San Rafael, Mendoza jueves 31 de octubre de 2024

Fabuloso descubrimiento científico en la Payunia revoluciona al mundo – Por:.Carlos Benedetto

Hace unos seis meses publicamos algo que, aunque ya se conocía, no figuraba en los anales de la Espeleología ni en el Catastro de Cavidades Naturales de la Federación Argentina de Espeleología (FAdE) ni en el catastro gubernamental (existe?) que emana de la Ley 5978: http://piramideinformativa.com/2019/06/interes-internacional-e-indiferencia-local-por-el-relevamiento-de-cuevas-en-punta-de-agua-por-carlos-benedetto/. Allí se ponía en evidencia la importancia de las cuevas lávicas y específicamente las de Payunia.

Como decimos allí, y tal como también denunciamos en la provincia del Neuquén, no hay interés en proteger ni conocer las cuevas, a pesar de que ambas provincias son las únicas que poseen legislación espeleológica específica.

De hecho, en Neuquén las autoridades siguen negándose a autorizar trabajos científicos en cavernas que, por otra parte, pretende habilitar al turismo.

En Mendoza no estamos muy lejos de eso, a pesar de que tuvimos un gobernador (Celso Jaque) que antes había sido el propulsor de la Ley 5978/93. Muy poco ha quedado de eso.

Dr: Luis Acosta                   Dra: Marcela Peralta      Dr: Emilio Maury

 

En Neuquén todavía los espeleólogos de Las Lajas (integrados a la FAdE) no consiguen convencer a las autoridades de la importancia del Congreso de Espeleología 2020 en la próxima Semana Santa y en cercanías del Sistema Cavernario Cuchillo Curá, que alberga a la comunidad faunística endémica de cavernas más importante del país.

En definitiva, tanto en Mendoza como en Neuquén, una actividad lícita como lo es la espeleología, con leyes que las protegen, debe realizarse casi en la clandestinidad. En el caso malargüino, con la complicidad de los “guías de turismo”, que están destruyendo Caverna de Las Brujas, por ejemplo llevando turistas a su Zona Intangible.

Hay, empero, en Mendoza, algún que otro hecho aislado, y entonces a fines de 2015 se autorizó al Dr. Luis Acosta (Universidad Nacional de Córdoba) a colectar fauna en Las Brujas y Cueva Doña Otilia, en busca de unos opiliones descubiertos en 2006.

Entonces, vayamos por partes…

Qué es un opilión ?

Emilio Maury (1940-98 – https://opiliones.fandom.com/wiki/Emilio_A._Maury)  fue el primer científico argentino que describió un opilión troglobio. O sea un opilión propio de las cavernas (troglo, caverna; bios, vida). Luego falleció, pero las mismas personas que al principio lo despreciaban, luego bautizaron con su nombre a una biblioteca espeleológica en Buenos Aires. Muy propio de quienes aprecian a las personas sólo cuando éstas les facilitan el “chapeo” gratis.

Ese raro especialista en fauna sin ojos y descolorida, un hombre sencillo, veterinario que había dejado su profesión porque no soportaba el sufrimiento de las mascotas, y que por eso se dedicó a los arácnidos, inició un nuevo capítulo en la historia de la Espeleo-biología en Argentina.

Todos lo cargaban por el tamaño de su cabeza, o quizás porque era “un bocho”. Alguna vez le cantaron, dentro de Cuchillo Curá: “el opilión  mamá, el opilión; pierde los colores en el socavón. El opilión mamá, el opilión, ya cayó en las garras del Gran Cabezón” (se acuerdan de la música de Chico Novarro, la del camaleón?). Emilio festejaba estos chistes.

Asomándonos por el mundo de la Taxonomía, sabemos que la vida se clasifica en ordenes, familia, géneros, especies, etc. Los seres humanos somos homínidos del género Homo, especie sapiens, variedad sapiens, O sea Homo sapiens sapiens, que nos identifica respecto de nuestro primos Homo sapiens neanderthalensis. Yendo más arriba, pertenecemos al Orden de los mamíferos y al Phylum de los vertebrados.

