Hablando de paisajes terrestres del sur argentino, hay algunos que producen alegría y hay otros que originan tristeza, porque a veces las condiciones no ayudan y pareciera que el suelo estuviera solo.
En la Patagonia argentina el campo de tulipanes en Trevelin, al noroeste de la provincia de Chubut o en los olivares de San Antonio Oeste al sureste de la provincia de Río Negro, no se puede sentir más que alegría.
Pero lamentablemente contrastando con estos paisajes, a veces muy cercanos entre sí, no ocurre lo mismo. Por citar casos, hablo de regiones Cuyanas en las que coexisten zonas desprovistas de vegetación y de cultivos, al igual que en nuestra Patagonia.
¿Qué fenómenos ocurren que generan estos cambios abruptos, llamativos y a veces indeseados?
El fenómeno principal es la desertificación que conlleva cambios físicos, químicos, biológicos y geológicos, en ocasiones con ocurrencia natural y en ocasiones provocado por el hombre.
Se trata del proceso por el que un territorio que no posee las condiciones climáticas propias de los desiertos, o sea paisajes bioclimáticos con escasísimas lluvias y en consecuencia, escasa presencia de fauna y flora, adquiere las características de éstos como resultado de la destrucción de su cubierta vegetal y de la erosión del suelo, siendo la expresión máxima
del deterioro y degradación del mismo.
¿Qué es y cómo es el suelo que pisamos?
El suelo es una delgada franja de la biosfera, la capa constituida por agua, tierra y una masa delgada de aire, en la cual se desarrollan los seres vivos. No es sinónimo de tierra, piedra o asfalto. Es la base que sustenta la vida en la tierra. Es el soporte del cual las plantas extraen agua y nutrientes minerales que necesitan para crecer, en los ecosistemas terrestres. En él
tienen lugar los procesos de reciclaje de la materia, por ejemplo cuando muere un animal, la degradación biológica participa del ciclo natural de los bioelementos químicos, por ejemplo el carbono y el nitrógeno.
Se origina cuando interaccionan las rocas aportantes de minerales, con la atmósfera, el agua y los seres vivos, los cuales alteran y disgregan esos minerales, mediante reacciones químicas complejas, para permitir el crecimiento de las plantas y el desarrollo de los ecosistemas. La formación del suelo es un proceso que requiere de mucho tiempo.
Por esa razón, si el suelo pierde la cubierta vegetal que sujeta las partículas nutrientes al suelo, el agua y el viento lo erosionan o desgastan rápidamente, dejando la roca al descubierto sin fertilidad natural; este paisaje llevará muchas décadas para que vuelva a cubrirse de verde y para que vuelva a ser fértil.
La diversidad biológica debe conservarse dado que es un recurso potencial del que deriva cualquier tipo de alimento. Al desaparecer una especie se van con ella millones de años de evolución y así se vuelve un recurso genético irrecuperable.
¿Qué factores posibilitan la desertificación?
En ocasiones es un proceso natural, hay regiones argentinas con desertificación natural severa, como en el noroeste y desde el sur de Mendoza hasta Santa Cruz. Allí naturalmente el relieve y el clima son propios del desierto. Esas zonas sufren desertificación por erosión.
Sin embargo, son varias las acciones humanas que provocan el exterminio de las especies vegetales, animales y de otros grupos de seres vivos y colaboran en el proceso de desertificación. Las acciones con relativa incidencia son la contaminación, la recolección de especímenes para mascotas, investigación y zoológicos, la caza para alimentación, y el control de pestes y animales predadores.
Y las de mayor impacto son la caza con fines deportivos, la introducción de especies competitivas o predatorias, la caza comercial, la perturbación, la alteración o eliminación del hábitat. Todas son causas evitables, pensemos que las consecuencias que generan son dolorosas y a veces irreversibles.
La desertificación requiere de tareas que detengan su avance, como la prevención, la rehabilitación y la recuperación de tierras degradadas. Es necesario tomar medidas, porque es un proceso que repercute en el ambiente, la producción económica y la calidad de vida de la población a la que empobrece o impulsa a emigrar. El Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA) está fuertemente comprometido con estos objetivos y lleva adelante capacitaciones, seminarios y actividades en este sentido.
Me gustaría cerrar esta columna con una reflexión que comparto, del naturalista inglés Charles Darwin, quién después de recorrer la Patagonia entre 1833 y 1835, con el permiso de Rosas que preparaba la campaña “al desierto”, escribió “¿Por qué esas planicies patagónicas descriptas por todos con caracteres negativos, se han fijado tan indeleblemente
en mi memoria?”
Gentileza:* Prof. Marilina Scarlata
Especializada en la Enseñanza de las Ciencias Naturales
Directora de divulgación científica de la Asociación de Amigos de Parques Nacionales
Columnista en LU 17.com
Columnista en Patagonia.net
Columnista en Pirámide Informativa.com
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