El otro planteo del candidato fue hacia los delegados del FMI. A pesar de que hablaron en buenos términos los hizo co-rresponsables de la situación económica en Argentina. Como abogado, además, intentó dejar marcados antecedentes o ‘pruebas’ para la renegociación, en caso de que le toque hacerla a él: «Les avisé varias veces en estos meses que enviaban desembolsos a un gastador compulsivo».
Según su visión, el Gobierno no tomó las decisiones adecuadas antes y tampoco en los últimos días. En los análisis post anuncios se cuestionaba en sus oficinas la decisión de «defaultear la deuda a corto plazo que es prácticamente en pesos» y señalaban que «debe ser la primera vez en la historia que se defaultea una deuda en la moneda del país». La advertencia que se hizo puertas adentro fue que el mensaje sería: si no se puede pagar la deuda en la propia moneda, tampoco se podrá saldar el resto de la deuda de la Argentina.
En la lista de advertencias que fueron desde el Frente de Todos a Casa Rosada pusieron al tope la casi certeza de que habría problemas cambiarios. Anoche señalaban los ‘albertistas’ que los funcionarios «perdieron un dineral en divisas, todo al revés de lo que les dijimos». Y aclararon que el default de la deuda a corto plazo y la refinanciación se hicieron sin consultar al ex jefe de Gabinete.
Cuando él mismo habló con Hernán Lacunza tras su designación, le preguntó con quién prefería seguir las conversaciones. Hace ocho días, el viernes 23, el ministro eligió hablar con Emmanuel Alvarez Agis, con quien se sentía más cómodo. Le pidió que el candidato los ayudara ante el FMI. Dicen que Fernández solicitó precisiones antes de dar su apoyo y el sábado 24 él mismo mensajeó a Alvarez Agis reclamándole más precisiones. Entonces el ministro cambió de interlocutor. Se comunicó con Guillermo Nielsen que le reiteró la consulta: detalles concretos sobre lo que harían.
Después apareció en escena Luis Caputo que, conociendo a Fernández, lo contactó y transmitió a Hacienda y a otros funcionarios (¿le habrá dicho lo mismo al Presidente?) que no podían pedirle que firmara «un cheque en blanco». Su presencia el miércoles 28 en el Ministerio, día de los anuncios, hizo creer a los ocupantes del búnker de la calle México 337 que estaban escuchando a Fernández.
El jueves 29 no hubo ni feriado cambiario ni bancario como había sugerido el candidato. Lo consideró un error. Vio desde la larga mesa de la sala de reuniones contigua a su oficina las placas con la suba del dólar y el riesgo país en la televisión. Y se sorprendió cuando durante toda la mañana los canales repetían sin cesar la misma imagen: él bajando del auto, poniéndose el saco e ingresando a su oficina sin hacer comentarios sobre los anuncios del día anterior. «¿Es noticia?», se preguntaba mientras leía en la pantalla: «Alberto Fernández llegó a su oficina».
Durante todo el jueves Fernández insitió en que él mismo pidió a Nielsen que hiciera algunas aclaraciones por frases que se les atribuyeron a los dos y que no fueron dichas. Y repetía que quería ayudar pero que no encontraba la manera ya que sin ser presidente electo no podía hacerse cargo de ninguna gestión. Le molestó que pusieran en boca del economista una supuesta recomendación en una call conference para que el FMI no haga el próximo desembolso. Incluso elogió ante algunos de sus visitantes a Lacunza, especialmente por su don de gente más que por cuestiones económicas. Pero se cansó de que lo culparan por cada ‘ruido’ en los mercados, la suba del dólar, la caída de la bolsa y el riesgo país.
En el mediodía del jueves le quitó atención a la city y se reunió con los integrantes de la Mesa de Enlace Agropecuaria. A pesar de las deudas pendientes entre el kirchnerismo y el sector el encuentro fue, en el contexto de la jornada, un alivio para el candidato que se quedó con una buena sensación tras la conversación. En lugar de hablar sobre la situación del día habló de lo que quiere hacer y de sus propuestas al campo. «Hablemos del futuro y no del pasado», coincidieron, aunque preocupados por el presente. No hubo promesas altisonantes pero el diálogo se abrió.
