En las últimas décadas nuestro país, salvo breves períodos, ha sufrido permanentes procesos inflacionarios. A este respecto, los propósitos de esta breve nota son analizar las causas que producen este fenómeno y simultáneamente realizar un análisis comparativo a nivel mundial.
En relación a la primera cuestión, la literatura económica se ha explayado con profundidad; habiéndose desarrollado a lo largo del tiempo diversas teorías sobre el origen de las subas generalizadas de precios.
Sin embargo, a la fecha, existe consenso profesional en el sentido que los procesos inflacionarios superiores al 3/4% anual son, básicamente, fenómenos monetarios; esto es: exceso de oferta monetaria (emisión de dinero) por sobre la demanda de la misma (básicamente liquidez, ahorro y atesoramiento).
Esto significa que la emisión por sí sola no genera inflación, sino que la suba de precios se produce sólo cuando el aumento del circulante no se compadece con un incremento en la demanda del mismo; hecho que se ha dado siempre en los procesos inflacionarios de nuestro país y que se verifica nuevamente en el presente. En efecto, en el actual escenario de alta inflación, la misma se genera por una excesiva oferta monetaria provocada por financiamiento del déficit fiscal y fuerte entrada de dólares financieros -la cual, a pesar de la parcial absorción que realiza vía Lebac el BCRA- no se compadece con una anémica demanda de efectivo.
Dicho de otra manera, dadas las características «culturales» de desconfianza e incertidumbre sobre nuestra moneda, el excedente de oferta monetaria a pesar de las altas tasas de interés- se canaliza rápidamente a consumo, con su consabido impacto sobre precios. Cabe aclarar que, en el actual ciclo, este proceso se ve exacerbado por la necesaria recomposición de los precios de los servicios públicos.
En lo que hace al análisis a nivel mundial, en los países de alto desarrollo se tiene bien claro que inflaciones superiores a un 3/4% anual deben ser combatidas con todo rigor; so pena de caer en un círculo vicioso de más incertidumbre y mayor inflación que, al final e indefectiblemente, conducirían a una brusca recesión. Han aprendido que es mejor reacomodar en forma controlada y gradual las tasas de crecimiento de una economía «recalentada» a que sea el mercado el que provoque un fuerte y descontrolado ajuste recesivo.
La realidad del mundo actual muestra cuán cierta es esta posición de considerar a la inflación como enemiga del crecimiento. En efecto, si se toman los primeros 10 economías medidas por su PBI las cuales cubren el 65 % de dicho agregado a nivel mundial la inflación anual promedio de los últimos 12 meses ha sido del 2,1%. Por su parte, los diez países con mayor inflación son: Venezuela 1100%; Sudán del Sur 110%; República Democrática del Congo 50%; Libia 35%; Egipto 30%; Angola 23%; Yemen 23%; Argentina 22%; Sudán 21% y Burundí 20%.Como se podrá apreciar, nuestro país aún ocupa el octavo puesto de este lamentable ranking de las economías de mayor inflación; las cuales, hay que agregar, apenas cubren el 1,8% del PBI mundial mostrando una alta correlación entre alta inflación y paupérrimas tasas de crecimiento. Finalmente, cabe advertir que en los países de mayor desarrollo, amén de sus niveles de inflación del orden del 2% anual, se dan -entre otras- las siguientes características: altos grados de libertad y transparencia; mercado libre de cambios; escasa intervención del Estado en la actividad económica ; banco central, justicia y poder legislativo independientes; bajos niveles de corrupción y alta estabilidad institucional. Claramente, este es el camino a seguir.
Fuente:https://www.cronista.com/columnistas/La-inflacion-en-Argentina-y-su-comparacion-a-nivel-mundial-20171215-0021.html
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