Se acuerdan cuando en la primaria nos enseñaban que en la naturaleza hay tres reinos?.. Mineral, vegetal y animal….. Pues bien, con los avances de la ciencia se supo que los reinos son muchos más. Pero seguiremos manejándonos con esos tres.

Nosotros, usted, yo, el vecino, pertenecemos al REINO animal, al FILO de los vertebrados (hasta ahí estamos junto a los peces y ls víboras, o los pajaritos), a la CLASE de los mamíferos (como las vacas, los elefantes, los gatos o los murciélagos), al ORDEN de los primates (el gorila, el orangután), a la FAMILIA de los homínidos (hubo muchos en la evolución, pero pertenecemos a la misma familia que el Pitecantropo, mal que les peces a los sostenedores del creacionismo), al GÉNERO homo (que quiere decir hombre, que designa a ambos sexos, no al macho solamente), ESPECIE sapiens.

No se escribe como lo hemos hecho, sino, por ejemplo, Homo sapiens….El género en mayúscula y la especie en minúsculas, ambos en bastardilla.

En el otro Filo o Phylum, el de los invertebrados están los insectos (tres pares de patas) y los arácnidos (cuatro pares de patas).

Los arácnidos pueden ser ácaros (las simpáticas garrapatas), las arañas, los opiliones y los escorpiones. O sea que las arañas son arácnidos, pero no todos los arácnidos son arañas. A clasificar todo ésto se dedican los biólogos taxónomos, y cada vez que descubren una especie nueva estudian a los ejemplares adultos machos, y determinan si es una especie nueva para ciencia o no. Si lo es, se enriquece la biodiversidad pero al mismo tiempo se plantean nuevos desafíos para el desarrollo de la Biogeografía Histórica, que estudia cómo se han distribuido, en el planeta y en pasadas eras geológicas.

Los opiliones, entonces, son arácnidos. Los que viven sólo en cuevas son llamados “troglobios” y no tienen ojos, ni pigmentación y una cantidad de características para adaptarse al medio subterráneo, en nuestras latitudes frío, húmedo y sin luz.

El primer troglobio argentino fue descubierto en 1986 por el espeleólogo bonaerense Luis Hernán Carabelli, entonces miembro del Grupo Espeleológico Argentino – GEA. Fue por casualidad, en el Sistema Cavernario de Cuchillo Curá, cerca de Las Lajas y Zapala, Neuquén.

Pero Luis no era tomado en serio en su grupo, tomo tampoco era tomado en serio su  mismo presidente de entonces (el autor de este artículo), quien buscaba que los clubes de espeleología superaran su lógica tribal para ganar confianza en el medio académico.

El presidente de GEA entonces debió amenazar con su renuncia para que el ejemplar de animalito descubierto por Carabelli y escondido por un compañero de tribu, fuera derivado al entonces “enemigo” Dr. Emilio Maury, único especialista en opiliones del país, que tenía su laboratorio en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia MACN, CABA, pero que antes había estado relacionado con una tribu rival.

Maury tenía buenas relaciones con todos los grupos de espeleología, pero el elenco estable del poder interno de GEA no admitía sino exclusivismos, y entonces el bicho parecía condenado a vivir eternamente en su frasquito de alcohol 70.

Tres años después el suscripto se iría del grupo GEA por estas razones…. esos detalles serán contados en un libro por entregas, el de la HISTORIA DE LA ESPELEOLOGÍA ARGENTINA, que verá la luz a partir de la semana próximo en PIRAMIDE INFORMATIVA. Intentamos una vez hacer eso en una revista especializada española, pero los caciques de tales tribus presionaron para que los artículos fuesen censurados, y no fue posible seguir allí.

Luis Carabelli se iría de GEA en 1998, año de la muerte de Emilio, y éste no llegaría a ver la fundación de la Federación en el año 2000, en Malargüe. Luis no formó parte de la Federación al principio, pero luego fue su presidente entre 2009 y 2010.

