Es una idea que desarrollaron en la agencia del INTA en Esquel. Los lana que se iba a desechar se reutiliza como sustrato, con muchas ventajas.
En los ensayos, este tipo de plantines funcionaron muy bien en las lechugas y también en tomate, maíz, melón, zapallito y zapallo.
Para conocer los principios básicos de la botánica, la construcción de un germinador con un frasco de vidrio, un papel secante y un bollito de algodón es una tarea escolar obligada.
En Esquel (Chubut), los técnicos del INTA recuperaron el aprendizaje de la primaria y utilizaron la lana que se descarta de la esquila como sustrato para elaborar plantines hortícolas, con buenos resultados de crecimiento a campo. Además, diseñaron un sistema de riego que se puede construir en los hogares a bajo costo.
Eduardo Miserendino, técnico de la agencia de extensión del INTA en Esquel, encabezó este proyecto que se propuso buscar materiales que sirvieran como alternativa a los sustratos convencionales. “Las características físicoquímicas de la lana, la convierten en un material liviano y apto para la retención de agua y aire, condiciones que propician la realización de los plantines hortícolas en bandejas de cultivo”, indicó.
Durante las pruebas, los técnicos descubrieron que algunas lanas tienen cierta cantidad de sales que resultan nocivas para la germinación. Pero un lavado previo soluciona esta dificultad y permite poner a punto la lana con la que deben rellenarse las celdas de la bandeja. Con un bollito en cada una es suficiente para que la semilla brote y se forme el plantín.
Los técnicos diseñaron un sistema de riego que sirve de alternativa al riego por aspersión, utilizado por la mayoría de empresas que producen plantines.
Si bien la utilización de lana al 100% es una alternativa, el descarte de la esquila es un recurso fácil de conseguir en la región, que suele desecharse como basura, y también se puede combinar con otros sustratos. En los ensayos, se probaron preparados compuestos por un 60% lana y un 40% de sustrato, formado por tres partes iguales de perlita, compost y turba.
“En estos casos, se recomienda colocar la lana en la base de la celda, puesto que cuando se usa el sistema de pileta para riego, los sustratos se diluyen, quedan en la base y enturbian el agua”, aclaró Miserendino, quien trabajó en este proyecto junto con Camila Antiman Cotut, también del INTA Esquel.
Atentos a las demandas y posibilidades que tiene una huerta a pequeña escala, los técnicos diseñaron un sistema de riego que sirve de alternativa al riego por aspersión, utilizado por la mayoría de empresas dedicadas a la producción de plantines. Lo interesante, además, es que se puede construir en los hogares con materiales sencillos y a bajo costo.
Concretamente, consiste en una suerte de pileta que se llena con una lámina de agua, donde se coloca la bandeja de germinación. La cantidad de agua se puede regular con un flotante.
En los ensayos, se produjeron plantines de diferentes especies hortícolas, con un alto grado de éxito en lechuga. También se lograron verduras de hoja, tomate, maíz, melón, zapallito y zapallo. “Creemos que todas las variedades que requieren plantines son aptas para este sistema”, sostuvo Miserendino.
Se coloca un bollito de lana en cada celda de la bandeja y es suficiente para que la semilla brote y se forme el plantín.
Para favorecer el buen desarrollo de las plantas, ambos técnicos diseñaron una plantinera móvil que se adapta a espacios reducidos, permite el resguardo de las bandejas de plantines y puede construirse de manera artesanal.
La plantinera retoma el sistema de riego y consiste –básicamente– en un compartimiento de madera cubierto con polietileno o con cualquier material impermeable como bolsas de consorcio de alta densidad, donde se disponen dos bandejas de cultivo y un flotante que regula la cantidad de agua.
“La estructura se cierra con dos arcos que sostienen el polietileno transparente y permiten la protección de los plantines”, describió el técnico.
Fuente: INTA
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