No sólo en los primeros siglos, sino a través de la historia muchas iglesias han enseñado y practicado que la mujer debe cubrirse la cabeza al entrar a una iglesia. Práctica abandonada allá por los 60 y que ahora retoman las millennials con criterio propio.

Vale aclarar que la generación Y, también conocida como generación del milenio o milénica del inglés millennial generation. Es el segmento demográfico que sigue a la generación X y precede a la generación Z. No hay precisión o consenso respecto a las fechas de inicio y fin de esta generación; los demógrafos e investigadores suelen utilizar los primeros años de la década de 1980 como años de inicio del nacimiento y de mediados de la década de 1990 a principios de la de 2000 como años de finalización del nacimiento.

Las cosas así, voy al tema. La historia de la iglesia primitiva da testimonio que las mujeres cristianas de entonces llevaban el velo. Tertuliano, un líder de la iglesia que vivió en los años 160–222 d.c. escribe que no sólo las mujeres casadas, sino también las vírgenes usaban el velo en las iglesias que fueron establecidas en la época apostólica. Otro líder cristiano de la antigüedad, Crisóstomo, testifica que en su época también todas lo llevaban. En las catacumbas se pueden ver muchos dibujos en las paredes hechos por los cristianos de los primeros siglos. En esos dibujos las mujeres tienen la cabeza cubierta con un velo. Para dar un argumento casi simplista dado el espacio breve que toca. Diría que era más una costumbre de un lugar, que una disposición de la iglesia. La cuestión del espacio que ocupaba el velo en la iglesia solo aparece en un lugar en toda la biblia. Luego hay muchos argumentos tales como: ayudan a la concentración, no distrae al tener una visión acotada, y cosas por el estilo que no hacen a algo particularmente bíblico.

En estos tiempos modernos casi todas las iglesias han desechado la práctica de cubrirse la cabeza por las mujeres en la misa, se ha perdido casi totalmente desde el Segundo Concilio Vaticano. Muchos se preguntan si ha debido suceder, ya que San Pablo en la 1ra Carta a los Corintios, Capítulo 11 reprende a la mujer por no llevar velo. En la ausencia de una sentencia del Magisterio, solamente podemos mirar a la evidencia, la cual sugiere que la iglesia no ha objetado la pérdida de esta práctica y por ello es una tradición humana y no divina.

Empecé a investigar sobre este tema porque me sorprendió ver en algunos titulares que las millennials católicas volvían al uso de la mantilla. En algunos lugares de Estados Unidos hace tiempo empezaron a recuperar antiguas tradiciones de la iglesia. Algunas aducen un atractivo inicialmente emocional. Las hace sentirse humildes y reverentes. Aducen algo así como; sacarse el sombrero para cantar el himno. Una manera de emular a la Virgen María, una experiencia de auténtica feminidad. Otras católicas jóvenes, han elegido adoptar el velo después de profundizar en las ramificaciones teológicas de la tradición.

En principio hay una movida general respecto del tema. Una Carta Abierta al Papa donde “Los jóvenes deseamos un regreso a la Tradición”. “Los jóvenes están por el rito antiguo”. “Las tradiciones de la Iglesia están vivas”. “Los católicos necesitan sumergirse en ellas”.

Aunque las mujeres tienen libertad para llevar un velo, como una materia de devoción personal, deben verlo como una subordinación a Dios y no una distinción con el hombre. En cualquier caso, esto sería manteniendo la evidencia bíblica. Aquellos que llevan velo y los que no lo llevan, no deben juzgar los motivos del otro, sino dejar a cada mujer en libertad, el cual claramente no es de uso obligatorio.

Gentileza:.Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.