Tanto el plátano como la banana o banano, según el país donde se lo nombre. Y vienen de la misma familia: las musáceas. Pero la popularidad del plátano esconde un pasado oscuro. Una historia de explotación que cambio Centroamérica para siempre.
Originario de Papua Nueva Guinea el cultivo del plátano se extendió a través de la India y el mundo islámico, hasta llegar a las costas africanas.
En el siglo XV comerciantes portugueses comenzaron a establecer plantaciones en sus colonias de América.
Las bananas se popularizaron como base de la alimentación para los esclavos por su alto valor calórica y por su escaso costo de producción. Pero su exportación no era rentable, porque la fruta no aguantaba el largo viaje hasta las metrópolis. Con los avances en el transporte, empezó a exportarse a occidente y las posibilidades de negocio se multiplicaron. A finales del siglo XIX las compañías estadounidenses “Tropical Trading and Transport Compañy” y “Boston Fruit Company” provistas de barcos refrigerados competían por el control de plátanos. En 1899 las dos empresas se fusionaron y nació la United fruit Co. Que se dedicó a mejorar la infraestructura en Centroamérica para la producción. Establecieron radios, trenes y plantaciones: Guatemala, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Panamá y Colombia. Llegaron a controlar 1,5 millones de hectáreas de terreno.
Sus trabajadores la apodaron “El Pulpo” porque nada, ni nadie escapaba su control. Para eliminar todos los obstáculos que impedían su expansión la bananera consiguió dominar políticamente a los pequeños países centroamericanos. Así nació la República Bananera y su máximo exponente fue Honduras. El sistema de las República bananeras funcionaba así: La United Fruit Company colocaba dirigente en el poder, ellos les daban concesiones de terreno y los contrataban para construir redes ferroviarias estatales, que en verdad eran utilizadas para transportar bananas. El gobierno rebajaba los impuestos sobre las exportaciones y silenciaba las protestas de los trabajadores. A cambio La United les ofrecía el apoyo de EE.UU.
Para conseguirlo, la empresa convenció al congreso estadounidense de que los sindicatos de los trabajadores eran comunistas y había que evitar el triunfo del comunismo en Centroamérica, ante todo. Con esta excusa financio y apoyo golpes de estado en Hondura en 1912 y en Guatemala en 1954. Mientras tanto en Estados Unidos se popularizo el consumo de la fruta gracias a las masivas campañas de marketing. Anuncios, revistas, libros de cocina, incluso material escolar promocionando sus beneficios. La estrategia de marketing de la United se centró en aumentar la fidelidad a la marca y con el nombre de “Chiquita banana” empezó a poner etiquetas individuales en cada fruta. Pero el costo real en los países que se producía, no tardo en dejar secuelas.
En 1928 una huelga en “La Ciénaga” Colombia se convirtió en una masacre en la que murieron cientos de trabajadores a manos de un ejército, defendiendo los intereses de la multinacional frutera con violencia. Los muertos fueron cargados en trenes y lanzados al mar. Gabriel García Márquez lo describió en “Cien Años de Soledad”, José Arcadio se arrastró de un vagón a otro y en los relámpagos que estallaban por entre los listones de madera, al pasar por los pueblos dormidos veían los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo”.
En 1954, la propuesta del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz de comprar tierras no cultivadas de la United Fruit y distribuirlas entre campesinos dio lugar a un golpe de estado y todo indica, orquestado por United y apoyado por Estados Unidos. Todo por no perder el monopolio de las tierras y las plantaciones guatemaltecas. En 1958 la United Fruit fue obligada a vender parte de sus acciones para cumplir la ley estadounidense anti monopolio pero su influencia sobre la política de Centroamérica se ha mantenido hasta hoy. “Chiquita Banana” insiste en que sus plantaciones son sostenibles. Esto sería fácil de creer si obviáramos la historia que le precede.
“La Compañía Frutera Inc. se reservó lo más jugoso, la costa central de mi tierra, la dulce cintura de América.” Pablo Neruda.
Gentileza: Beatriz Genchi – Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
beagenchi@hotmail.com
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