

La República Democrática Alemana era todo menos democrática.  Era un estado socialista totalitario en el que la libertad de sus habitantes estaba abolida, tanto es así que tuvieron que construir un vergonzoso muro y reforzarlo con alambres de púas, minas explosivas y soldados que debían asesinar a todos aquellos compatriotas que pretendiesen huir y abandonar el paraíso socialista.

A lo largo de la historia de la humanidad, los muros que rodeaban a las ciudades eran edificados para proteger a SU población de los ataques externos.  Siguiendo este argumento, estos energúmenos justificaban la existencia del muro como medio de proteger a sus habitantes de elementos fascistas… ¡elementos que provenían de su hermana gemela en la que reinaba la pecaminosa libertad!  Lo cierto es que Berlín Oriental era una gran cárcel y «la Cortina de Hierro” se cobró un número indefinido de víctimas fatales, heridos y detenidos.

¿Se entiende el fundamento?, ¿se entiende cual es el concepto de fondo de los principios de vida de ambas Alemanias?

Existen dos y sólo dos formas (hasta el presente) de responder a la pregunta fundamental que define las reglas de la convivencia de una comunidad; esta pregunta es: “¿Qué es más importante (o prioritario): la persona o la sociedad?”.

Procurar una respuesta intermedia o ambivalente, no es más que la gran mentira del socialismo “light”, del socialismo del siglo XXI, de la socialdemocracia y de los impresentables populismos de estas latitudes, con la que pretenden engañar a personas bien intencionadas.

No existe una respuesta intermedia o que combine “lo mejor” de cada posición, puesto que las medidas para sus implementaciones son opuestas, se contradicen, se invalidan entre sí y todo se transforma en un sinsentido.

El liberalismo entiende que lo más importante es el individuo, a tal efecto, el Estado debe asegurar el respeto de la libertad y la igualdad de derechos de todos y cada uno de sus ciudadanos.

Por su parte, el socialismo (y sus primos hermanos el fascismo y el comunismo) considera que lo más importante es la sociedad en su conjunto, es por ello que el Estado debe procurar la seguridad y la igualdad de hecho del conjunto; estos objetivos son disfrazados con los eufemismos (como siempre) bienestar y oportunidades.

Los marxistas enceguecidos, ante el inevitable fracaso del socialismo, procuraron contener su ruina con un muro; mientras que casi a la par, sus ideólogos e intelectuales, entendieron que la batalla política estaba perdida y redefinieron su estrategia hacia el terreno educativo y cultural, proceso que desembocó en el Mayo Francés.  A decir de Willy Brandt: “Las barreras mentales por lo general perviven por más tiempo que las de hormigón”.

El muro material que dividió Alemania en liberal y comunista, no es más que la grieta que divide a la Argentina entre quienes defendemos la libertad y los derechos del individuo, y los socialistas/populistas/políticamente correctos representantes del igualitarismo y del buenismo bienpensante que sabiamente describió J. B. Alberdi: «El amor a la patria de nuestros demagogos, es como el de esos seductores que hacen madres a las niñas honestas: sincero como sensación, pero desastroso para el objeto amado».

¿Hay salida?  Si, pero no es fácil ni rápida.

Es preciso combatir las ideas que generaron El Imperio de la Decadencia Argentina dentro de espacio en el que están atrincherados y en el que adoctrinan a los jóvenes y niños.  Asumamos un compromiso hacia adelante, porque como señaló Willy Brandt: “el futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado”.

Debemos recuperar el terreno perdido en la educación, sea en las universidades, en los secundarios e incluso en los primarios.  Mientras no entendamos que si “no nos metemos” en estas áreas, seguiremos pagando el costo de sus ineptos idealismos.  Si “no nos metemos”, nuestro futuro estará definido por los mismos parásitos que hoy nos han empobrecidos.

No podemos seguir bajando la cabeza, es tiempo de ocupar espacios dentro de la educación y la cultura; es tiempo de participar en las instituciones intermedias como los clubes, las bibliotecas, los centros vecinales o las ONG; es tiempo de ser ciudadanos a tiempo completo y no solamente en el cuarto oscuro.  Es tiempo de La Rebelión de los Mansos.

Gentileza: Rogelio López Guillemain -rogeliolopezg@hotmail.com

 

 

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