San Rafael, Mendoza viernes 19 de abril de 2024

Ceremonia del cañonazo cubano – Por:.Beatriz Genchi

La ceremonia del cañonazo es una tradición habanera que se remonta a la época colonial. Consiste en el disparo de un cañón a las 21:00 horas todos los días para indicar el cierre de las puertas de la muralla que rodeaba la ciudad.

La ceremonia data del año 1774, utilizada para defenderse de los frecuentes asedios de corsarios y piratas. Para anunciar el cierre de puertas, utilizaban el disparo de un cañón, primero desde un buque desde el puerto y más tarde se comenzó a realizar desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña que es un complejo militar situado en la entrada de la Bahía de La Habana, que junto a la fortaleza de San Salvador de La Punta y el Castillo de la Real Fuerza de La Habana defendían la ciudad frente a cualquier ataque enemigo.

En realidad, entonces no era un solo cañonazo, sino dos. Cuando coexistían dos ciudades, que eran una sola, la de intramuros y la de extramuros, divididas por aquel paredón.

A las 4:30 de la mañana, al toque de diana, el cañonazo indicaba que debían alzarse los rastrillos, tenderse los puentes levadizos y abrirse las puertas de las murallas para permitir el tráfico entre una parte y otra. Y el de las ocho de la noche, al toque de retreta, disponía que se hiciera lo contrario. Caían los rastrillos, se elevaban los puentes y se cerraban las puertas y nadie entonces podía entrar ni salir en la ciudad amurallada.

Solo fue interrumpido entre el 24 de junio de 1942 y el 1 de diciembre de 1945 no hubo cañonazo que valiera en la ciudad. Cuba había entrado en la Segunda Guerra Mundial y el Estado Mayor del Ejército prohibía el disparo nocturno a fin de ahorrar pólvora y no ofrecer la posición al enemigo.

El disparo se hacía desde el buque de guerra que servía de Capitanía en el Apostadero, y con el tiempo, cuando el toque de retreta dio paso al toque de silencio, el cañonazo empezó a escucharse a las nueve de la noche, costumbre que se mantuvo luego de la desaparición de las murallas con el único objetivo de anunciar pueblerinamente la hora.

Esta tradición se ha conservado a lo largo de los años hasta el día de hoy, que se realiza como una ceremonia típica habanera, representada con personas uniformadas a la antigua usanza como si estuvieran en el siglo XVIII.

Pero no siempre, a lo largo de la República, el cañonazo de las nueve sonó a las nueve de la noche. Y esa fue una de las mayores dificultades en el intento de anunciar dicha hora a través de la radio. Era interés de las radioemisoras llevar a toda Cuba el sonido del disparo que efectuaba uno de los cañones de la Cabaña. Y más si entre sus anunciantes figuraba la mueblería El Cañonazo. Pero no siempre era posible porque si llovía no había cañonazo y cuando lo había no siempre el disparo se realizaba a la hora exacta. El sistema para dar el aviso era rudimentario en extremo. Un cabo del Ejército, que era el encargado de ordenar que se hiciera el disparo, se regía para ello de un reloj de pulsera, el suyo, que casi nunca coincidía con la hora del cronómetro eléctrico de la radioemisora, que la Compañía de Teléfonos rectificaba hora a hora. Se quiso entonces que los jefes de la fortaleza tomaran cartas en el asunto y el cañonazo se rigiera por un plan científico.

Aun hoy, con algunos ajustes, marca la hora obligada pues el alcance del manto acústico de la explosión cubre todos los rincones de la urbe. Uno puede seguir el ritmo de la vida y poner su reloj en hora gracias a ese aviso lejano, “esa soberana institución del cañonazo de las nueve”, como lo llama Jorge Mañach en sus “Estampas de San Cristóbal”. “Era la señal del retiro, de la digestión conclusa, del idilio suspenso, del cese de los patines en el parque porque salían los brujos con su saco, de abrir los catres en la clásica trastienda…” Puntualiza.

Patrimonio intangible, desde los tiempos en que, en lo público y lo privado, la noche terminaba a las nueve. Hoy, a las nueve de la noche, comienza la “amenidad de la jornada” al decir cubano.

Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

 

 

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