San Rafael, Mendoza 20 de abril de 2024

MIM 2018: la carrera de Jesús Picón llegó al corazón de todos

En 19ª edición de la Maratón Internacional de Mendoza participó Jesús Picón, quien fue llevado en una silla de ruedas por el corredor Eduardo Mulet.

Este domingo, unos 5.000 corredores fueron protagonistas de la Maratón Internacional de Mendoza. Con el apoyo del Gobierno provincial, se llevó adelante una nueva edición de la tradicional carrera de los mendocinos. Desde muy temprano y en una mañana fría, se efectuaron las tres largadas simultáneas, con el escenario del cordón precordillerano a la izquierda de los participantes. Más allá de los resultados en las distintas pruebas, un joven mendocino pudo cumplir su sueño y vivió una experiencia única. Se trata de Jesús Picón, quien tiene secuelas de parálisis cerebral y, gracias al trabajo conjunto con Eduardo Mulet y Mario Gutiérrez, pudo participar en la categoría promocional de atletismo asistido, en los 42k.

Mario Gutiérrez es un atleta con discapacidad que corre desde hace 27 años. En 2016 inició un proyecto denominado Corré Conmigo, que brinda la posibilidad a personas con discapacidad motriz, intelectual y sensorial de practicar un deporte, ya sea de forma recreativa o competitiva, buscando los medios para incluirlos en las distintas carreras del calendario. Gutiérrez hace las gestiones necesarias para que se incluya a personas con discapacidad en distintas competencias deportivas y  que puedan vivir la experiencia.

En esta oportunidad, Eduardo Mulet se acercó a Gutiérrez porque tenía intenciones de vivir esta experiencia y querían contactar a alguna persona con discapacidad que deseara correr con él. Fue así como Gutiérrez visitó a Jesús, le comentaron la idea y si bien al principio lo atemorizó, no tardó en entusiasmarse y aceptar la propuesta.

La Subsecretaría de Deportes cedió tres sillas de ruedas para participantes de la MIM, pertenecientes al Área de Discapacidad de la Dirección de Deporte Social y Comunitario, cuyo principal fin es la práctica de atletismo adaptado. Una de las sillas fue prestada a Jesús. Gutiérrez colaboró en la adaptación y la dejaron en óptimas condiciones para que Jesús pueda participar a lo largo del recorrido de la MIM. “Los entrenamientos se hicieron previamente con carga ficticia, con bolsas de arena. Luego se probó con Jesús y se constató que estuviera cómodo y que no sintieras molestias para correr con Eduardo”, explicó Mario Gutiérrez.

Y continuó: “Fue una experiencia maravillosa. Cuando hay verdadero trabajo en equipo, los resultados están a la vista. Este domingo cumplimos el sueño de Jesús, y no sólo a él, también a su familia, que estuvo presente y vivió junto a él cada kilómetro. De hecho, su novia lo acompañó en bicicleta. Gracias a todos los que aportaron para cumplir este sueño, que pronto se hará realidad para otros. Este es el mejor premio”.

Por su parte, Eduardo Mulet compartió la experiencia muy emocionado y dijo: “Yo había dejado de correr, no quise competir más. La presión, el gasto que llevaba un deporte tan amateur cuando uno no tiene sustento, decidí apartarme y cuando me surge la idea de retomar, lo quise hacer de una forma distinta. No haciéndolo de forma competitiva hacia nadie, sino buscando el bien para alguna persona”.

“Fue ahí donde se me ocurrió hacer los 42K en mi ciudad, en Mendoza, y llevando a alguna persona que no tenga la posibilidad de acceder a participar en un evento de esa magnitud, por la limitación que fuese. Ahí fue cuando me contacté con Mario Gutiérrez y él empezó a encaminar todo. Conseguimos la silla a través de la Subsecretaría de Deportes y empecé a juntar gente que me ayudara a armarla”.

“Empecé a entrenar con carga simulada. Salía a correr con discos para simular la carga de la persona. Luego Mario me presenta a Jesús Picón. Tuvimos algunos encuentros para poder ajustar la silla a él y luego llegó el momento de la competencia. Tuvimos el apoyo de mucha gente, que nos ayudó económicamente y con ropa”.

Respecto de la competencia propiamente dicha, Eduardo comentó: “El día de la competencia fue inolvidable, ya desde la largada los corredores nos gritaban de fondo alentándonos. En cada subida que se hacía cuesta arriba, la gente nos daba fuerza, aliento. En las rotondas del Corredor del Oeste, los policías nos hacían el saludo jerárquico. En el cordón de la llegada, la gente nos esperaba con lágrimas, con entusiasmo, con aplausos, con sonrisas. No se puede explicar con palabras toda la carga emocional que tuvo. Fue muy emocionante. Queríamos dejar un mensaje de inclusión y darle a Jesús la posibilidad de vivir esa experiencia”.

 

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