“Piedad al culpable, es traición al inocente”
Ayn Rand
Finalmente el médico Lino Villar Cataldo, fue declarado “no culpable” en el juicio por el homicidio de Ricardo «Nunu» Krabler, un ladrón con antecedentes penales.
Este delincuente lo asaltó con un pistolón calibre 16, pretendiendo robarle el Toyota Corolla modelo 2015, que la compañía de seguros le había repuesto por un robo sufrido dos meses antes.
Las versiones sobre los detalles del hecho son controversiales, y es por ello que la fiscal Diana Mayko, solicitó el juicio por “homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego”. El juez de Garantías N° 2 de San Martín, Raúl Luchelli Ramos, avaló el pedido de la fiscal.
Diana Mayko aseguró que “cuando el encartado decidió disparar contra Krabler ya no estaba en riesgo su vida, sino sólo el derecho de propiedad que tenía respecto de un automóvil asegurado. Su conducta entonces devino desmedida, puesto que en su afán de retener su automóvil ha afectado el bien jurídico de más valor, es decir la vida». «No resulta necesario ni racional ultimar al ladrón para recuperar el botín».
Incluso las fuentes oficiales revelaban lo “llamativo” del comportamiento captado por una cámara de seguridad: “nadie, y menos alguien que sufrió hechos de inseguridad y que tiene miedo como él mismo declaró, deja su auto con las balizas y se mueve con lentitud y tranquilidad”. Al parecer, el cirujano es culpable de no mostrarse paranoico, increíble.
La prensa “bien pensante y políticamente correcta” titulaba la absolución como “el médico que mató a un ladrón a tiros” o “jurado popular absolvió al médico que acribilló a ladrón”, haciendo referencias en el escrito, a la incapacidad para disparar del arma del ladrón y a las inconsistencias en la declaración de la víctima.
Por su parte, un vecino testigo declaró que escucho “un grito fuerte como de dolor, un ‘te voy a matar hijo de puta’ (gritos que no eran de Cataldo) y casi al mismo tiempo tres disparos».
Resumamos lo ocurrido en el caso del médico: por un lado, un delincuente peligroso, que actúa con violencia, armado y con antecedentes penales; por el otro, un médico, al que le intentan robar el vehículo REPUESTO POR EL SEGURO PUES SE LO HABIAN ROBADO ANTES, golpeado y amenazado de muerte.
Al respecto, García Zavalía es categórico al asegurar que «el hombre que se defiende no se encuentra en la situación del juez en su gabinete, de poder apreciar con exactitud el peligro del ataque y la naturaleza de los medios que se le deben oponer. Su ánimo se encuentra forzosamente turbado por el temor, por la exaltación propia de quien lucha y, por lo tanto, se hace muy difícil no exagerar el peligro y los medios empleados».
Considero inaudito que la fiscal (con el aval del juez), centrase su atención en los detalles del “cómo” actuó la víctima y de ciertas “inconsistencias en el relato”; en lugar de focalizarse en el hecho que desencadenó los eventos (el robo a mano armada y violento).
Es increíble la perversión ideológica de los valores éticos y morales, tanto por parte de la fiscal, como de una importante parte del poder judicial y de la prensa. Al médico no le robaba un caramelo un ladrón desarmado, incapaz de pelear y con ambas piernas fracturadas.
Por suerte el jurado popular lo declaró “no culpable”, demostrando que el ciudadano de a pie, tiene una idea más acabada del concepto de justicia (dar a cada uno lo suyo) y sobre todo, entiende la importancia de priorizar la protección de la víctima sobre el delincuente; fundamento esencial si se quiere construir una convivencia con respeto, libertad y seguridad.
¿O acaso Cataldo tenía que esperar que le disparasen como a Nancy de Famaillá?, quien defendió SU PROPIEDAD (el celular) y el ladrón le disparó a matar y ella salvó su vida de milagro, al estrellarse proyectil en el teléfono; esta mujer definió la realidad cotidiana así: “no se puede salir a ninguna parte. La cosa está muy peligrosa en Tucumán”.
¿O quizás debía esperar que lo asaltasen 18 veces en dos años?, como a la comerciante de Icho Cruz.
Eso sí, el ladrón de Icho Cruz tenía los códigos que apoya el impresentable de Guillermo Moreno; le dijo que “le pagan por hacer ese trabajo” y con el teléfono de la víctima, llamo a un familiar para que la asistiera.
Por suerte, al mismo tiempo que estas salvajadas nos aterrorizan, un SEÑOR como lo es Bielsa, deja de ganar un partido por HACER LO CORRECTO, tal como supo hacerlo hace unos años, el ex técnico de Las Leonas Cachito Vigil, quien aseguró: «lo interesante es analizar qué es ganar. Ganar no tiene sólo una connotación numérica del partido que es en ese momento lo que nos moviliza. Son decisiones que transforman y le dan sentido a los valores que queremos perseguir en el universo que vivimos”.
Así llegamos al nudo del tema. ¿Es legítimo defender la vida y la propiedad?
Así responde Ayn Rand esta pregunta: “todas las razones que hacen que el inicio de fuerza física sea un mal absoluto, hacen que el uso defensivo de la fuerza sea un imperativo moral. Si una sociedad «pacifista» renunciase al uso defensivo de la fuerza, quedaría indefensa a merced del primer matón que decidiese ser inmoral”.
Delegamos en el estado el uso de la violencia para que defienda nuestros derechos a la vida, la libertad y la propiedad; si el estado no cumple, ¿debemos retomar el imperativo moral de defendernos?
Karl Popper devela el misterio: “La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes… el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia. Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes”.
Gentileza: Rogelio López Guillemain – rogeliolopezg@hotmail.com
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