Mientras todavía Daniel Pelegrina, Dardo Chiesa, Carlos Achetoni y Carlos Iannizzotti hacían declaraciones en la puerta de su oficina él se fue a almorzar al Senado con Carlos Caserio, jefe del bloque peronista que reemplazó a Miguel Angel Pichetto, y con intendentes de Córdoba con los que hará campaña en septiembre. Al senador le dejó un mensaje: esperar los detalles del proyecto del Ejecutivo y, si fueran «razonables», acompañar o proponer algunas modificaciones. A medida que pasaron las horas cambió de opinión: consideró «disparatada» la forma en que encararon lo que llamaron reperfilamiento y opinó puertas adentro que podrían hacerlo primero y después enviarlo al Congreso de la Nación.
Cuando regresó de la Cámara alta se sentó a tomar un café con un periodista del The Wall Street Journal. Fernández se reservó tiempo en la semana para mantener conversaciones privadas con distintos formadores de opinión, aunque trató de evitar las declaraciones públicas. Incluso le pidió a intendentes bonaerenses que evitaran expresar sus opiniones aún cuando varios lo llamaron para contarle que con las últimas medidas (como la quita del IVA a alimentos) enfrentaban serias dificultades para cumplir con sus obligaciones y pagar a proveedores que exigen ahora puntualidad mes a mes. También les encomendó, como lo hizo con Juan Grabois y con Fernando ‘Chino’ Navarro del Movimiento Evita, que pidieran a los movimientos sociales calma y tranquilidad y evitar cualquier desborde. Algo parecido hizo con dirigentes sindicales. Por eso le molestó oír las declaraciones tanto de Pichetto como de Elisa Carrió. «Yo ayudo, pero no soy presidente», repitió y se quejó por las acusaciones de ambos dirigentes que para muchos en el Frente de Todos hablan en el nombre de un Mauricio Macri que en paralelo trata de mostrarse más conciliador.
La declaración a The Wall Street Journal impactó. Pero en el entorno de Fernández insistieron en descartar que sea parte de una estrategia y la enmarcaron como respuesta a las preguntas del periodista. «Lo mismo dijo en junio», unificaron el discurso sus voceros que se ocuparon de compartir una entrevista publicada a mediados de este año donde decía más o menos lo mismo: que se estaba ante un default pero que el Gobierno no quería declararlo. Claro que dos meses atrás sus apreciaciones no generaban tanta atención como tras su triunfo del 11 de agosto en el que, según el escrutinio definitivo, alcanzó cerca de doce millones de votos. «Siempre dijo lo mismo, que estamos en un default virtual tapado por el Fondo. Lo dijo así desde el que se firmó el acuerdo«, insistieron cerca de Fernández.
Para el lunes, cuando ya haya aterrizado en España -donde dictará clases en la Universidad Camilo José Cela- no tiene mucha expectativa. A pesar del mensaje en Twitter de Mauricio Macri no se siente escuchado y piensa que se encaró «mal» esta etapa y que tal vez se anuncien medidas que controlen la venta de divisas para aliviar la situación. Sin embargo, perciben dudas en el Gobierno porque eso implicariá «contradecir todos sus dogmas».
Larga charla con Massa y el temor al 28/10
Alberto Fernández, que anoche se reencontró y tuvo una larga charla con su compañera de fórmula Cristina Fernández tras su regreso de Cuba, tuvo una semana en la que se mostró tranquilo pero no descansó, aunque diga que duerme bien.
Arrancó el lunes con un encuentro de una hora y media con los integrantes de la misión del FMI, que ya habían tenido varias reuniones con el Gobierno. Después emitió un duro comunicado.
El martes, cuando ya habían cerrado los mercados y se hablaba de un martes negro, Sergio Massa fue a visitarlo a México 337. Eran las 15.30 cuando el tigrense ingresó a las oficinas de Alberto Fernández. Se retiró a las 19. Hablaron, dicen, del FMI, del mercado de capitales, de la tasa de interés y del 28 de octubre, día al que le tienen cierto temor tanto por el efecto de la elección como por la reacción que pudiera tener el Gobierno. De todos modos, cuando no hubo aún ni campaña, ni debate, ni elección, parece una eternidad hablar de ese momento.
