San Rafael, Mendoza miércoles 24 de abril de 2024

¿NOS ADAPTAMOS O NOS TRANSFORMAMOS FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO? – Por:.Prof. Marilina Scarlata

No es que va a pasar…¡está pasando! El cambio climático es un hecho inobjetable y sus consecuencias se están dejando ver día a día. Con violencia o insidiosamente, pero suceden eventos vinculados en forma directa, al gran cambio en el clima en todo el mundo.

La Organización de las Naciones Unidas estableció un Convenio Marco como respuesta internacional para combatir el cambio climático, y a través de la Conferencia de las Partes (COP) como órgano de decisión supremo de la Convención, se han ido monitoreando los aportes y el cumplimiento de las obligaciones establecidas. Cada Conferencia resulta ser el mayor evento ambientalista a nivel mundial, en cualquier ciudad en la que se realice.

Ya se llevaron a cabo 24 reuniones, la primera fue en Berlín, Alemania, en 1995 y la última en Katowice, Polonia, en 2018. La Presidencia de la COP va rotando entre las cinco regiones de la Naciones Unidas: África, Asia Europa oriental y central, Europa occidental, Latinoamérica y Caribe. Ahora es el turno de Chile, ya que la próxima será la COP 25 en Santiago, en diciembre del corriente año.

La determinación de esta última sede fue un compromiso asumido por el presidente de Chile, en diciembre de 2018, después de que Brasil se desestimara como tal. Será el evento de mayor envergadura –en todo sentido– que afrontará Chile según su propia historia, en virtud de que recibirá alrededor de 25.000 asistentes.

Es interesante recordar que en 1992 se firmó en la Cumbre de la Tierra, el Tratado por el cual 196 Estados más la Unión Europea, se comprometieron a desarrollar acciones tendientes a combatir el cambio climático y cumplir con obligaciones básicas. Chile fue uno de esos países.

En el Tratado pueden advertirse entre los considerandos “…Reconociendo que la naturaleza mundial del cambio climático requiere la cooperación más amplia posible de todos los países y su participación en una respuesta internacional efectiva y apropiada, de conformidad con sus responsabilidades comunes pero diferenciadas, sus capacidades respectivas y sus condiciones sociales y económicas”. Y que “…Reconociendo además que los países de baja altitud y otros países insulares pequeños, los países con zonas costeras bajas, zonas áridas y semiáridas, o zonas expuestas a inundaciones, sequía y desertificación, y los países en desarrollo con ecosistemas montañosos frágiles, son particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático”.

Por eso Chile asumió semejante compromiso, aún siendo un país de baja incidencia en la emisión de gases nocivos para la atmósfera. Sin embargo, podría verse afectado.

Hasta acá todo teóricamente bien, no obstante, según el periódico chileno “La Tercera”, en un artículo publicado el 7 de setiembre de 2019, se registra cierta preocupación en algunos sectores, porque a escasos tres meses del megaevento, se percibe una “organización flash”, que estaría sacando al descubierto inconvenientes serios, que podrían dejar mal parada a la sede.

Independientemente de aspectos locales en referencia al país receptor de la COP 25, y como quiera que sea, en este espacio comunicacional en el que me permito sumar y no restar, respecto de semejante tema con el que todos deberíamos involucrarnos, vale la pena agregar un concepto con el que adhiero: “transformación” o “adaptación transformacional”.

De cara a la próxima Convención, Paulina Aldunce Ide, Profesora Asociada del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile, y una de las tres  representantes de esa institución ante el Comité Científico nacional de la cumbre COP25, sostiene según su análisis ante el calentamiento global y el cambio climático, que “es un problema complejo, con muchos actores involucrados, con mucha incertidumbre en el futuro, muchos impactos que vamos a estar viviendo por primera vez”. Expresa que “la adaptación con la transformación no compite, son complementarias. Muchas veces se presentan las dos, y cuando la adaptación no es suficiente se presenta la transformación”, y se introduce en esta nueva conceptualización global.

Se trata de cambios planificados y programados muchas veces drásticos, porque significan cambios profundos en una estructura, que puede ser legal, funcional, social…por ejemplo cita el cambio en la matriz energética que adoptó su país. Otros casos que menciona son los cambios de cultivos y formas de riego, o la práctica de deportes en otras condiciones, como es el esquí en nieve artificial, una decisión desaforada frente al gasto de recursos, que debería considerarse fuera de contexto.

El camino iniciado es de la adaptación a la transformación. “Si queremos que la sociedad sea más resiliente al cambio climático, la transformación es una aproximación muy útil para aumentar la construcción de resiliencia y disminuir la vulnerabilidad”, en términos de la profesora Aldunce. Siempre según sus postulados, los procesos transformacionales no deberían ser espontáneos o imprevistos, sino todo lo contrario, deberían ser programados, incluso incluídos dentro de los marcos de políticas públicas.

Me pregunto si en nuestra Argentina hay tiempo para analizar estos conceptos, ponerlos en práctica seriamente y planificar acciones a la altura de los acontecimientos ambientales de los últimos tiempos, porque ya estamos entre los cinco países denunciados por inacción.

Gentileza:. Prof. Marilina Scarlata

Directora de divulgación científica Asociación de Amigos de Parques Nacionales

Miembro Comisión Educación y Comunicación CEC- IUCN

 

 

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