San Rafael, Mendoza miércoles 24 de abril de 2024

La danza también quiso a Coco Chanel – Por:.Beatriz Genchi

 La historia de la relación entre la casa Chanel y la danza es larga y abundante. En 1913, su fundadora Gabrielle “Coco” Chanel vio por casualidad una presentación de “La consagración de la primavera” de Igor Stravinski, coreografiada por Vaslav Nijinsky, el bailarín principal de los Ballets Rusos.

Coco fue presentada a la pianista polaca y mecenas de las artes, Misia Sert quien, cuatro años después, la ayudaría a consolidar su conexión con el mundo de la danza. Un día, mientras comía con Sert y Sergei Diaghilev –fundador de los Ballets Rusos– escuchó de las dificultades que estaban teniendo para conseguir el respaldo financiero necesario para revivir “La consagración de la primavera” y decidió ayudarlos. En diciembre de 1920, la producción regresó finalmente a los escenarios de París.

Este no fue el primer acto de mecenazgo de Coco, sino la primera de muchas colaboraciones con los Ballets Rusos. Creó el vestuario para Le Train Bleu (1924), Apollon Musagète (1929) y, una década después de la muerte de Diaghilev, Bacchanale (1939) en colaboración con el artista Salvador Dalí. Los diseños contemporáneos, al igual que su moda, se enfocaba en la comodidad y en la libertad de movimiento y no se parecía en nada a todo lo que se había visto en el formal mundo del ballet.

En cierta ocasión Coco Chanel dijo: “Los artistas me enseñaron el rigor”. Más allá de su genial labor como diseñadora de moda y como revolucionaria de las tendencias estéticas existe un aspecto cuya importancia es indiscutible y que la relaciona directamente con el desarrollo de las vanguardias del siglo XX. No sólo fue mecenas, sino también musa.

Durante su período como director creativo de Chanel, el difunto Karl Lagerfeld mantuvo esta tradición. Él creó el vestuario para dos ballets del coreógrafo alemán Uwe Scholz (en 1986 y 1987); diseñó el vestuario en una producción de 2009 de “El lago de los cisnes” que requirió más de 100 horas de labor manual; y, en 2016, por solicitud del entonces director del Ballet de la Ópera de París, vistió al ballet Brahms-Schönberg Quartet.

El viernes 20 de septiembre, el legado de Chanel y la danza continuó cuando, por segundo año consecutivo, la casa creó el vestuario para la gala anual del Ballet de la Ópera de París. Cada una de las seis bailarinas principales, utilizó un vestido que representaba una flor. Una rosa, un lirio, un tulipán, una glicinia, un aciano y una violeta fueron reimaginadas en organza y gasa de seda por la Casa Lemarié (parte de los Métiers d’Art de Chanel), adornando los talles de las bailarinas y las esponjadas faldas de tul.

“Crear el vestuario para bailarinas de ballet es un reto para una casa de alta costura porque se tienen muchos requisitos”, la estrella Léonore Baulac dice de la labor llevada a cabo por Chanel. “Un vestido que tiene muchas capas puede ser hermoso, pero tenemos que girar durante un salto, así que debe ser lo más ligero posible”.

Ella misma sentenció que “Para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente” y hoy podemos afirmar que consiguió ser única y que aun décadas después de su muerte sigue siendo irremplazable en el Olimpo de los dioses de la creación

Profundizando en la vida y en el legado que nos dejan los mitos, el paso del tiempo, a veces irredento, no hace más que acrecentar su fascinadora leyenda.

Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

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