El creador de Spiderman, Hulk, los Vengadores y los Cuatro Fantásticos y muchísimos personajes más, un escritor y autor de comics que fue tentado por Juan Domingo Perón en el 54 para hacer un comic para toda la familia.

Stanley Martin Lieber soñaba desde niño con ser un gran novelista y, mientras tanto, escribía obituarios para el Centro de Tuberculosis, vendía jeans y fue acomodador en Broadway. Todo cambió cuando su tío lo invitó a las oficinas de su editorial Marvel Comics, la que estaba a punto de lanzar Capitán América. A partir de ahí le encargaron cómics de todo tipo y, como no quería involucrar su nombre por eso de ser escritor, comenzó a firmar con el seudónimo de Stan Lee. Lo que partió como un trabajo se transformó en una profesión, hasta que finalmente lo alcanzó la pasión, creando a muchos de los superhéroes más amados por generaciones de niños en todo el mundo. De ahí que, el 17 de Octubre de 1954, el General Perón quisiera conocerlo en persona para encargarle la creación de un comic para los descamisados.

La historieta fue un proyecto surgido luego de una profunda charla que mantuvieron Perón y Evita, meses antes de la muerte de ella, quien estaba convencida de que había que conquistar el mundo con un mensaje de justicia social, ya que no existía nada superador en la faz de la tierra que la doctrina creada por su marido y mentor, y debía ser “donde el rol del trabajador tenía que enaltecerse dejando en evidencia al patrón, ese ser nefasto perteneciente a la oligarquía opresora, dueña de cada una de sus horas de trabajo con tal de ver crecer su fortuna.”

Al principio, los estudios Marvel, con un joven Stan Lee a la cabeza barajaron muchos títulos, pero cuando supieron de su sobrenombre no lo dudaron un instante: “Pochoman” era pegadizo, cercano, socialista, lo tenía todo. “Se entusiasmaron tanto con la idea que vieron en el personaje  una mezcla de Robin Hood y Maquiavelo», relata de manera pausada Eleuterio Rivas, el que fuera biógrafo personal de Perón hasta que los separaron diferencias irreconciliables.

Pero como en toda historia, alguien del entorno complicó las cosas. Y fue cuando en la que sería la última reunión entre las partes, algo ocurrió. Mientras los ejecutivos americanos explicaban que el concepto genuino de los superhéroes es «hacer el bien por encima de todo», un encumbrado miembro del partido les retrucó (parece que sin el consentimiento del general), que se buscaba algo impactante pero a la vez superficial, «porque el superhéroe peronista tampoco se va a poner a hacer el bien sin recibir algo a cambio, muchachos». De golpe la reunión se enrareció y, en cuanto los gringos vieron que este señor de dudosas intenciones las quería todas para él, se levantaron y se fueron. Lo que dio por terminado el proyecto de “Pochoman”. Tal se cuenta la historia detrás del héroe que no pudo ser.
Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hormail.com

Museóloga-Gestora Cultural-Artista plástica.