La fractura de la CGT es un hecho. Nadie la niega: ni los jefes de la central, que hace meses no pisan la sede Azopardo, ni el resto de los gremialistas. Tampoco la creen reversible. Sin embargo, formalizar el quiebre y avanzar orgánicamente hacia la sepultura del triunvirato como forma de conducción y reemplazarla por otra no está hoy entre las prioridades de los sectores en pugna.Lo que sí pasó en las últimas horas es que los jefes gremiales empezaron a hablar de la ruptura abiertamente y en público.
«Es indudable que puede haber una ruptura», dijo Juan Carlos Schmid, uno de los integrantes del triunvirato que conduce la CGT a LN+. Y agregó un ejemplo elocuente: «Si vos convocás cinco reuniones y no vienen, listo, está terminada la discusión». Hablaba, claro, de «los Gordos» (grandes gremios) y de los autodenominados «independientes», que el miércoles último faltaron a una reunión en la CGT y así «comunicaron» su decisión de no participar de la marcha convocada por Camioneros.
Ayer, Héctor Daer, referente de «los Gordos» en el triunvirato, admitió que, aunque conviene conservarla, si la unidad no existe en los hechos, hay que ocuparse, convocar a un congreso de la CGT y corregir el rumbo. Incluso arriesgó una fecha, pero lejana.
«La CGT no se puede partir, pero si esta conducción no puede garantizar la unidad, lo que hay que hacer es poner una fecha; calculo que será en los primeros días de mayo o mediados, para hacer un congreso y nombrar una nueva conducción que tenga capacidad de sintetizar a todos los sectores», detalló en declaraciones a radio Mitre.
La falta de apuro respecto de la formalización de la ruptura responde a varias razones. La primera es el aumento de la tensión entre las facciones en pugna: «los Gordos» y los «independientes», por un lado, y el moyanismo por el otro, fogoneada en los últimos días por la división respecto de la marcha del próximo jueves 22.
En una y otra vereda admiten que no es momento para discutir el futuro de la conducción de la CGT, pese a que la convivencia es cada vez más complicada o casi inexistente. Para encarar el tema conviene esperar a que se calmen las aguas, coinciden.
«Es un debate que vamos a tener que dar, pero no es urgente. En la práctica, la CGT puede seguir funcionando, aunque hay un sector que decidió no ir al consejo directivo. Hay cosas más importantes que definir. No es prioridad», dijeron a LA NACION desde el moyanismo.
Tampoco «los Gordos» y los «independientes» tienen apuro. «El tema está sobre la mesa hace rato, pero hoy las urgencias son otras: defender el laburo, que salga el blanqueo [de trabajadores] y la agencia de tecnología médica», enumeró un gremialista del grupo de «los Gordos».
El blanqueo laboral y la creación de la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnologías de Salud, además de la implementación de pasantías, son los temas menos conflictivos de la reforma, que el Gobierno decidió separar del resto para avanzar con la discusión en el Congreso.
¿Vuelve el unicato?
La CGT empezó a evaluar alternativas al triunvirato elegido en agosto de 2016 a mediados del año pasado. Entonces, había consenso en torno a que la mejor alternativa era volver a la conducción unipersonal, aunque el debate sobre quién podía quedarse con el sillón de mando nunca llegó a saldarse. Sonaban como candidatos dos de los actuales triunviros, Héctor Daer, referente de «los Gordos» y los «independientes», y el moyanista Schmid. También, el bancario Sergio Palazzo y el ferroviario Sergio Sassia.
Ese debate quedó en suspenso a fin del año pasado, paradójicamente, cuando la reacción ante la reforma previsional expuso por primera vez de manera indubitable la división de la central. Desde ese momento, la tensión no hizo más que escalar.
La brecha entre facciones volvió a ensancharse hace dos semanas, en la cumbre de Mar del Plata, a la que solo fue el moyanismo. La marcha de Camioneros y el faltazo de «los Gordos» y los «independientes» a la reunión del miércoles último en la CGT sellaron la fractura . Una división de hecho de la que, hasta ahora, todos hablan, pero que nadie quiere encarar.
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