Tal el nombre elegido por el escritor Javier Moro quien noveló la historia de una expedición filantrópica que se considera, fue la mayor gesta sanitaria de la historia y acabó en el olvido
La “Expedición Balmis”, una hazaña filantrópica de la vacuna contra la viruela dirigida por el médico cirujano alicantino Francisco Javier Balmis Berenguer, y como subdirector por el médico catalán José Salvany y Lleopart. Fue un gran descubrimiento que no podría haberse llevado a cabo sin la ayuda de la enfermera Isabel Zendal Gomez.
En una época en la que el medio de transporte más rápido era un barco a vela y en la que no existía la posibilidad de conservar la vacuna en frío, ¿De qué manera podía llevarse sin que se perdiera durante el viaje? Balmis decidió que la mejor manera de hacerlo era transportar la vacuna inoculándola en niños de un orfanato, concretamente de la Casa de Expósitos de A Coruña. Así, 22 niños huérfanos y la propia rectora de ese orfanato formarían parte de la expedición. La idea era ir inoculando a los niños de 2 en 2 cada semana para que la vacuna no llegase a perderse.
Partieron de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 y concluyó en 1810 tras cruzar dos océanos. Desafiando temporales, penurias y naufragios, la corbeta María Pita, recaló en un puñado de países, desde Argentina a Filipinas pasando por Panamá, Estados Unidos, Colombia, Bolivia, Perú, entre otros.
Isabel fue una enfermera gallega y rectora del Orfanato de la Caridad de La Coruña que participó de la también llamada “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la viruela”, al cuidado de los 22 niños de la Casa de Expósitos de La Coruña con edades de entre 3 y 9 años, como probetas humanas, a territorios del Imperio español de América y Filipinas. Esta expedición fue organizada y promovida por el Rey Carlos IV, que había perdido a un hijo por la viruela, enfermedad considerada la más mortal que haya azotado a la humidad, desde tiempos de la prehistoria.
Los niños eran necesarios para conservar el virus de la vacuna; cada semana se inoculaban dos de ellos con el material obtenido de las pústulas de los vacunados la semana anterior. Pero no perdamos de vista quien hacia eso posible que era Isabel, la enfermera que los cuido (no solo sanitariamente) y realizo personalmente el seguimiento y las inoculaciones
Isabel Zendal Gómez fue considerada en 1950 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la primera enfermera de la historia en misión internacional. En España, apenas se halla su huella en La Coruña, donde una calle (mal nomenclada como Isabel López Gandalia), refiere a esta mujer que nació en Santa María de Parada, Órdenes, La Coruña en 1771, hija de Jacobo Zendal y María Gómez (que murió de viruela). Isabel fue madre soltera a los 20 años, su hijo Benito Vélez formó parte de los 22 niños. Falleció en Puebla de los Ángeles en México, se desconoce la fecha. No se conoce su retrato, por ello las imágenes que ilustran la nota son del pintor e ilustrador Ramón Palmeral que ha realizado un retrato idealizado. Las pocas veces que fue nombrada nunca fue con su nombre real, cuesta mucho conocer su verdadera identidad y no tengo idea porque, siendo capaz de tal epopeya e inspiradora de libros y películas por tal motivo. En La Coruña hay un museo donde se destaca el papel de los niños y la expedición y casi nula la mención de Isabel Zendal Gómez y lo poco, con un nombre equivocado…una vez más.
Dicen, de la enfermera coruñesa Isabel Zendal Gómez: “No se parecía a nadie ni podía compararse con ninguna otra mujer. No era de la sociedad ni del pueblo, ni rica ni pobre, ni culta ni ignorante. Era gallega, española y mexicana a la vez. Era cuidadora de niños, especialista en vacunar, enfermera de vocación”.
Gentileza:Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
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