Recibido el espécimen, Emilio anunció, un año después, que ese opilión era el primer troglobio argentino, contra toda la bibliografía espeleo científica del mundo, que en esa época señalaba a la Argentina como un país donde nunca iba a encontrarse fauna troglobia.

El Picunchenops spelaeus (así fue bautizado) era carnívoro y eso hizo sospechar que, entonces, su almuerzo eran otros bichos también troglobios, y así fue que Maury invitó a otros biólogos a sumarse al estudio del ecosistema cavernario, que así ganaba notoriedad internacional mientras el grupo GEA seguía sin entender nada de lo que estaba pasando.

Uno de los invitados al campo fue el Dr. Luis Grosso, de la Universidad Nacional de Tucumán y especialista en crustáceos anfípodos (o sea, camarones, langostinos, pero más chiquitos y adaptados a las cavernas y espacios intersticiales) y otra especie nueva para la ciencia fue descripta. La misma estaba emparentada con fauna de cavernas de Nueva Zelanda y todos tenían ancestros en común con fauna del megacontinente de Gondwana. Así es: en cavernas argentinas sobrevive fauna dongwanica.

Luego (1991) una bióloga brasileña pudo colectar, a escondidas, un ejemplar de un coleóptero cascarudo (Ptomaphagus picunche se llamaría luego en el mundo científico).  Pincunchenops spelaeus significa “cavernícola sin ojos del depto. de Pincunches, Neuquén” (nops es “sin ojos”).

Luis Grosso formó a su estudiante y becaria favorita, Marcela Peralta, quien luego fue Licenciada y luego Doctora y hoy trabaja en la Fundación Miguel Lillo – Tucumán. Una bióloga creyente, que supo conciliar ciencia y fe y que terminó superando a su maestro, para orgullo de él mismo. Marcela fue incorporada a la FAdE hace unos 15 años y describió varias especies nuevas en varias cavernas del país; pero más que eso, hizo el inventario más completo de fauna cavernícola e intersticial del país, que iba a publicar en 2010 la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable pero nunca lo hizo. Marcela Es una científica de renombre internacional, pero muy humilde. Al leer estas líneas seguro va a sonrojarse.

En 2006, en el transcurso de una clase práctica de la Escuela Argentina de Espeleología en Cueva Doña Otilia, y rodeada de alumnos paraguayos y argentinos, la Dra. Peralta descubrió esto que ahora motiva este artículo.

Fue así que dio aviso al Dr. Acosta quien, al igual que ella, es parte del staff de miembros honorarios y asesores científicos de la FAdE. Se gestionaron los permisos del caso y en 2016 (diez años después del descubrimiento) se pudo hacer la colecta de especímenes. La posterior clasificación taxonómica tardó tres años: la Cueva Doña Otilia, así llamada por el nombre de la abuela del puestero local Martín Zagal, había sido topografiada en 1972 por el Centro Argentino de Espeleología, pero luego ignorada hasta 1996, cuando se formó la delegación local del Instituto Argentino de Investigaciones Espeleológicas  – INAE, hoy columna vertebral de la FAdE.

La noticia fue presentada en las redes sociales de esta manera:

Descripción del primer opilión troglobio de Mendoza y del

primer troglobio argentino en una cueva de basalto

Esta publicación es producto de 20 años de trabajos de campo de la FAdE y del trabajo de clasificación del Dr. Luis Acosta, de la Universidad Nacional de Córdoba, también miembro honorario de la Federación Argentina de Espeleología. En la misma caverna hemos detectado homópteros, ácaros, nemátodos, por lo que este hallazgo sería de extrema importancia, en tanto la presencia de cadenas tróficas completas harían de la cueva doña Otilia un ambiente sumamente vulnerable, pero que cobija una comunidad de variedades endémicas de cavernas. El hallazgo se produjo en una zona a mitad de camino de los yacimientos petroleros de Laguna Llancanelo y Cerro Fortunoso, y cercano a otros yacimientos, lo que enciende la alerta acerca de la necesidad de proteger de manera específica este ecosistema único. Se trata no sólo de la primera especie descripta en una cueva mendocina y en una cueva basáltica en el país, sino también de una nueva FAMILIA de opiniones (arácnidos, grupo al que también pertenecen arañas, escorpiones, ácaros), lo que aportará datos fundamentales para la reconstrucciones paleoclimáticas de la zona, como asimismo para la Biogeografía Histórica. El trabajo completo consta de 37 páginas y ya fue posteado en la web transitoria de la FAdE: https://issuu.com/fade3/docs/acosta_2019_otilioleptes_journal.pone.0223828.

