La producción porcina ha estado, a lo largo de los años, expuesta a los vaivenes del mercado, al ingreso de carne importada desde países altamente competitivos y con un mercado interno al que le costaba salir del consumo de cortes bovinos. Lo cierto es que en los últimos años la demanda de carne de cerdo ha crecido a un ritmo del 10% anual, hasta alcanzar los 16 a 17 quilos promedio que se estiman en la actualidad.

Un número muy interesante si se piensa que, por primera vez en la historia del consumo local, entre la carne porcina y la aviar (44 kilos/persona/ año) suman más que el consumo de carne bovina.

Estudios de mercado han demostrado que el consumo de cerdo se ha visto estimulado por los valores de los cortes frescos y por el cambio en los hábitos de consumo, ya que la población reconoce mayores atributos a esta carne. Mas allá de que el ritmo de
crecimiento de la actividad es interesante y la gente vez – cada vez más cortes en góndola de supermercados, los productores porcinos, en especial los chicos, siguen alertando por la necesidad de contar con una estructura más firme que les de respaldo.

Por caso, podría ser un Plan Porcino Nacional, o como quiera llamarse, pero sí o sí debiera abordar temáticas como el fomento del asociativismo y cooperativismo, el acceso a créditos blandos y la restricción de las importaciones de algunos cortes como la bondiola que no favorecen la integración de la media res.

Muchos de estos temas fueron incluidos el miércoles pasado en la conformación de la Mesa Porcina Nacional y serán expuestos al Ministro de Agroindustria de la Nación, mientras se espera la elaboración de un plan. Y siempre es importante tener un punto de partida y objetivos claros para saber adónde ir.

Por María Lorena Rodríguez (Suplemento Super CAMPO)