Muchos deben recordar la frase de Aníbal Fernández por la cual destacaba que Argentina tenía menor pobreza que las grandes potencias mundiales. Pero ¿Fue un error o una estrategia política?

Para responder esta pregunta es necesario aclarar algunos puntos importantes: en primer lugar, que la deuda pública nacional ajustada por la inflación en el año 2006 era del 41,3%. Es decir que el calculo de lo que debía pagar el país a sus acreedores, tomaba como base la variación mensual del índice de precios al consumidor, realizado por el INDEC. Para pagar menos, el INDEC mentía en los datos inflacionarios; mientras los números oficiales arrojaban un 10,9% de aumento de precios en el 2013, consultoras privadas declaraban una inflación casi 300% mayor

Por otro lado, el precio de la canasta básica total (que determina la pobreza) en 2013, según datos de la Nación era de $1.635,56 mientras que ésta era realmente de $4.693,04, lo que hacía que el gobierno pudiera declarar una pobreza del 4,7%, menor que la de países desarrollados, mientras que esta era mucho más alta: alrededor del 26%, estrategia que se terminó convirtiendo en un error político, ya que fue tan brusca la mentira que se evidenció.

Esta “estrategia” produjo 14.000 millones de dólares menos de deuda para el país y de pérdida para los acreedores. Sin embargo, las organizaciones internacionales sabían que el INDEC mentía, por lo que, a la hora de hacer los índices, señalaban los datos oficiales otorgados por la Nación y en un apartado, los reales. La situación llevó a que el Estado perdiera credibilidad. De hecho, ese 41% de deuda publica ajustada por inflación en el año 2006, se convirtió en un 17% en el 2013.

Con el reciente pedido de procesamiento de Guillermo Moreno (secretario de comercio interior de la Nación entre 2006 y 2013) por parte del juez Carlos Stornelli por falsificar los datos inflacionarios del INDEC desde el 2006; colocar un programa informático que ponía topes a los registros de precios, para que el sistema no los advirtiera; abusar de sus deberes y violar el secreto estadístico, no solo se complicaría su situación personal, sino que también la de argentina, debido a que los bonistas podrían exigir el pago del dinero que se quedó el gobierno. La mentira saldría bastante cara…

Gentileza: José Ignacio Teruel Galletti – jose.e9712@gmail.com