Asimismo, la Red Nacional de Acción Ecologista – RENACE, se hizo eco de esta noticia y la posteó en su web: http://renace.net/?p=6680.

Declaraciones exclusivas del Dr. Acosta:

Conversando con el científico, nos explicó algunas cosas:

Hace unos días fue publicada la descripción formal del sorprendente opilión troglobio de Doña Otilia, Otilioleptes marcelae Acosta, 2019 (Opiliones, Laniatores, Otilioleptidae). Doña Otilia es un extenso tubo lávico situado en la Payunia, sur de Mendoza, en un entorno epígeo sumamente árido y riguroso, prácticamente incompatible con la existencia de Opiliones. Por cierto, todo el oeste árido argentino y la Patagonia extra-andina representan una extensa franja xérica hostil para la presencia de estos arácnidos, tan dependientes de la humedad. En dicha región se han detectado unas pocas poblaciones de carácter relictual, algunas de ellas habitantes de cavernas. De éstas ya había sido descripto un opilión con características troglomórficas: el troglobio Picunchenops spelaeus Maury, 1988 (Triaenonychidae), del sistema Cuchillo Curá, Neuquén. También existen hallazgos, por ahora esporádicos, en la Caverna de Chorriaca (80 km de Cuchillo Curá) y la Caverna de las Brujas, Mendoza, que no muestran troglomorfismo acentuado, asignados provisoriamente a “Parabalta” (Gonyleptidae)”.

El hombre está acostumbrado a hablar en difícil, pero con lo que explicamos al principio tenemos elementos para entender, no?. Se trata de animalitos propios de climas húmedos y que son muy abundantes, sus parientes actuales, con ojos, en zonas litoraleñas o amazónicas, pero no en clima árido. Por eso se encuentran en cuevas, porque allí se conserva lo que sería una “humedad fósil”. Sus parientes de la superficie pudieron haberse extinguido por completo. Por eso se dice “relictuales”… son restos de una fauna que pobló nuestra zona árida en tiempos pasados, cuando esto no era un desierto, sino zona fértil. Interesante para quienes estudian el cambio climático, no?. Y la Biogeografía Histórica.

Sigue:

“La nueva especie Otilioleptes marcelae ostenta varios “records”: es el segundo opilión troglobio del país (detrás de Picunchenops), y el primero en Argentina perteneciente a la extensa superfamilia Gonyleptoidea (anteriormente se conocían unas 11 especies de troglobios en esta superfamilia, principalmente de Brasil). Es también el primer opilión troglobio capturado en un tubo de lava en toda Sudamérica (las especies conocidas hasta el momento corresponden a cavernas kársticas, o rara vez, de arenisca). Los materiales que sirvieron de base para la descripción fueron colectados por la Dra. Marcela Peralta (Tucumán), a quien he tenido el gusto de dedicar el nombre específico por su permanente impulso a la Bioespeleología”.

Las cavernas kársticas son aquellas en las que primero se formó la roca (calizas y yesos mayormente) y luego el agua formó las cuevas horadando la roca. Las cuevas basálticas, o tubos lávicos, en cambio, se forman en los extensos ríos de lava que emanan de los volcanes, sinintervención del agua. El agua ingresa mucho más tarde, por goteo, a través de las grietas; otro dato no menor es que el mayor río de lava del planeta se encuentra, oh casualidad, también en Payunia. Esto fue descubierto hace unos quince años por científicos italianos vinculados a la FAdE y recientemente publicamos el informe en https://issuu.com/fade3/docs/pasquar_et_al_2008_ridot_499fcab89e22ce en este estudio participó también el Dr. Walter Bertotto, de la Universidad Nacional de La Pampa, quien ha realizado estudios ya en una caverna en Puelén, Cueva La Alada, que también alguna vez. Una vueva lávica hermana de Doña Otilia…..

