San Rafael, Mendoza viernes 19 de abril de 2024

Magallanes y Elcano por nuestras costas patagónicas. Parte I – Por:.Beatriz Genchi

El 20 de septiembre de 1519, una flota compuesta por cinco naves y 250 hombres partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda, en el sur de España, hacia el Atlántico. Al mando del buque insignia, la nao Trinidad, estaba el capitán portugués Fernando de Magallanes.

Ni Magallanes ni sus hombres eran conscientes entonces de que su expedición cambiaría el curso de la historia: sin saberlo, se convertirían en los primeros en dar la vuelta al mundo, hito del que estamos, en unos meses (2020), celebrando su quinto centenario.

Fue una auténtica hazaña de resistencia humana: la primera circunnavegación al globo fue un auténtico infierno de enfermedades, hambre y violencia. De hecho, solo 18 de esos 250 tripulantes regresaron a Sanlúcar, tres años después de haber salido de ese puerto. Y aunque muchos le atribuyen a Magallanes el crédito de ser la primera persona en circunnavegar la Tierra, el portugués no está entre los 18 que volvieron.

El destino principal de este gran viaje no era dar la vuelta al mundo porque si, sino llegar a las islas Molucas o Islas de las Especias como se las conocía, en Indonesia y sus riquezas por la ruta oeste, que era lo que había pretendido Cristóbal Colón cuando se encontró con el continente americano.

Portugal controlaba la ruta conocida hacia el oriente a través del cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África.

Después de examinar mapas y globos, Magallanes llegó a una conclusión sorprendente.

Creía que podría llegar a la región mucho más rápido viajando en la dirección opuesta, alrededor de la punta de América del Sur, a través del recién descubierto Océano Pacífico y hasta las islas productoras de especias, en el archipiélago indonesio.

Pero Manuel I, el rey de Portugal, rechazó la idea de Magallanes burladose de su idea. Eso no detuvo al explorador portugués, que fue entonces que decidió ofrecerle sus servicios al gran rival de Manuel I: Carlos I de España y V del Sacro Imperio romano. Hasta allí, quien en realidad era Fernão de Magalhães, se trasladó a Sevilla donde se hizo súbdito del monarca español, pasando a llamarse Fernando de Magallanes, como se le conocería desde entonces.

«Portugal dominaba completamente la ruta al oriente, pero no le interesaba montar una expedición hacia el oeste, porque ya controlaba la otra, y el proyecto de Magallanes allí tenía poco sentido. Pero España lo acogió con regocijo», según consta en el Archivo General de Indias, en Sevilla.

Aunque muchos nobles españoles recelaban de una expedición bajo el mando de un comandante portugués, Carlos V no habiendo otra opción, aceptó la propuesta. Esta consistía en navegar alrededor del Cabo de Hornos, cruzar hasta las Molucas, embarcar un cargamento de especias y regresar por la misma ruta, reclamando las islas para España. Así de simple…

Poco después del descubrimiento de Colón, en 1494, España y Portugal, las grandes potencias de la época, llegaron a un acuerdo para repartirse las zonas de navegación del océano Atlántico y los territorios del «nuevo mundo» en el llamado Tratado de Tordesillas.

Magallanes estaba convencido de que las Molucas estaban dentro de la esfera de influencia castellana, y por tanto podrían traer las especias sin problemas desde allí.

La flota partió desde Sanlúcar hasta las islas Canarias, después se dirigió hacia las islas de Cabo Verde antes de cruzar el Atlántico hasta la costa sudamericana, llegando a la actual bahía de Río de Janeiro en diciembre de 1519. Es a partir de ese momento, según relató el historiador Brotton, cuando las condiciones empiezan a deteriorarse.

Después de meses de búsqueda en la costa este de América del Sur, Magallanes no podía encontrar un pasaje al oeste.

La tripulación tuvo que soportar un invierno brutal y los marineros tenían que dormir en cubierta en condiciones casi de congelamiento, mientras las raciones se reducían y aumentaba el hambre, dando lugar a motines en las naves. «Los ánimos empeoraron aún más cuando uno de los barcos naufragó debido al empeoramiento del tiempo, y la búsqueda del prometido estrecho al Pacífico se extendió durante semanas, luego a meses», escribió el historiador.

En la dura travesía en esas aguas desconocidas otro de los barcos desertó y se escapó de regreso a España. Fue una enorme pérdida, pues se trataba de la nao San Antonio, la más grande y la que llevaba más alimentos. “Fue una expedición que, entre motines, rebeliones, hambre, sed… Fue perdiendo a muchos de sus componentes en la primera mitad», señala el archivo de Indias.

Aquí, como chubutense por adopción que soy, no puedo menos que detenerme y mencionar que la expedición estuvo navegando parte del contorno costero argentino. Siempre se mandaba como avanzada a las naves más livianas a hacer el relevamiento de la costa y las profundidades. Francisco Alvo, que era el piloto que comenzaba el derrotero de esta vuelta, dejo constancia en su diario que entró al Golfo Nuevo, frente a las costas de mi ciudad, Puerto Madryn – Chubut y marcó lo que nosotros conocemos como Baliza 25 de mayo, como el punto donde más adentro estuvo del golfo. Según estiman desde el Club Náutico Atlántico Sud de la ciudad, que desde la costa hasta la baliza mencionada hay unas 40 millas, unos 60 kilómetros. Donde procuraron medir el fondo, lo que les costó por su gran profundidad. A partir de ese momento hace referencia al golfo como Bahía Sin Fondo, uno de los primeros nombres que tuvo nuestro hoy, Golfo Nuevo. Continua…

Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

 

 

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