Se cumple el primer aniversario del anuncio de la adenda que pretendió mejorar la productividad en la Cuenca Neuquina. La producción de gas solamente creció 0,9%
El primer aniversario del acuerdo de productividad laboral para Vaca Muerta llega con un balance agridulce, a la espera de que 2018 sea el año del despegue definitivo. La producción de gas en la Cuenca Neuquina creció apenas un 0,9% interanual en los primeros meses de 2017, pero el sector espera mayor actividad en adelante.
Hace 365 días, el presidente Mauricio Macri anunció el entendimiento entre las empresas, los sindicatos, el Estado Nacional y la provincia de Neuquén para apurar la llegada de inversiones y firmar una adenda laboral que incremente la productividad, que se materializó meses después. Un año después, distintas fuentes confían en que el acuerdo se cumple casi en su totalidad, aunque los resultados más fuertes se empezarán a ver en los próximos meses.
La seducción principal son los millonarios subsidios que entregará el Estado (presupuestado en $ 10.738,6 millones como «estímulo» para todo 2018) al pagarles a las petroleras u$s 7,50 por millón de BTU todo este año en los yacimientos donde se logre aumentar el promedio de producción de gas respecto a los últimos doce meses. Si bien en principio el premio iba a ser para toda la extracción (Resolución 46/E-2017), luego el Ministerio de Energía lo acotó a los nuevos proyectos (Resolución 419/E-2017), hecho que obligó a recalcular, ya que los campos no convencionales pierden mucha productividad de un año al otro.
YPF, que es el mayor jugador en Vaca Muerta, informó que sus costos en el no convencional bajaron un 47% durante los últimos dos años. La petrolera estatal tiene 596 pozos en producción con 71.900 barriles equivalentes de petróleo y un 28% de su producción total es no convencional, una cifra que irá en ascenso hasta cerca del 50% en los próximos años. Hace dos meses, el presidente Miguel Gutiérrez comentó que llegaron a un récord de producción no convencional de 11,36 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/d).
«Este convenio nos permitió tener hoy una operación a costos muy competitivos a nivel mundial, incluso semejantes a los que se manejan en Estados Unidos. Fue una experiencia nueva en el país, en donde todos los actores comprendimos el desafío que teníamos por delante. Este acuerdo se convirtió en un modelo que se expandió a otros sectores productivos de la economía», valoraron en YPF.
Desde otras compañías coinciden en hacer un balance «positivo y satisfactorio». Una de las grandes productoras analizó: «Fue buena la adenda laboral. Costó unos seis meses la implementación, y se tardó en llegar a las bases. En el segundo semestre mejoró la situación y hubo menos problemas con la cantidad de operarios por pozo y el trabajo con viento fuerte. Seguimos bajando nuestros costos y va a mejorar la productividad, con posibilidades de que más áreas pasen a desarrollo».
Guillermo Pereyra, secretario general de los petroleros de base en el área y senador nacional por Neuquén, dijo a El Cronista que pese a que hubo un «mal arranque», se empezó a normalizar la situación desde la mitad de 2017. La cantidad de operarios por pozo fue uno de los temas conflictivos, reconoció. «Ahora hay mayor cantidad de fracturas y bajaron los costos. Falta más coordinación, los materiales llegan a destiempo y hay problemas con las comunidades originarias, que no ocurren en otras partes del mundo», comentó Pereyra.
El representante de los trabajadores jerárquicos, Manuel Arévalo, consignó a este diario que «falta que muchos proyectos pasen de la etapa piloto a desarrollo, es el desafío. La adenda sirvió para bajar costos en la perforación de pozos. Los sindicatos cumplimos con nuestros compromisos de eliminar los tiempos muertos y ponernos de acuerdo sin parar la actividad».
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