Partiendo de la premisa de que lo que necesitamos cambiar no es sólo el tipo de productos sino de paradigma agronómico, un grupo interdisciplinario de técnicos argentinos desarrolló un novedoso paquete tecnológico que apunta a la mejora biológica de cada suelo en función de su propia genética (metagenoma).
Cada suelo es único, al igual que lo es cada ser vivo. Cada suelo está formado por una parte mineral y una parte orgánica, ambas inseparables, pero a su vez esta última se encuentra en dos formas básicas: una química, representada por miles de tipos de moléculas tales como aminoácidos, antioxidantes, vitaminas, hormonas, ácidos húmicos, y otra biológica, estructurada como colonias microbianas, consorcios microbianos, artrópodos, etc. Pero a su vez cada ecosistema edáfico está influenciado por la textura, por el clima, por el tipo de cultivo que se haga y por el manejo, entre otras variables, lo cual lo hace único e irrepetible. A este complejo sistema se lo denomina terroir. Es por eso que lo que se cultive en un terroir va a tener distinto resultado que ese mismo cultivo en otro ecosistema.
En definitiva un suelo puede ser considerado como un organismo superior al igual que lo es un animal o una planta. La arena, limo y arcilla que contenga, se estructurará de una manera particular en función de la biota que contenga y del clima imperante, impactando de forma única al cultivo que a su vez nutrirá a ese terroir para crear una verdadera simbiosis suelo-planta.
A partir de este concepto es que se desarrolló una serie de técnicas e insumos que apuntan a detectar primero los diferentes terroirs existentes dentro de una finca para poder armar tratamientos a medida, para llevar cada uno a su máximo potencial productivo de manera sostenible.
Nuevo paquete tecnológico
La propuesta agronómica se basa en un novedoso conjunto de técnicas satelitales multiespectrales y cromatografías de suelo para obtención de un diagnóstico biológico de suelos. También nuevas herramientas de seguimiento e insumos de origen natural que apuntan, principalmente, a la bio-regeneración equilibrada del suelo, ya que es sabido que los problemas de productividad y de sanidad de los cultivos son consecuencia directa de los desequilibrios en la biota edáfica y en la foliar.
Vale decir que, al estar en equilibrio, se pueden producir naturalmente casi todos los elementos que requiere una planta para desarrollarse en armonía, sobre todo porque se crea una estructura porosa estable que es la clave de la sustentabilidad real del sistema suelo-planta.
Resultados esperables
Lo producido bajo esta tecnología es factible de certificarse como «Producción Sustentable» y tiene como finalidad lograr que cada cultivo logre su máxima expresión en función a su genética, para lo cual es indispensable bajar el nivel de stress que generan los manejos agronómicos tradicionales.
Este tipo de prácticas genera de manera sostenible los siguientes beneficios: mejor productividad, mejor calidad de frutos y plantas, mejor sanidad, reduce las probabilidades de daño por heladas, aumenta la porosidad estable del suelo, baja el impacto ambiental y reduce la salinidad, entre otros factores, que terminan redundando en una mejor relación costo-beneficio en todos los casos.
Una apuesta fuerte en Luján
A través de un equipo de profesionales de Luján de Cuyo, en Mendoza se está desarrollando esta nueva tecnología con resultados más que alentadores.
El principal objetivo es poder recuperar suelos con falta de agregación natural debido a las condiciones regionales, pero sobre todo poder disminuir la necesidad de insumos de síntesis que no ayudan a la sustentabilidad del negocio frutihortícola.
La propuesta es lograr generar suelos vivos y vigorosos como para que puedan sostener cualquier tipo de cultivo y hacer una agricultura más amigable con el medio ambiente, además de hacerla más rentable.
Fuente:http://losandes.com.ar/article/el-nuevo-paradigma-manejo-del-suelo-como-un-organismo-vivo
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