San Rafael, Mendoza 05 de mayo de 2024

AROMAS Y SABORES DE LA MIEL – Por Prof. Marilina Scarlata*

Con la llegada de la primavera y el florecimiento de muchas plantas que entusiasman por las temperaturas más cálidas, me interesé en escribir sobre las abejas y la miel.  Mendoza es muy buena productora e incluso comercializadora de miel, tanto en el país como en el mundo.

Si bien cierto que en 2017 el gobierno provincial se vio impulsado a decretar el estado de emergencia agropecuaria apícola desde el 1 de enero y hasta el 31 de diciembre de 2018 por la falta de agua que afectó a los cultivos, también es cierto que la cosecha 2017-2018 fue considerada “normal”. Incluso un informe reciente del Ministerio de Agroindustria de la Nación apuntó que la cosecha puede ser próspera por un considerado aporte de flores nativas principalmente, debido a que hasta ahora no han sido castigadas por condiciones climáticas muy agresivas.

Debemos recordar que la temporada melífera comienza en julio-agosto y finaliza en marzo, por lo que estamos atravesando el período más productivo de las abejas,  insectos sociales que viven agrupadas en enjambres, en espacios conocidos como colmenas. Poco se sabe que  de las  casi 20.000 especies de abejas que existen, muchas son solitarias o poco sociales, y sólo 5 de esas especies son melíferas, es decir productoras de miel.

La miel es el producto que naturalmente producen las abejas; la composición química nos devela la presencia de un 80% de glucosa y fructosa, 18 % como máximo de agua y el resto es sacarosa y otros compuestos relacionados con la misma elaboración natural  (cera, resinas, sales inorgánicas). De modo que lo primero que se puede decir a partir de estos datos, es que tiene un intenso sabor dulce.

En el panal construido exactamente hexagonal con cera segregada por las abejas obreras, se almacena la miel y el polen, que luego apicultores especializados en la tarea, se encargan de cosechar. El sabor y dulzura de cada miel obtenida, dependen del tipo de flor que le dio su néctar. El néctar es un líquido dulce porque contiene alta concentración de sacarosa – nuestro conocido azúcar- y es producido en el fondo de las flores, al igual que el polen, por lo tanto algunas abejas obreras recolectan néctar y otras polen, cuando visitan y succionan flores.

El polen es un polvo fino que encierra las propiedades de fecundación de las flores. Está enriquecido en sustancias nutritivas como vitaminas, minerales y aminoácidos, por eso es también alimento para las abejas.

Volvamos al perfume. Se sabe que hay muchas plantas que tienen pequeñas flores verdes sin ningún aroma, y el transporte del polen es efectuado por el aire, es el viento el que lo dispersa y llega por casualidad a otras flores de la misma especie (y a nuestros órganos sensitivos provocando a veces alergia). Esta forma es común en la meseta Patagónica, en donde corren abundantes vientos.

Y hay otras plantas que poseen flores llamativas y de colores brillantes, o con un perfume fuerte y atractivo o ambas cosas a la vez. Solamente estas flores producen néctar y reciben por lo tanto la visita de las abejas melíferas.  Esa es la natural razón de ser del olor perfumado: justamente atraer a las abejas para que las ayuden a reproducirse. ¡¡¡Entre abejas y plantas hay reciprocidad laboral!!!

El perfume proviene de los aceites esenciales que fabrican las plantas, que es transportado  por el aire y así detectado por las abejas; también con el aroma se protegen de algunas enfermedades y ahuyentan depredadores. Y los aceites son mezclas de varios compuestos químicos que dan el perfume característico a las flores, y también a los frutos, la corteza del árbol, sus hojas y sus semillas. Se pueden extraer por métodos como la maceración, el prensado, la extracción con solventes orgánicos volátiles y por destilación. Es labor de la Fitoquímica.

Existe una larga lista de plantas melíferas, denominadas así al igual que las abejas por servir de materia prima para la elaboración de la miel; las abejas visitan flores nativas, plantas tradicionales, hierbas,  árboles frutales y de todos los jardines, plazas, o extensiones naturales extraen material para su fabricación, y todas son mieles con sabores diferenciados como consecuencia del néctar distinto recolectado por las abejas encargadas de hacerlo y atraídas por sus aromas especiales.

En una de sus frases más célebres, Einstein avisó:  “sin abejas sólo quedarían 4 años para la Humanidad” 

 

* Prof. Marilina Scarlata

Especializada en la Enseñanza de las Ciencias Naturales

Directora de divulgación científica de la Asociación de Parques Nacionales

Columnista en LU 17.com

Columnista en  Patagonia.net

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