“Cuando la autoridad se presenta con la apariencia de organización, muestra un encanto tan fascinador que puede convertir las comunidades de gentes libres en Estados totalitarios”
Friedrich Von Hayek
Camino de Servidumbre, es el título de un libro revelador, escrito en el año 1944 por el premio Nobel Friederich Hayek. En este escrito, el autor desnuda la incompatibilidad entre la libertad y las políticas socialistas, fascistas y comunistas; sus argumentos son tan contundentes, que no han podido ser rebatidos en los más de 70 años que nos separan de su publicación.
El pasado 27 de Marzo, el Papa Francisco mostró el verdadero rostro de la iglesia Tercer Mundista, la comunión de ese sector de la religión católica con los populismos herederos del socialismo y de sus hijos bastardos: el fascismo y el comunismo.
Dijo Francisco en la ocasión: “El pan que el cristiano pide en oración no es mio sino nuestro…si no se reza de esta manera el Padre Nuestro deja de ser una oración cristiana…esta oración contiene una actitud de empatía una actitud de solidaridad…”
El Padre Nuestro es una oración en plural en toda su extensión, incluso en su título; pero su rezo en común no implica un pedido colectivo, sino una solicitud conjunta. Esta diferencia no sólo semántica, queda patentizada en el único mandamiento que legó Jesús a sus seguidores “ama a tu prójimo como A TI MISMO”; clara expresión jerárquica que confirma el valor del individuo, como algo superior, anterior y primero sobre el valor de la comunidad; el Yo antes que el NOSOTROS, mi amor propio es el referente necesario para amar al prójimo.
Incluso en la misma homilía, el Papa hace referencia a “la empatía y a la solidaridad”. Dichos valores son absolutamente individuales y voluntarios; sobre todo la solidaridad, la que precisa como condición ineludible e imprescindible para ser practicada, la atención primaria a la satisfacción de la necesidad propia, sólo se puede compartir lo que se tiene, para ejercer la caridad y la solidaridad es forzoso primero respetar la propiedad privada.
Al respecto el Papa dijo: “los alimentos no son propiedad privada, -metámonos eso en nuestra mente: la comida no es propiedad privada- sino providencia que debe compartirse, con la gracia de Dios”, en tanto que en otra segmento aseguró que “y pan es también para agua, medicinas, hogar, trabajo…pedir lo necesario para vivir”.
Según Francisco, la comida, el agua potable, las medicinas y el hogar, entre otras cosas, no son fruto del trabajo del hombre; provienen de la “providencia de Dios”. Quien no es dueño (propiedad privada) de lo que produce es simple y llanamente un esclavo.
Confiados en la Providencia Divina, las personas deberían simplemente orar (eso sí, todos juntos sino no vale) y el pan, los medicamentos y demás cosas aparecerán ante ellos por generación espontánea. Este creo debe ser el ejemplo de pensamiento mágico más grande que debe existir.
Imagino que el Papa no espera que eso suceda (más allá de cuán grande sea su Fe), ¿acaso espera que las personas trabajen y “graciosamente” repartan el fruto de su esfuerzo entre todos, sin esperar nada a cambio? Confieso que, ahora que lo pienso, este es un pensamiento mágico aún más grande que el anterior.
Estoy seguro que Su Santidad no cree en ninguna de las dos opciones previas, creo que apuesta a otra opción verdaderamente peligrosa: la asociación política-ideológica que se hace entre la Providencia del Dios Religioso y la providencia del dios estado.
El mensaje es: “no te preocupes, el estado te va a dar todo lo que necesites: comida, salud, vivienda… es tu derecho divino por ser hijo de dios (el dios estado), él que va a satisfacer tus necesidades y es el deber de tus hermanos (los que pagan impuestos y trabajan como mulas) tener empatía y ser solidarios para con vos”.
¿Estoy delirando? Creo que no. Creo que cuando el Papa dice “por eso Jesús nos invita a suplicar nuestro pan, sin egoísmos, en fraternidad”, está corroborando esta dependencia, esta humillación, esta sumisión, esta esclavitud.
Porque es eso, quien debe “suplicar” para obtener su pan, le falta algo mucho más importante que el alimento, la casa o las medicinas; le falta, le han robado, la dignidad.
El “pan” que nos ha dado Dios (para los que sean creyentes), es el Don que nos hace humanos, es la razón. La razón, la lógica, el esfuerzo y la dedicación, son los “panes” que enaltecen a las personas, que las llenan de genuino orgullo, que les permiten conseguir alimento, medicinas o vivienda y así cubrir las necesidades propias y las del prójimo.
El mundo conoció las experiencias de países como Rusia o China, países en los que se “negaba la propiedad privada”; esas experiencias les costaron la vida a 100 millones de seres humanos. No nos dejemos seducir por las místicas, dulces y letales palabras que sólo conducen al sufrimiento, la muerte y la destrucción.
Gentileza: Rogelio López Guillemain – rogeliolopezg@hotmail.com
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