“La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”
José de San Martín.
La vida de Don José no fue perfecta, tampoco lo fueron sus actos. Pero es precisamente esta condición de ser humano acuciado como cualquiera, por sus defectos, vicios y errores, lo que ennoblece sus logros. Ser el más grande prócer de nuestra patria siendo un semidiós o un héroe homérico es fácil, el mérito es serlo siendo una persona común de carne y hueso.
La primera duda es acerca de sus progenitores. Se dice que fue el fruto de una relación esporádica entre Diego de Alvear y Rosa Guarú, una indígena que estaba al servicio de los San Martín. Esta versión es poco verosímil, pues no existía necesidad alguna por parte de Juan de San Martín, de asumir la paternidad de un hijo ilegítimo de una aborigen. Estos vástagos “accidentales” no eran para nada infrecuente en aquellos tiempos.
Por otro lado, cuenta la leyenda, que una anciana le preguntó a un soldado paraguayo acerca de San Martín, dicha mujer se supone que guardaba un relicario con la imagen del libertador y aseguraba que era su hijo. Este hecho estaría fechado en 1865, Don José nació en 1778, si esta aborigen hubiese sido madre a los 15 años, para el momento del encuentro con el soldado tendría la friolera 102 años.
También existen dudas con respeto a su paternidad. Es casi imposible saber si fue el padre biológico de Merceditas. Al momento de su nacimiento (1816), San Martín estaba casado y convivía con su esposa en Mendoza. Remedios era una joven de 18 años, de una familia tradicional y muy enamorada de su esposo (al menos hasta ese momento), lo que dificulta imaginar una infidelidad, al menos en esa época, más adelante existen sospechas acerca de su lealtad.
Por su parte, la salud de San Martín no fue de lo mejor. Sufría de reuma y de dolores abdominales desde muy joven; en aquellos tiempos el único tratamiento para combatir los dolores que la patología articular le producía era el consumo de láudano (derivado del opio), fármaco del cual se volvió adicto. El consumo de esta sustancia no afectó sus facultades intelectuales pero si su estómago, llevándolo a padecer severas hemorragias digestivas que lo postraban durante días.
Otro misterio fue el encuentro con Bolívar en Guayaquil, ¿por qué San Martín le dejó el ejército y se fue a Europa?
Existen muchas interpretaciones, pero quizás la más atractiva sea la que lo explica en relación a sus condiciones de masones, calidad que sólo unos pocos ponen en duda.
Su pertenencia a la orden explicaría algunas de sus extrañas decisiones de vida. Habiendo dejado de niño el Virreinato del Rio de la Plata (territorio español), viaja a la península y se suma al ejército español, luchando bajo su bandera durante más de 20 años. Sorpresivamente pide la baja, viaja a Inglaterra y desde allí se embarca hacia Buenos Aires, donde se convierte en el paladín de la lucha libertadora americana. 10 años después, abandona América y regresa a Europa para terminar sus días en el viejo continente.
Don José habría sido iniciado en 1808 en una logia en Cádiz, de allí se dirige a Londres, donde traba amistad con su “hermano” el Conde de Fife y se vincula con los patriotas (también masones) Alvear, Zapiola y Chilavert entre otros. En esta ciudad habría recibido de mano de la orden, el plan Maitland para la conquista de América, plan que ejecutaría con el fin de liberarla.
Ya en nuestro suelo, funda las logias Lautaro de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza; luego establece logias en Chile y en Perú. Es fundamental tener en cuenta que desde Washington hasta Pueyrredón, pasando por O’Higgins, Miranda, Belgrano y hasta el propio Bolívar, todos pertenecían a la masonería, lo que sugiere una profunda relación de la misma con las luchas por la independencia libradas en el continente.
Volviendo al encuentro de Guayaquil, este encuentro entre “hermanos” definió la división de tareas: Bolívar se encargaría de la lucha armada y San Martín del reconocimiento de las nuevas naciones en Europa.
Luego de un inoportuno desembarco en Francia (gobernada por los Borbones), Don José comienza su periplo por Inglaterra, Escocia, Bélgica (donde se acuña una medalla masónica con su perfil) y Francia, donde da por terminada su tarea y en donde decide pasar sus últimos días.
San Martín, ¿era pobre o millonario? Ni una cosa ni la otra, digamos que tenía un buen pasar. Recibía rentas de propiedades en Buenos Aires, Mendoza y Chile, así como una pensión desde Perú; también heredo un importante capital de su esposa Remedios. Don José tenía una casa en Paris y otra en Boulogne Sur Mer.
Por último las infidelidades del matrimonio.
Son conocidos los romances del libertador con la patriota peruana Rosa Campuzano Cornejo y Carmen Mirón y Alayón; en menor medida el que habría mantenido con una aristócrata chilena (según relata Sarmiento) y ciertamente dudosos los que se le imputan con María Josefa Morales, con la mulata Jesusa y con Fermina González Lobatón . Lejos de justificar ese comportamiento, era muy común que los militares (así como los marineros), alejados de sus hogares durante años, tomasen esas “licencias”.
Del mismo modo, las esposas de los militares, solían “caer en la tentación” más de una vez. Tal parece haber sido el caso de Remedios, sea con Bernardo de Monteagudo, en Buenos Aires o con Gregorio Murillo y Joaquín Ramiro, en Mendoza. Estas aventuras no han podido ser confirmadas y son unas de tantas suposiciones que difícilmente sean develadas.
Las hazañas, la valentía, la entrega, el patriotismo, la modestia y la hombría de bien de Don José, no son empañadas por sus debilidades de ser humano, más bien lo enaltecen aún más.
Mitre lo transformó en bronce, con el fin de convertirlo en un modelo y fomentar la identidad nacional en una población cuyo porcentaje de inmigrantes llegó a ser del 40% del total. Quizás fue una decisión desacertada, no lo sé, tampoco creo que esa exageración nos perjudicase como individuos, como ciudadanos y como argentinos.
Sólo una reflexión final: No creo que debiesen existir tantos feriados en nuestro país, pero ¿no les llama la atención que el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia sea un feriado inamovible y el que recuerda a quien llamamos “el padre de la patria” no? Se ve que ser un patriota para los políticos y para muchos otros ha pasado de moda, “está devaluado” y “no garpa”.
Gentileza: Rogelio López Guillemain – rogeliolopezg@hotmail.com
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