Los números oficiales trasuntan una consecuencia lógica: las fábricas argentinas no están utilizando toda su capacidad de producción, por lo que no tienen grandes razones para invertir en la expansión de su negocio. El «crecimiento invisible» ponderado por el presidente Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa alcanza a algunos rubros, como la construcción o la cadena agroindustrial, pero la foto general muestra que parte de la infraestructura fabril descansa inactiva.
Estas afirmaciones surgen del relevamiento mensual del Indec, que muestra que en enero el uso de la capacidad instalada de la industria fue del 61,6% (último dato disponible), apenas un punto porcentual por encima del registro de igual mes de 2017. Dicho de otro modo, casi el 40% de los recursos productivos del país estuvieron fuera de actividad en el primer mes del año. La utilización fabril en diciembre había sido de 64% y en noviembre, de 69,2%. «Si al final del día existe tanta capacidad ociosa, es un problema», sostiene José Urtubey, empresario papelero y dirigente de la Unión Industrial Argentina (UIA), quien la última semana participó de una polémica con la Casa Rosada. «Para que lleguen nuevas inversiones, primero hay que ocupar lo que tenés», añade.
El análisis de Dante Sica, director de Abeceb, relativiza el diagnóstico: «El número actual es relativamente bueno. Nunca se puede estar al 100%. Hay paradas técnicas y cuestiones propias de las plantas que hacen que haya cierto margen». Para el ex secretario de Industria de la Nación, un índice de entre 75% y 80% reflejaría «plena expansión».
La industria todavía no se recuperó de la caída que experimentó en el primer año de la gestión de Cambiemos. Según el Estimador Mensual Industrial (EMI), que elabora el Indec, la actividad retrocedió un 4,8% en 2016, y en 2017 rebotó un 1,8%.
Rubros como el petróleo (81,7% de uso de su capacidad), el tabaco (77,8%), la producción de papel (73,5%) y la química (70,8%) se ubican por encima del promedio general y parecen estar entre los favorecidos por la economía. Del otro lado están la actividad metalmecánica (48,6%), la textil (57,2%) y el plástico (58,2%). «Entre 2011 y 2015 se invirtió poco y desde 2016 se está recuperando, pero hay sectores que concentran ese proceso», plantea Sica, en referencia al agro, la energía, la construcción o la industria automotriz .
Las expectativas tampoco lucen auspiciosas en cuanto a la expansión general del sector industrial. Según las empresas relevadas por el Indec en la última publicación del EMI, siete de cada 10 compañías no prevén incrementar su dotación de personal en el primer cuatrimestre del año y solo un 23% proyectan incrementar su stock de productos terminados.
La UIA estima que la actividad crecerá en conjunto este año entre un 2% y un 3%, con factores a favor como la mejora del tipo de cambio y la recuperación de la demanda brasileña. «Habrá heterogeneidad entre segmentos y depende de factores que van más allá del dólar. Tiene que ver con temas logísticos, programas públicos como el Compre Argentino, proyectos de financiamiento productivo y aspectos tributarios», explica Tomás Canosa, jefe del Departamento Pymi de la entidad.
El sector automotor muestra una situación particular. Pese al bajo nivel de actividad en enero (25,6% de uso de capacidad instalada), que se explica por paradas técnicas y renovación de plantas, se recuperó en febrero y acumula un crecimiento en la producción del 30,7% en el primer bimestre frente a 2017. «Entre las terminales y los autopartistas el promedio de inversión de los próximos años será de entre US$500 y US$800 millones», plantea Sica. La minería (a partir de los cambios regulatorios y la explotación del litio), la producción de materiales para la construcción y el petróleo se suman al listado de sectores que concentrarán la inversión este año.
«La sensación es que se eliminó la incertidumbre. En la gestión anterior, la tensión entre el gobierno y los empresarios era fuerte, pero había muchas ganancias y poca inversión. Ahora el clima mejoró, pero para invertir todavía hay dudas. Se mantienen los altos costos logísticos, rigideces en el mercado laboral e impacta la suba de tarifas. El aparato productivo está operando a un nivel de actividad que se recompone lentamente, acompañado por una reducción de márgenes operativos», explica el economista Bernardo Kosacoff.
A su vez, el sector mantiene como reclamo el costo del financiamiento. «Es carísimo. Una pyme tiene que financiarse arriba del 30%», dice Urtubey.
Distintas realidades
La capacidad instalada, sector por sector
En alza
El petróleo (81,7%), el tabaco (77,8%), la producción de papel (73,5%) y la química (70,8%) se ubican cerca de la «plena expansión»
Desafíos
La actividad metalmecánica (48,6%), la textil (57,2%) y el plástico (58,2%), por debajo del promedio
Inversiones
La industria automotriz, la energía, la construcción y el agro concentran los desembolsos
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