Se recicla idea de aumento de chances para llegar a segunda vuelta si Alberto F. mantiene porcentaje de PASO.
El Gobierno de Mauricio Macri va tomando conciencia de que el 10 de diciembre pueden tener que juntar sus papeles, vaciar los escritorios de sus despachos oficiales y volver al llano. Esto no quiere decir que Cambiemos no esté dispuesto a pelear con uñas y dientes para obtener votos que le permitan a la coalición gobernante eventualmente llegar a competir en un balotaje.
“Sabemos que es muy difícil, pero tampoco era fácil en 2015 ganar en la provincia de Buenos Aires y en la Nación”, sostiene un allegado a Macri. Claro está que en ese entonces había un extendido rechazo al estilo de conducción de Cristina Fernández de Kirchner, no había demasiados preconceptos sobre Macri y muchos ponderaban su gestión en la Ciudad de Buenos Aires. Hoy, en cambio, la oposición encara la campaña reprochándole que no cumplió con ninguna de sus promesas y que deja en peor situación al país.
En 2015 era fácil ser opositor ya que la situación económica era mala y buena parte de la sociedad estaba cansada de lo que consideraba el autoritarismo del Gobierno kirchnerista. Hoy también es fácil ser opositor cuando la pobreza ronda el 35% de la población, la inflación supera el 50% y cae 2,5% el producto bruto interno. Y encima, la oposición tuvo la habilidad de correr a un segundo plano a Cristina, la figura que más rechazo genera en ciertos sectores de la sociedad.
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Si bien reconocen que las probabilidades están en contra -y por mucho- en el entorno de Macri se esperanzan con la idea de que parte del electorado revea su decisión o vaya a votar con la determinación de “no volver al pasado”, un pasado cuyas imágenes -sostienen- se volvieron presentes con la toma de shopping o los acampes de los movimientos sociales en la avenida 9 de Julio.
Y también afirman que si bien Cristina no ocuparía la presidencia en un eventual Gobierno de Alberto Fernández, “nadie cree que vaya a ser un vicepresidente figurativo, está primera en la línea de sucesión presidencial y no va a ser como (Julio) Cobos, que no firmaba nada cuando la entonces Presidenta se encontraba de viaje en el exterior”.
Desde las filas del oficialismo también advierten que si bien la situación económica es complicada, “los problemas no se resolverán mágicamente porque asuma Alberto Fernández, por el contrario pueden empeorar porque la Argentina tiene una restricción seria de financiamiento externo y los inversores inicialmente no van a apoyar porque tienen en la memoria lo que hizo el kirchnerismo”.
Otros argumentos que esgrimen para explicar la captación de apoyos es que han detectado que una parte de la población votó en contra del Gobierno en las elecciones primarias para manifestar su descontento, pero creen que ya enviado este mensaje, el voto puede cambiar cuando “se elija en serio”. Al respecto observan que al menos una parte de la población siente temor por un eventual “descontrol de la calle” y actos de revanchismo, en tanto otros cuestionan la posibilidad de que vuelvan a darse casos de corrupción.
En el Gobierno reconocen que “nos alejamos de la gente”. En este sentido se explica que el presidente Mauricio Macri haya decidido visitar, a partir del 27 de septiembre, 30 centros urbanos en los que el oficialismo tiene posibilidades de ganar. “Necesitamos volver a proyectar cercanía”, explican anticipando las razones que llevarán a realizar caravanas y actos en plazas.
Saben que la situación económica juega en contra del Gobierno y están dispuestos a “poner la cara, aunque nos lluevan bifes” -señalan en la Casa Rosada-. Consideran necesario explicar que, más allá de los errores, “se ha avanzado mucho en terrenos como el institucional, la transparencia, la gente ha hecho muchos sacrificios que no se deben tirar por la borda”. En última instancia, apuestan a que ir de frente reconociendo equívocos será una actitud valorada por la población. Y si todo esto no fuera suficiente para ganar las elecciones, al menos insistirán en la necesidad de fortalecer una oposición en el Congreso.
También y como lo hicieron en 2015 harán un llamado a todos sus adherentes para que los ayuden a fiscalizar la elección.
Si bien la mayoría dentro de Cambiemos está de acuerdo en “salir a pelear voto a voto”, algunos reclaman que se tomen más medidas para mejorar la mala situación económica. Es más, dicen, hay actitudes que no se entienden, como, por ejemplo, el no cumplir con la palabra empeñada como es el caso del reciente aumento de los combustibles cuando se había dicho que se congelaba el precio hasta noviembre.
“Esto complicará aún más el escenario de malestar y seguramente aumentará el índice inflacionario”, se lamentan aquellos que empujan con entusiasmo el hacer campaña en contacto con la gente.
Es más, según les respondieron desde la Casa Rosada, no estaría previsto tomar otras medidas para aligerar el peso de la crisis económica, de donde el convencer voluntades seguirá pasando por rescatar del actual Gobierno mejoras institucionales. “Tiene gusto a poco”, comentan quienes no comulgan mucho con el eje de campaña que determina el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
En paralelo, en el entorno presidencial se sostiene que, si llegaran a perder las elecciones, la decisión es “hacer la transición lo más ordenada posible”. En esta hipótesis, el escenario tampoco es sencillo, ya que tanto en el Gobierno como analistas privados creen que un eventual triunfo de la fórmula opositora acentuaría las tensiones en los mercados.
Fuente:https://www.ambito.com/el-animo-la-casa-gobierno-octubre-n5055369
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