Fue un par de horas después de ese encuentro que el candidato a presidente del Frente de Todos salió a defenderse de las críticas que llegaban desde la Casa Rosada tras el alza del Riesgo País, los vaivenes del dólar y la caída de la Bolsa. «Presidente, no busque culpabes fuera de su Gobierno», retrucó desde su cuenta en Twitter mientras le reitaraba a Infobae que no cambió de opinión, que dijo lo mismo antes y después de las PASO, aunque ahora hace valer su triunfo.
Mientras compartían un almuerzo tardío con sushi pedido por teléfono, Fernández le contó al candidato número uno en la lista de diputados nacionales bonaerenses su encuentro con los delegados del FMI Alejandro Werner, Roberto Cardarelliy Trevor Alleyne. Calificó como «buenísima» la reunión.
Massa llegaba de una visita al Hospital Oncologico de José C. Paz donde hizo campaña acompañado por el intendente Mario Ishii y por la candidata a diputada provincial Malena Massa, su mujer.
Entre makis y rolls, Fernández anticipó que cree que «trabajaremos bien», en referencia a la recepción que su promesa de compromiso de pago tuvo ante los representantes del Fondo. Y aclaró que el comentario respecto al «vacío de poder» que tanto ruido hizo en los medios y en los mercados no lo tomó con la interpretación que se dio en la opinión pública si no como una descripción de lo que en Estados Unidos llaman ‘el síndrome de pato rengo’ y la situación actual en que un presidente fue derrotado en la Primaria mientras que su adversario le sacó amplia ventaja.
Massa fue directo. Le transmitió un mensaje de María Eugenia Vidal, con quien mantiene buen diálogo: el pedido para que ayude a Hernán Lacunza. Algo parecido ya había escuchado Fernández a través de su amigo Juan Manuel Olmos, que recibió un llamado de Horacio Rodríguez Larreta. Fernández se mantuvo predispuesto pero, como a todos, le dijo que no le daban información.
En la extensa charla Fernández y Massa puntearon cada distrito de la provincia de Buenos Aires, algo que ya hizo Axel Kicillof con su equipo. Y tras agotar la cuestión FMI analizaron cómo encarar el tema el día siguiente a la elección, es decir el 28 de octubre,prácticamente dando por sentado que ganarán la elección.
Parte de lo que hablaron sobre mercado de capitales y vencimientos caducó al día siguiente. Hablaron también de la reforma impositiva y la reduccion de impuestos a las pymes, promesas que ambos harán en el tiempo de campaña que arranca el 7 de septiembre y que planteó Fernández a la Mesa de Enlace.
Según una encuesta de Analía del Franco, la mayor demanda al candidato a presidente, tanto entre sus votantes como entre los votantes de Mauricio Macri, es que se genere empleo. Conversaron sobre eso, sobre cómo recomponer ingresos en 2020 y calificaron como una «locura» la tasa de interés a un año «que está convalidando el gobierno». Cómo bajar esa curva es una preocupación que compartieron. Anses y los Fondos de Garantía Sustentables también estuvieron en análisis. Además debatieron cuestiones electorales y analizaron cómo enviar señales a algunos macristas y radicales que tienen «más conciencia de la realidad» y que podrían cambiar de ‘bando’ o al menos acercarse para ayudar en la futura gobernabilidad.
Al día siguiente, el miércoles 21, lo primero que hizo Fernández fue desayunar con Carlos Melconian, ex funcionario del Gobierno en el Banco Nación. Lo que escuchó fue un análisis tan descarnado de parte del economista que lo hizo verse a sí mismo como un moderado.
Fuente:https://www.infobae.com/politica/2019/08/31/que-quiere-y-que-espera-alberto-fernandez-cronica-de-la-semana-mas-dificil-y-de-mayor-impacto-economico/
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