Son dos infecciones de las vías respiratorias que afectan frecuentemente a bebés y niños pequeños en el invierno.
¿Qué tienen en común la bronquiolitis y la neumonía? Normalmente aparecen en la misma época del año, comprometen las vías respiratorias inferiores y pueden producir síntomas similares.
La vacuna antineumocócica, que se aplica a niños y niñas a los 2, 4 y 12 meses, los pone a salvo de uno de los tipos más frecuentes de neumonía (producida por bacterias); en cambio, no hay vacuna para la bronquiolitis. Sin embargo, medidas preventivas relacionadas con la higiene y la limpieza del ambiente son útiles para evitar estas dos enfermedades.
Lactancia materna y otras medidas preventivas
Las siguientes medidas ayudan a disminuir la transmisión de todas las enfermedades respiratorias:
- Mantener la lactancia materna.
- No fumar durante el embarazo.
- Cumplir con el calendario de vacunación propuesto para cada edad.
- No exponer a los niños al humo del cigarrillo.
- Lavarles las manos a los niños con agua y jabón con frecuencia.
- Mantener alejados a los bebés de aquellas personas que están resfriadas o tienen tos.
- Si alguien en la familia tiene alguna infección de las vías respiratorias, debe lavarse las manos con frecuencia, especialmente antes de tocar al niño.
- Ventilar diariamente el ambiente donde se encuentra el niño.
- Cubrirse la boca y la nariz con el pliegue del codo o pañuelos descartables al toser o estornudar.
- Desechar adecuadamente los pañuelos.
Bronquiolitis, causa frecuente de internación
La bronquiolitis es una enfermedad bastante común y algunas veces grave, que produce una inflamación aguda de las vías aéreas inferiores (bronquiolos). Afecta principalmente a los más pequeños, en especial a los bebés menores de 6 meses y es habitual en los meses fríos. Es motivo corriente de hospitalización de niños menores de un año, a fines de otoño, invierno y comienzos de la primavera.
La causa más frecuente es el virus sincicial respiratorio (VSR). Más de la mitad de los bebés están expuestos a este virus en su primer año de vida. Otros virus que pueden causar la bronquiolitis pueden ser: Adenovirus, Influenza y Parainfluenza. La enfermedad se transmite de una persona a otra por el contacto directo con las manos contaminadas con secreciones nasales o a través de gotitas generadas al toser o estornudar, por aquellas personas infectadas.
El riesgo es mayor si el bebé tiene menos de 3 meses o bien pesa poco o nació prematuro.
¿Resfrío o algo más?
La bronquiolitis suele comenzar como un resfrío. Luego de 2 o 3 días de ese cuadro, algunos niños pueden tener pocos síntomas o síntomas menores y otros desarrollar más problemas respiratorios, como sibilancias (ruido similar a un silbido en el pecho) y tos.
El bebé con bronquiolitis puede presentar alguno de los siguientes síntomas: tos, fatiga, fiebre, mucosidad, respiración muy rápida, ruidosa y con silbidos en el pecho, rechazo parcial o total a la alimentación y falta de conciliación del sueño.
En los estadíos más graves de la enfermedad puede observarse hundimiento de la piel entre las costillas, aleteo nasal o retracción de los músculos del tórax en un esfuerzo por respirar.
Cuando las medidas preventivas no alcanzaron y el bebé enfermó, es necesario llevarlo al médico.
Los antibióticos no son efectivos contra las infecciones virales, como así tampoco está recomendado el uso de descongestivos, antialérgicos y antitusígenos. Los antitérmicos que se usan para bajar la fiebre se deben administrar como lo indique el médico. El tratamiento incluye reposo, buena hidratación del bebé, alimentación adecuada y control médico cada 24 horas, (si es menor de 6 meses). Eventualmente se administran broncodilatadores a través de aerosol aerocámara (“paff”).
Alta temperatura corporal (+ de 38°C), decaimiento y rechazo del alimento son motivos suficientes para llevar al niño al médico. Se debe consultar en forma urgente cuando respira rápido, (sin fiebre, y con silbidos o ronquidos, se le hunde el pecho al respirar y sobre todo, cuando aparece el color azulado en la piel, las uñas o los labios debido a la falta de oxígeno (cianosis).
