El Gobierno salió a ratificar la meta del 15% en el año después de los malos índices de marzo. El impacto de la sequía.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ratificó la meta de inflación del 15% para aquietar expectativas
La preocupación por el 2,3% de suba del costo de vida en marzo fue superada por el salto de 2,6% que mostró la “inflación núcleo” en el mismo período.
Dentro y fuera del Gobierno se aceptaba un aumento del índice de precios al consumidor por el impulso de las tarifas de los servicios públicos. Pero el salto en los rubros Educación (+13,8%), Equipamiento y Mantenimiento del Hogar (+4,5) e Indumentaria (+4,4%) les jugó una mala pasada y, en especial, al bolsillo de la población.
Pero mientras el Banco Central deberá estar pensando si debe subir o no la tasa de interés de referencia (27,25% anual) en el intento de atenuar la inflación de este mes (los privados prevén 2,4%), el año económico ya se perfila con dos cambios fuertes en materia de pronósticos: más inflación y menos crecimiento.
El puntapié inicial lo dio el Gobierno el 10 de diciembre al ampliar de 10% a 15% la meta para este año, en lo que implicó una suba del “piso” de las expectativas inflacionarias que, con posterioridad, los aumentos de luz, gas, transportes y combustibles potenciaron.
Sobre esa base, el discurso oficial en materia de precios se alineó detrás de la promesa del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, respecto a que la inflación bajará después de mayo. ¿Será posible? Se verá, pero el Banco Central ya puso en marcha una nueva estrategia que, según comentan en el entorno del presidente Federico Stuzenegger, podría coronarse con una suba de la tasa en junio si el remedio no surte efecto.
Atrás quedaron los tiempos en que el Central desechaba la idea de que una suba del dólar no tendría impacto en los precios, o que los aumentos de tarifas de servicios públicos podrían ser compensados con mermas en otros rubros.
También quedó en evidencia que hacer descansar toda la lucha inflacionaria sólo sobre tasas de interés muy altas tampoco da resultado.
Federico Sturzenegger delineó con claridad el 4 de abril que, a su entender, la devaluación del peso iniciada en diciembre habría concluido en marzo y que, de ahora en más y por un período indefinido, el Central actuará en favor de mantener estabilizado al dólar.
En ese sentido, el jueves el equipo de BBVA Research del Banco Francés presentó su informe trimestral en el que apuesta a que el dólar estará a $21,50 a fin de este año y a $23,50, del próximo. Eso indicaría que al dólar mayorista le quedaría por subir un 6% hasta diciembre.
Con tasas de referencia de 27,25% y dólar quieto, la idea de combatir la inflación por esa vía se emparenta con la del regreso del “carry trade” en el que las tasas de pesos le podrían volver a ganar al dólar en una carrera relativa en los próximos 60 días.
El trabajo del banco también pasa el esmeril sobre la estimación del crecimiento de la economía para el año bajándola de un 3,3% original a 2,6%. La principal causa de la merma es el efecto de la sequía sobre la producción agropecuaria, que se está haciendo sentir con intensidad.
Una medición de ese impacto lo formuló el último informe de FIEL, donde Daniel Artana afirma que “la sequía resultará en una caída de la cosecha del orden el 20%, impactando seriamente en el PBI del sector agropecuario, sobre todo en el segundo trimestre del año”.
Para el economista, la baja en la generación del campo no podrá ser compensada ni por las ventas de los granos que están en las “silobolsas”.
Pero tanto la suba de la inflación de marzo como los pronósticos de menor crecimiento del año tienen en sí mismos dos elementos a tener en cuenta y que juegan en el sensible campo de las expectativas.
En general se acepta que la inflación no se desbordará (el promedio de los analistas cree que terminará en torno al 20% después del 25% de 2017) y, también, que la economía, aunque menos de lo previsto inicialmente por el Gobierno, crecerá por segundo año consecutivo pero hay riesgos en torno a un posible cambio de clima.
La salida al ruedo el viernes de Dujovne en el programa de radio de Marcelo Longobardi para ratificar con énfasis la meta del 15% tuvo, como lo reconoció el ministro, la intención de no complicar el cierre de las paritarias.
Para el Gobierno es un logro importante del año que las negociaciones salariales de muchos gremios se estén cerrando con aumentos nominales de 15 o 16% con clausula de ajuste si la inflación resultase mayor.
Valora, más allá de que pueda haber sumas fijas u otras compensaciones que determinen subas de 20%, que en la nominalidad los convenios se definan más en función de la inflación prevista que de la pasada. Pero ese resultado podría perder valor si la meta del 15% quedara claramente desbordada a mitad de año.
Para cumplir estrictamente la meta, el costo de vida debería crecer 0,9% mensual entre abril y diciembre, un resultado difícil de lograr, según los expertos, sin enfriar la actividad económica.
Una vez más, las diferencias entre la Casa Rosada y el Banco Central para enfrentar la inflación podrán estar sobre la mesa aunque, hasta ahora, siempre prevaleció la estrategia oficial de que el crecimiento es más importante y que una pelea frontal contra la inflación se puede moderar. La flexibilidad de la política siempre termina teniendo la última palabra.
Fuente:https://www.clarin.com/economia/inflacion-crecimiento-cruzan-pronosticos_0_HyBLEYRoG.html
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