Payunia es entonces un diamante en bruto para la geo-espeleología, pero ahora también lo es, y quizás en mayor magnitud a partir de ahora, para la bio-espeleología. Bajo los pies de los puesteros que luchan cotidianamente por una vida mejor, hay otro mundo que espera ser descubierto.

El Dr. Acosta nos cuenta luego que “desde el comienzo, esta curiosa especie representó un gran desafío científico. La primera impresión, basada en la apariencia simple y despigmentada de los ejemplares, fue que se podía tratar de individuos juveniles (que no son útiles para el trabajo taxonómico). Sin embargo, el examen de las partes reproductivas demostró que se trata de especímenes adultos, macho y hembra, sin el dimorfismo sexual tan característico de la familia Gonyleptidae (los opiliones más frecuentes en nuestra fauna). La identificación de estos ejemplares como un género y una especie nuevos siempre estuvo fuera de dudas; el problema realmente difícil fue determinar a qué familia de opiliones debía ser asignado. Este problema fue abordado a través de un análisis cladístico (metodología sistemática que busca reflejar la posible filogenia de los grupos), comparando Otilioleptes marcelae con otras 44 especies representativas del suborden Laniatores y especialmente, de la superfamilia Gonyleptoidea (pertenencia sugerida por la morfología genital). El resultado de este análisis fue, una vez más, sorprendente: Otilioleptes muestra una posición aislada y muy basal en un linaje que los especialistas llaman “Laminata”, lo que podría significar una condición primitiva en el conjunto de la superfamilia. Considerando tales resultados, propuse también una nueva familia de Opiliones, para contener el nuevo troglobio y dar cuenta de su singularidad: familia Otilioleptidae Acosta, 2019”.

El científico, así, nos explica cómo el material en sus manos lo fue llevando él hacia un descubrimiento que ni él mismo imaginaba hace apenas tres años: una nueva familia, ya no sólo especie, de un animalito de clima húmedo, en una cueva húmeda de la Payunia seca.

Pero, como todo buen científico, se sigue haciendo preguntas:

“A partir de estos resultados surgen preguntas sobre cuál podría haber sido el origen de esta especie, la cual parece haber quedado en carácter de “superviviente” o relicto en un tubo de lava, gracias al microclima (nivel de humedad) mantenido en el interior de Doña Otilia (y posiblemente en el “medio subterráneo superficial” asociado). Entre los principales interrogantes se cuenta la edad de las cavernas basálticas, en general bastante jóvenes y susceptibles de destruirse en un breve tiempo geológico; esto es en apariencia incompatible con una evolución de millones de años, como es lo que parece representar Otilioleptes marcelae. Se espera poder abordar este interrogante a través del uso de marcadores moleculares. Por otra parte, queda muy claro el valor evolutivo de esta especie, así como la urgente necesidad de establecer medidas de protección para la caverna Doña Otilia, su único hábitat conocido”.

Si Picunchenops spelaeus significa “cavernícola ciego de Pincunches”, Otilioleptes marcelae es “Marcela, el opilión de Doña Otilia”. Algo así como “Lucy”, el Homo habilis de la garganta de Olduvai, Africa, sólo que nuestro opilión es macho y Marcela es mujer.

De nuestra parte, y desde la amistad y admiración hacia esta pionera de la Bioespeleología en Argentina, que ha estado muchas veces en Malargüe investigando y enseñando, un merecido homenaje.

Para ambos investigadores, recordamos las palabras de Albert Einstein: “el premio por el trabajo bien hecho es la posibilidad de más trabajo futuro bien hecho”

Dicho de otra manera: ésto recién empieza

Gentileza: Carlos Benedetto – carlos_benedetto@fade.org.ar

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