San Rafael, Mendoza martes 26 de noviembre de 2024

BAJO EL SOL DEL OTOÑO – Por:.Por Prof. Marilina Scarlata

Va terminando el verano y la plenitud de la luz y el calor solar van dando lugar a la tibieza otoñal. Muchos son los aspectos naturales que cambian e influyen en las conductas y actividades humanas.

Por esas cosas de la naturaleza, nuestro planeta hace un paseo alrededor del sol en un viaje que dura 365 días.
Durante ese tiempo, cuatro veces cambian los aires, las temperaturas, la vegetación, las cosechas, en amplias zonas terrestres. Y por lo tanto cambian las conductas y actividades de los seres vivos, entre ellos el hombre.
El viaje que hace la Tierra en torno a la estrella más grande del Universo, tiene una trayectoria fija denominada órbita, y durante ese traslado la Tierra permanece en una posición ciertamente “inclinada” atendiendo a su eje y en relación a la órbita. Por esa razón, el sol impacta de formas diferentes según la zona más cercana a él.

La inclinación fue medida y su valor se conoce perfectamente, es de 23,5° respecto del punto cardinal Norte y exactamente igual pero respecto del punto cardinal Sur, según la estación astronómica que se considere. Las estaciones astronómicas son esos cuatro espacios de tiempo que mencioné antes y que aproximadamente duran entre 89 y 94 días. Me refiero al verano, invierno, primavera y otoño; conviene decir que estos conceptos se reducen a los tres meses correspondientes a cada una de las “estaciones climáticas”.

Como las variaciones del clima están vinculadas a la inclinación mencionada, se presentan características exactamente opuestas en los dos hemisferios, es decir que cuando en el hemisferio norte o boreal es invierno, en el hemisferio sur o austral es verano. Igual fundamento explica el  otoño respecto de la primavera. Dicho en otras palabras, cuando la inclinación favorece la cercanía al sol, es verano y en el otro extremo es invierno.

Me voy a detener en el otoño, al cual nos encaminamos después del descanso al que muchos de nosotros nos entregamos durante el verano.
El diccionario dice que el descanso es el reposo, la quietud o la pausa que se hace en medio del trabajo o de otra actividad. Es por lo tanto la situación que colabora en el alivio de la fatiga o el cansancio físico y/o mental  rutinario.
Para algunas personas descansar es no hacer nada, nada relacionado con lo que habitualmente se hace, es decir, disfrutar de tiempo libre de ocupaciones. Otras personas descansan cuando se relajan y no piensan en horarios u obligaciones. Otras personas enlazan el descanso con el sueño, o mejor dicho con la acción de dormir, más que durante la época de actividad plena. Y algunas se trasladan a sitios diferentes de su cotidianeidad para remplazar sensaciones.

Tal vez sea un poco de todo, lo que nos permite descansar, para renovar fuerzas, para despabilarnos, para “resetearnos” como se hace con una computadora o con un celular para que vuelva a funcionar bien. Descansamos para empezar de nuevo recargados de endorfinas, hormonas que junto a otras y junto a neurotrasmisores como las serotoninas, son responsables de las emociones, de los estados de calma y alegría, de la sensación de bienestar. Nuestro cuerpo las produce de manera natural, pero su efecto tiene corta duración porque son eliminadas por el organismo también en forma natural, para mantener un equilibrio, pensemos que no se puede permanecer con un nivel elevado de estas hormonas en forma permanente, porque resulta contraproducente.

Por otra parte, los seres humanos somos muy sensibles a la cantidad de luz solar que recibe el cuerpo en el día. Así es que en las estaciones de primavera y verano, que traen mayor cantidad de días soleados, nuestro cuerpo experimenta un aumento progresivo de la sensación de felicidad, porque en el organismo se produce serotonina que está condicionada a la luz natural.

Pero como dije, todo tiene un equilibrio, y durante el otoño – en general-se regresa a las actividades de rutina, que no deberían implicar una carga pesada, por el contrario, en muchos casos permite el retorno a las actividades productivas que significan progreso, el cual también nos lleva en un tiempo  diferente, a la sensación de bienestar que viene dada por otros factores no tan efímeros como los relacionados al descanso o las vacaciones.
El otoño plácido, tibio, pródigo en uvas, manzanas, peras, nueces y almendras, traerá consigo otros sabores y otras riquezas que la naturaleza nos brinda, y así empezará a andar la maquinaria del año, según las costumbres de muchos de los habitantes de este bello país.

Gentileza:
* Prof. Marilina Scarlata
Especializada en la Enseñanza de las Ciencias Naturales
Directora de divulgación científica de la Asociación de Amigos de Parques Nacionales
Columnista en LU 17.com
Columnista en Patagonia.net
Columnista en Pirámide Informativa.com

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