Durante el verano aumenta el consumo de frutas y verduras, pero también la preocupación de que los pesticidas lleguen a la mesa. Científicas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) investigaron los niveles de residuos químicos en los vegetales más consumidos y estudiaron cuál es el método casero más eficaz para eliminarlos. Dieron tips para lavar y pelar.

María Eugenia Turaglio y Rosanna Navarro trabajan desde hace cuatro años en el Proyecto Contribución al desarrollo sostenible del cinturón verde de Mendoza. Su línea de investigación abarca tanto la curva de degradación de productos fitosanitarios en hortalizas, así cómo los diversos tratamientos domésticos pueden ayudar a reducir estas sustancias.

“Trabajamos con muestras de tomate y lechuga porque figuran entre los más consumidos”, detalló Eugenia Turaglio, quien destacó que pese a que existen organismos de control, estos plaguicidas pueden llegar al consumidor cuando el productor desvía el uso, altera las dosis establecidas en las regulaciones o no se respetan los periodos de carencia, es decir desde la fumigación hasta la comercialización .

De los resultados de los ensayos concluyeron que en el caso de la lechuga a los siete días de aplicado el insecticida (imidacloprid) o el fungicida (carbendazim) los niveles de concentración encontrados son aptos para el consumo. En tanto, determinaron que el lavado de la planta durante cinco minutos por inmersión es más efectivo que hacerlo hoja por hoja.

En el caso del tomate, pelarlo disminuye 90% la concentración de químicos. Mientras que el tiempo de carencia no debe ser menor a  30 días.

La investigadora destacó que actualmente están estudiando los distintos efectos de lavado y cocción en la acelga. “Hicimos pruebas de un lavado ácido, con bicarbonato y otro normal y esperamos los resultados que pueda arrojar”, dijo y agregó que «hay químicos que se eliminan con el calor, por eso se están haciendo evaluaciones de qué sucede si se cocinan en vaporera, en microondas y si se hierve en olla».

Además se está trabajando en cómo controlar la inocuidad de los alimentos procesados junto al Departamento de Higiene de los Alimentos, INCAIMEN y la Facultad de agronomía.

Los vegetales más contaminados

El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) es el organismo que analiza los agroquímicos, aprueba su uso para determinados vegetales y establece mediante estudios toxicológicos los Límites Máximos de Residuos.

En tanto, el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria Mendoza (ISCAMEN), es el organismo con presencia local. Entre e 2007-2017 el Iscamen analizó en supermercados y tiendas de acopio 2.762 muestras vegetales, de las cuales en el 86,6% de los casos no se detectó ningún residuo, mientras que el 10,4% presentó por debajo de las tolerancias permitidas, las cuales fueron decomisadas y destruidas.

De las 36 especies vegetales muestreadas, la lechuga fue la más analizada. Fue muestreada 25 veces y sólo en una muestra se encontraron residuos no permitidos.

En lechuga, mandarina, acelga y cereza se detectaron residuos como consecuencia del  desvío de uso. En tomate, manzana, naranja, pera, choclo, pomelo, limón, brócoli y durazno se presentaron residuos a niveles permitidos según normas nacionales. En los 23 vegetales restantes no se detectó ningún residuo.

Cuánto tarda un químico en desaparecer

El depósito de un plaguicida en la planta es eliminado en forma progresiva, con mayor o menor rapidez desde el momento de su aplicación hasta cuando está listo para el consumo según las normativas.

En el ensayo, las científicas determinaron que el período de carencia del insecticida (imidacloprid) y del fungicida (carbendazim) aplicado sobre las plantas de lechuga es de una semana: a partir del día 7, los niveles de concentración están por debajo de los límites establecidos por el SENASA para el consumo

En el caso de los tomates, luego de los 30 días todos los químicos aplicados durante el experimento quedaron por debajo de los límites máximos permitidos.

En detalle, la curva de degradación mostró disminución importante de los residuos del plaguicida clorpirifos en los primeros 7 días luego de su aplicación, posteriormente su ritmo de degradación fue  más lento. Las concentraciones finales de residuos obtenidos estuvieron muy por debajo de los LMR impuestos por SENASA.

Si bien no hubo una gran degradación de los residuos de los insecticidas (imidacloprid, lambdacialotrina, spinosad) y del fungicida (carbendazim) en el tiempo, todos los residuos hallados al momento de cosecha se encontraban por debajo del LMR.

Lavar o pelar

Para reducir los riesgos es recomendable comprar productos cultivados orgánicamente pero lo cierto es que son más caros. En cuanto a los químicamente tratados, la investigadora destacó que no hay forma de detectarlos a simple vista por lo que sólo resta aplicar tratamientos caseros. “Muchas veces, algunos plaguicidas no se van con el lavado porque son más liposolubles, entonces, lo recomendable es pelarlos”, dijo.

La lechuga es preferible lavarla por inmersión que hacerlo en forma manual cada una de las hojas. «Los restos de carbendazim disminuyen en un 54% con el primer método, mientras que aplicando el segundo, se reducen en un 42%», destaca el estudio.

Respecto al imidacloprid, la reducción es del 51% cuando se sumerge la planta en agua, mientras que con el lavado manual, la disminución es solo del 28%.

Para los tomates, se determinó que la mejor opción es pelarlos con un cuchillo, en lugar de lavarlos y consumirlos con piel. En todos los casos, el porcentaje de reducción es mucho mayor con el primer tratamiento; en algunos incluso la concentración de químicos disminuye en más del 90%.