“Expoagro es la oportunidad de convencer a la sociedad de que la agroindustria es un camino concreto”, rematábamos esta editorial una semana atrás. Nada es definitivo, pero quizá esta semana, en San Nicolás, se haya dado el puñetazo en la mesa que necesitan los argentinos para alinearse tras un proyecto país, un viento que barra la mala onda que pulula en las ciudades.

El jueves, cuando caía la tarde, emprendíamos el regreso. Habíamos estado sumergidos durante tres días en el interior de la muestra, buscando novedades, asistiendo a lanzamientos, intentando digerir la parafernalia de inventos y propuestas. Imposible abarcar todo. Pero desde afuera la visión fue imponente.

Ana, mi mujer, filmó con el celular desde el auto el paso por la muestra. Un kilómetros de autos en varias filas, muchos en la banquina. Nunca, en 37 años de este tipo de exposiciones, había visto algo así. Lo tuiteamos: “qué m… le pasa a este país, con tanta gente con ganas de ir para adelante”. Se viralizó. Hay vida inteligente en la Argentina, y una parte sustancial de ella estuvo esta semana en Expoagro.

521 empresas, el mayor número de la historia. 200.000 metros cuadrados, en un predio que evolucionó fenomenalmente desde el año pasado, demostrando lo que se puede con la articulación público-privada, desde abajo. Y una cifra de negocios que puede cambiar la historia. Todos sabemos que el campo y la agroindustria tienen un impacto macroeconómico fenomenal. El año pasado Expoagro fue un anticipo de la crisis: la sequía había arrasado con la cosecha y en términos comerciales la muestra fue muy floja. Y el bajón se reflejó con fuerza en la macro. Faltaron 8.000 millones de dólares y tembló el país entero.

Ahora, con un cosechón en el horizonte, se da vuelta la taba. Todos los expositores reportaron su sorpresa por la cantidad de consultas. Los bancos se cansaron de anotar operaciones basadas en sus ofertas para la expo. Asistimos a sorprendentes agradecimientos de algunos empresarios al apoyo financiero, por ejemplo, del Banco Provincia. Enormes ganas, aunque siempre con el telón de fondo del momento: el temor político. “Si este no fuera un año electoral, esto sería una fiesta”.

Todos apuestan a algo grande. YPF, la mayor empresa del país, hizo dos anuncios: la creación de YPFAgro, una explicitación más fuerte de lo que venían haciendo con YPF Directo; y el acuerdo para ser el combustible oficial de Expoagro en las próximas tres ediciones, firmado por el propio presidente de la compañía, Miguel Gutiérrez. Parece un tema comercial, pero está marcando un horizonte de mediano plazo. Y aprovechó para destacar que la empresa es agroindustrial, desde que provee el combustible hasta que vende hamburguesas en las estaciones de servicio. “Somos la mayor hamburguesería del país”. Del campo a la góndola.

El Banco Santander decidió hacer su reunión de trabajo anual, con los más encumbrados funcionarios de la compañía, en su stand de Expoagro. Enrique Cristofani, titular de la operación argentina, encontró la fórmula para mostrarle a los popes globales la vida y la potencia interior de la Argentina. Para llegar al stand, los funcionarios marcharon en carritos eléctricos atravesando stands de marcas mundiales y locales, que respiraban aire de negocios. No es la imagen que traían, seguramente.

Lanzamientos de dimensión mundial, como el de la soja HB4 de Verdeca, el joint venture entre Bioceres y Arcadia (EEUU), aprobada en la Argentina y a la espera de la aceptación por parte de China. Inventos de alto impacto en todos lados, en particular en las carpas de tecnología. Demostración de que, a pesar de que nadie desconoce las dificultades del momento, hay una confianza ciega sobre el futuro. Cuestión de alinearse.

Fuente:https://www.clarin.com/rural/espectaculo-argentina-posible_0_3FHk7cu3G.html