Un capítulo aparte merece la gran noticia del alejamiento de Alejandra Gils Carbó como jefa de los fiscales, novedad que trajo enorme alivio entre empresarios e inversores y que representa un avance significativo en la necesaria seguridad jurídica imprescindible para que prospere un clima de negocios amigable para las inversiones.
Supone un mensaje de mayor equilibrio entre los funcionarios del Poder Judicial, y el final para una serie de actitudes intimidatorias de fiscales de Justicia Legítima que han venido reclamando a bancos y AFIP información económica sensible de personas y empresas por investigaciones preliminares que se presentan ante denuncias políticas o mediaticas, sin que mediara la solicitud de los jueces a cargo de abrir esas investigaciones.
Ingresando en el terreno de los anuncios impositivos y laborales, prima lógica cautela entre voceros empresarios y especialistas ya que todavía no se conoce la letra chica de muchos de los proyectos, y se sabe que en el trámite parlamentario que muchas de las medidas fundamentales requieren habrá cambios que pueden ser significativos entre lo que se dice hoy y lo que efectivamente podría ocurrir el día de mañana.
Además, como suele ocurrir con la lógica del poder, nadie quiere aparecer hoy cuestionando al presidente Macri después de la contundente victoria que se anotó para sí en las elecciones, y las perspectivas muy favorables que tiene para seguir en el poder 4 años más después de 2019.
Se sabe, y los voceros oficiales se encargan de transmitirlo, de la particular y creciente sensibilidad que existe en el Gobierno respecto de las observaciones críticas al gradualismo económico. «Los economistas en la Argentina son antiguos, obsoletos y por momentos perversos», dijo semanas atrás Marcos Peña en el Coloquio de Idea, como para dejar las cosas claras entre el Círculo Rojo y el Gobierno. Fue más allá. Explicó cómo el Gobierno absorbe esas observaciones.
«Por momentos nos parecía en 2016 que nosotros tratábamos de estabilizar el avión para no chocar, y los que viajaban en la cabina de bussiness se quejaban porque el pollo estaba frío». Costumbres argentinas.
En voz baja y para no aparecer como perversos, mucho menos como ricachones que viajan en primera clase y se quejan de la temperatura del pollo, las opiniones más generales sobre el paquete de medidas anunciado coinciden en elogiar más el capítulo laboral que el capítulo impositivo.
En términos generales se observa que los impuestos que bajan lo hacen poco y en cuotas, mientras que los que suben lo hacen en forma importante y al contado. Parece también exagerada el aumento de impuestos al consumo vía la fuerte suba de impuestos internos, incluso a productos que ya los tenían. Se comprende las dificultades fiscales que heredó la administración Macri de la era Kirchner, con lo cual se acepta el gradualismo de bajar muy poco y en cuotas la carga fiscal.
Se comprende menos por qué aumenta esa presión, que se suma al impuestazo anunciado por la provincia de Buenos Aires y la Ciudad en la contribución inmobiliaria y los servicios de alumbrado y limpieza en los distintos municipios. El golpe al sector agropecuario no es menor. No pudo la administración Macri cumplir la promesa de reducción de 5 puntos anuales en las retenciones a la soja, y ahora llega otro fuerte ajuste impositivo, pese a que desde 2006 al 2016, con la administración Scioli, el inmobiliario rural en la zona núcleo trepó 20 veces.
Mirando los casos más salientes, se observa que el impuesto a la ganancias para las empresas que re inviertan utilidades recién baja de 35% a 30% en 2019, para llegar a 25% en 2021. Se destaca como positiva la devolución del IVA a las nuevas inversiones si la empresa no pudo descargar ese IVA en 6 meses, dado que comprar una máquina hoy en Argentina supone un sobre costo impresionante: hay que adelantar todo el IVA al Gobierno cuando la producción aun no comenzó y la maquinaria se va pagando en cuotas.
La promesa del Gobierno de reducir ingresos brutos y sellos dependerá de lo que resuelvan los Gobernadores. Es cierto que la administración de María Eugenia Vidal y la de Horacio Rodriguez Larreta ya lo anunciaron para Capital y PBA. Pero para bajar IIBB y sellos se aplica un nuevo zablazo al impuesto inmobiliario. Cabe suponer que los Gobernadores querrán lo mismo.
«Ni un peso menos» repiten a coro los mandatarios provinciales. Un mensaje complicado de la clase dirigente, ya que con este criterio de que ninguna repartición resigna recursos, los únicos que no pueden resistirse a pagar cada vez más son los contribuyentes. Ellos, los ciudadanos de a pie, no tienen la suerte de poder decirle a los gobiernos ni un peso menos, cada vez que se recurre a los bolsillos del sector privado para cerrar las cuentas.
Es cierto que se baja la presión del impuesto al cheque, pero apenas 20% por año, también para no desfinanciar a las provincias que viven en parte de ese injusto e insólito castigo a los que se mueven en blanco por el sistema financiero.
Es muy positiva la decisión de eliminar los impuestos internos a los autos de la clase media, pero es inaceptable que se dupliquen o tripliquen otros impuestos internos al consumo como el caso del vino, la cerveza o las bebidas azucaradas. Sobre todo porque en esos sectores, particularmente en las bebidas, existe un monumental negocio de evasión impositiva que resulta 6 veces mayor que los que se propone recaudar el Estado con estos impuestos.
El caso de la renta financiera luce más como una movida política de la administración Macri para otorgar alguna concesión a las posiciones demagógicas de la oposición y del frente interno que respalda a la coalición Cambiemos. Ayer, por caso, el ex ministro Alfonso Prat Gay felicitaba al presidente Macri por «animarse» a gravar la renta financiera, cuando se sabe que esa renta, en el 80% del volumen ya está gravada. Solo estaban eximidas las personas, básicamente la clase media que ahorra en Argentina, a la que una vez más se la castiga inútilmente con una medida que ni siquiera mueve el amperímetro en términos de ingresos para el fisco.
Fuente:https://www.cronista.com/columnistas/Finalmente-no-hay-alivio-con-impuestos-suben-al-contado-pero-prometen-bajarlos-en-cuotas-20171102-0028.html
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