Encapuchados atacaron con piedras y molotov a policías y gendarmes que respondieron con gases lacrimógenos y balas de goma. La oposición denunció presencia de infiltrados. Los incidentes frente al Congreso comenzaron antes de la sesión para debatir la reforma
Hipólito Yrigoyen y Solís. Eran las 15.07. Una decena de efectivos de la Policía de la Ciudad custodiaba la valla que atravesaba la plaza del Congreso. Una joven uniformada se apartó de sus compañeros y sacó el celular. «Sí, estoy bien, ya se fueron de acá», lo tranquilizó a su interlocutor, mientras pateaba una piedra en el suelo que había sido parte de una baldosa 50 metros más allá.
Rodríguez Peña y Bartolomé Mitre. Veinte minutos antes. Refugiada en un hall de un edificio luego de otra estampida de manifestantes huyendo del efecto de los gases lacrimógenos, una señora también agarró su teléfono. «Vine con la abuela, ya nos estamos yendo».
Son dos postales de ambos lados de las vallas de contención, que fueron tiradas y levantadas una y otra vez en una verdadera batalla campal que se libró ayer frente al Congreso Nacional. Según fuentes oficiales, hubo medio centenar de detenidos y 54 policías heridos, también decenas de manifestantes y varios periodistas.
Los botellazos y piedrazos contra la policía porteña que había acordonado el Parlamento arrancaron a las 13.28. Media hora antes del horario previsto de la sesión para tratar la reforma previsional auspiciada por la Casa Rosada. «Ya vas a ser un jubilado vos», chicaneaban a la policía. Contra las vallas, en el frente de la batalla, había banderas del Frente de Izquierda y de gremios, como la CTA y ATE. La Cámpora estaba más atrás. Varios militantes, precavidos, habían ido preparados para la jornada con máscaras y antiparras. Desde la oposición acusaron a «infiltrados» por los desmanes.
Horas después, cuando la contienda se trasladó a la 9 de Julio, por Avenida de Mayo quedó un sendero colmado de improvisados proyectiles, cartuchos antidisturbios marca Magtech, botes de basura quemándose, carteles publicitarios destrozados, pancartas de agrupaciones y centenares de mitades de limones, necesarios para combatir los efectos de los gases.
Duró poco esa primera escaramuza. Hasta que comenzó la segunda que pareció no tener fin. A diferencia de la semana pasada, las fuerzas nacionales no formaban parte del operativo. Gendarmes y miembros de la Federal, con motos, ingresaron a la plaza pasadas las 15, luego de que una incesante lluvia de piedras obligara a retroceder a sus pares porteños varios metros. Respondieron con agua desde un camión hidrante, gases y escopetazos con balas de goma. Más tarde, denunciarían desde las agrupaciones que marcharon que también hubo de plomo.
Sobre Rodríguez Peña se cubría la vista del cielo con pedazos de bancos, monumentos y veredas, que volaban de un lado al otro. «Protestar no es destruir», había escrito en un cartón marrón un joven. En alto, mostró el mensaje que nadie veía, hasta que se cansó y bajó los brazos.
Cuando la Federal logró expulsar de la plaza a los encapuchados que seguían la pelea, llegaron las detenciones. «Macri, basura, vos sos la dictadura», le coreaban a los efectivos que llevaban a la rastra a los apresados. En un caso volvió a volar una piedra. Un policía, protegido con un escudo roto, respondió con una ráfaga de spray. Sus compañeros apuraron el paso.
Desde el lado del Congreso, la escapatoria de un manifestante terminó con un violento tacle de un oficial de remera bordó. «Eh, tené cuidado», le advirtió un joven que miraba la escena. «Vos también venís», le replicó el policía, antes de que otro uniformado lo obligara a tirarse al piso y lo esposara.
Con la plaza desalojada, un hombre aprovechó a sacar a pasear su Beagle, como si no hubiera pasado nada. La violencia ya ocurría en otro lado, en la Avenida 9 de Julio. Si hasta ese momento había habido excesos del otro lado de la valla de un grupo de manifestantes minoritario, con la mayor parte de la multitud protestando en forma pacífica en los alrededores del Congreso, la represión se convirtió en una virtual cacería. Un video en las redes sociales captó a una moto policial pasando por encima de un joven tirado en la calle.
Después de siete horas de locura, pasadas las 20, en la zona reinaba una frágil calma que podía romperse de un momento a otro.
Sé el primero en comentar en «La violencia estalló frente al Congreso y dejó decenas de heridos y detenidos»