San Rafael, Mendoza 30 de noviembre de 2024

Las razones por las que se demora el regreso de Francisco

Pope Francis arrives at Balice airport near Krakow, Poland July 27, 2016. REUTERS/David W Cerny

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Algunas declaraciones de obispos fueron interpretadas como una “presión” en el Vaticano. Persiste el temor a un uso político.

Seguramente, muchos argentinos vincularán el desmentido del Vaticano de ayer acerca de que el Papa Francisco “no tiene previsto” visitar su país el año que viene como una confirmación de que el pontífice no simpatiza con el presidente Mauricio Macri.

Pero, en verdad, la precisión formulada por el vocero papal, Greg Burke, no tiene  nada que ver con el Gobierno, sino con recientes declaraciones de los principales referentes de la Iglesia en el país, que consideraron que el viaje estaba próximo. Esto, según pudo establecerse en medios vaticanos, fue tomado como una presión -que se suma a una serie de artículos periodísticos que hasta arriesgaron fechas- cuando todavía para el pontífice y la Santa Sede no están dadas las condiciones para concretarlo.

De hecho, Burke fue consultado por algunos periodistas luego de que el presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, dijera al diario La Nación: “No hay una agenda preparada, pero yo me animaría a decir que está cerca. Dios quiera que sea el próximo año”. En tanto que el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, consideró el lunes, en una rueda de prensa con motivo de la peregrinación a Luján de este fin de semana, que la visita “está próxima”, ocasión en la que no se privó de una humorada: “Así como la Santísima Trinidad es un gran misterio, también lo es saber cuándo viene el Papa. A todos lados que vamos nos preguntan por su visita”. Ambas declaraciones potenciaron las especulaciones sobre la supuesta concreción en 2018 de la visita del Papa.

Con todo, es cierto que la demora de Francisco en venir afecta el deseo de buena parte del Gobierno. Hay que reconocer que el oficialismo venía alentando el viaje, pero con mucha discreción porque era consciente de que cualquier declaración altisonante podía ser leída en Roma, precisamente, como una presión.

Por eso, la Cancillería se molestó cuando un periodista interpretó la visita que hará al país en noviembre el canciller del Vaticano, el arzobispo británico Paul Gallagher, como parte de los preparativos del viaje del Papa al país. “Nada que ver, la presencia de monseñor Gallagher está prevista desde hace mucho tiempo a partir de una invitación que le hizo Susana Malcorra cuando era la ministra de Relaciones Exteriores”, aclararon.

Hubo, sin embargo, en agosto un significativo gesto de la Casa Rosada hacia el Vaticano para allanar el viaje que aquí pasó casi desapercibido. El jefe de Gabinete, Marcos Peña -a quien se le achaca haber tenido una relación complicada con Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires- elogió sin retaceos al Papa y consideró que una eventual visita del pontífice a la Argentina “sería algo maravilloso para todos los argentinos”.

No obstante, Peña -en línea con el criterio de la cancillería- señaló que “no hay que entrar en una discusión para presionar” por su venida al país. De todas formas, afirmó que “como argentinos nos encantaría tenerlo aquí”.

Con todo, más allá de las presiones y de los deseos, subsiste el problema de las fuertes tensiones políticas que atraviesan al país -la tristemente famosa grieta- que, a juicio de Roma, complican la venida del Papa.

Lo recordó semanas atrás uno de los obispos más cercanos a Francisco, monseñor Víctor Manuel Fernández, rector de la UCA, en declaraciones al diario La Voz del Interior, de Córdoba: “Es que algunas de las cosas que dice el Papa, algunas de sus preocupaciones, son malinterpretadas”. Y completó: “La Argentina está pasando por un momento de excesiva polarización y crispación y se teme que su presencia pueda ser utilizada”.

La cuestión, entonces, es que baje la tensión. Y esa es la apuesta del Gobierno, la Iglesia en la Argentina, el Vaticano y el propio Papa tras los comicios de octubre. Los obispos -que dicho sea de paso tienen sus propias elecciones en noviembre y se anticipa una renovación- la vienen alentando en cuanta reunión con políticos, empresarios y sindicalistas tienen. Y la Casa Rosada parece marchar en la misma dirección.

¿Tendrán éxito? No solo para conseguir que Francisco venga al país, sino, fundamentalmente, por el bien de la Argentina, que necesita un mejor clima político y así sumar esfuerzos para afrontar sus grandes desafíos.

Fuente:http://losandes.com.ar/article/las-razones-por-las-que-se-demora-el-regreso-de-francisco

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