Neumonía: los pulmones en jaque
La neumonía es la principal causa de muerte en los niños pequeños de América Latina, lo que representa un tercio de los pacientes que acuden a servicios pediátricos. Con la detección temprana de la enfermedad y el tratamiento con antibióticos, se evitarían alrededor del 85% de estas muertes.
Se trata de una infección que ocasiona una grave inflamación de los pulmones, produciendo dificultad para respirar e inclusive dolor. El agente causal puede ser una bacteria o un virus. La neumonía causada por bacterias tiende a ser la más grave. En los adultos, las bacterias son la causa más común de neumonía, mientas que en bebés y niños suele ser de origen viral.
Quienes presentan mayor riesgo de desarrollar una neumonía complicada son los niños muy pequeños, los adultos mayores, las personas con su sistema inmunitario debilitado (por ejemplo, personas con VIH-sida) y las personas con otros problemas médicos serios, con compromiso de la inmunidad como diabetes o cirrosis etc.
Esta enfermedad puede contraerse por las siguientes vías:
- La propagación hacia los pulmones de las bacterias y virus que viven en la nariz, los senos paranasales o la boca.
- Al aspirar alimentos, por reflujo gastro esofágico o trastorno de la deglución desde la boca hacia los pulmones (neumonía por aspiración).
Una enfermedad que no pasa desapercibida
Los síntomas de la neumonía pueden ser uno o más de los siguientes:
• Dificultad para respirar.
• Escalofríos.
• Fiebre y sudoración.
• Dolor en el pecho (en puntada de costado), o dolor abdominal.
• Tos (con flema o seca).
Existen varios tratamientos para esta enfermedad pero es importante acudir al médico para que indique el más adecuado según el caso.
En general, se recomiendan reposo, antibióticos y medicamentos para aliviar los síntomas. De ser necesario, la persona enferma con neumonía puede requerir hospitalización. Con tratamiento, la mayoría de los pacientes mejoran al cabo de 2 semanas, aunque los pacientes de edad avanzada o con su sistema inmune más débil pueden necesitar un tratamiento más prolongado.
La vacuna antineumocóccica
El neumococo es una bacteria que puede producir enfermedades graves como neumonía y meningitis.
Para prevenirlas, las personas con mayor riesgo de padecerlas deben asegurarse de recibir la vacuna. Es gratuita y se aplica en todos los centros de vacunación y hospitales públicos del país.
Niños y niñas: a los 2, 4 y 12 meses de vida. Los que no completen ese esquema de 3 vacunaciones, deben hacerlo antes de los 5 años.
Niños y adultos con enfermedades inmunológicas o crónicas que pertenecen a los grupos de riesgo (diabetes, tabaquismo, enfermedad respiratoria, cardíaca, VIH, etc.) tienen que recibir esta vacuna.
Adultos mayores de 65 años: esquema secuencial de dos vacunas.
No a la automedicación
Medidas “caseras” como poner paños de alcohol o vinagre sobre la piel del bebé y ofrecer aspirina en dosis elevadas pueden generar en el niño un cuadro de toxicidad que simula o exacerba la dificultad para respirar. Por eso, es importante no automedicar ni usar productos no permitidos para niños ya que pueden generar consecuencias graves para la salud.
“La bronquiolitis en Mendoza tiene su máxima expresión desde el punto de vista epidémico en los meses de junio y julio. En los primeros años de vida, el 100% de los niños habrán tenido contacto con este tipo de virus pero no todos desarrollarán bronquiolitis y las internaciones por esta enfermedad representan un porcentaje mínimo de los niños que la adquieren.
Es importante, por lo tanto, respetar las medidas de prevención y bioseguridad que son comunes a todas las enfermedades respiratorias. La asistencia a jardines maternales, desde etapas tempranas de la vida, favorece la proliferación de este tipo de microorganismos en esta población más susceptible. Por este motivo, se aconseja no mandar a los niños al jardín cuando están enfermos.
Todos los años tenemos los hospitales sobrecargados por este problema y las salas de internación colmadas en su capacidad.
Los padres tenemos un rol protagónico en la salud pública y si hacemos lo que nos corresponde, nuestros hijos crecerán más saludables”, Luis Parra, pediatra neumonólogo, Hospital Humberto Notti.
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