En noviembre del año pasado se conformó el Foro de Diálogo Estratégico Argentina-Chile para avanzar con diferentes objetivos comunes con una mirada a corto, mediano y largo plazo. El horizonte temporal es ambicioso, se estableció el año 2030 para coincidir con el de los Objetivos de Desarrollo Sustentable establecidos por Naciones Unidas.

De composición heterogénea y con representación de diversos sectores, ambas naciones acercaron a la mesa posturas, visiones y propuestas de trabajo. Coordinado por las cancillerías y con un importante apoyo de las embajadas, los integrantes hemos mantenido diferentes reuniones, la última, esta semana en Santiago de Chile.

La importancia de esta mesa de diálogo binacional reside en su amplitud y las posibilidades que otorga. Más allá de quiénes la integramos actualmente y de quiénes lo hagan en el futuro, es clara la necesidad de mantener un diálogo permanente entre ambas naciones para beneficio de todos los ciudadanos. El foro debe perdurar y trascender circunstanciales administraciones a un lado y otro de la Cordillera de los Andes. Argentina y Chile deben complementarse, potenciarse mutuamente y priorizar un desarrollo conjunto con inteligencia y generosidad.

Una visión estratégica regional implica explotar las ventajas que nos otorga el bioceanismo, ampliando las fronteras comerciales hacia ambos océanos, abriendo nuevos mercados y complementándonos para competir desde una mejor posición en el comercio mundial. Ahora bien, una integración estratégica va más allá; requiere analizar las condiciones actuales de cada nación en diferentes aspectos como salud, educación, seguridad, política migratoria, entre otras, para homogeneizarlas dentro de la diversidad y compartir beneficios de las fortalezas propias de cada Estado.

El proceso de integración regional involucra varias áreas que implican acciones distintas tanto desde lo temporal, yendo de la inmediatez al largo plazo, como desde las instituciones que intervienen en cada punto de integración. Por esto es que el foro se estructuró en cinco comisiones. La primera de ellas, encargada de establecer un horizonte estratégico e intereses comunes, con el foco en la cooperación para la paz y la seguridad regional e internacional, la política antártica, la proyección bioceánica, etcétera. En segundo término, la comisión de conectividad, destinada a analizar y proponer medidas que mejoren la libre circulación, la logística y la infraestructura. Particularmente, creo que esta comisión es crucial para avanzar con la integración real y fluida que los ciudadanos de nuestras naciones nos demandan.

La comisión de alianzas de mercado, destinada a estudiar la alianza Mercosur–Alianza del Pacífico y libre comercio internacional, entre otros aspectos. La cuarta comisión se encarga de la cooperación científico-técnica y académica, algo esencial con vista al desarrollo futuro de ambas naciones. La última comisión está destinada al estudio del desarrollo económico sustentable; es imposible pensar en el crecimiento común si no se prioriza el cuidado del ambiente y se promueve la utilización de energías renovables.

La mirada a largo plazo no debe alejarnos de los problemas del presente. Conseguir los objetivos propuestos con vistas al 2030 nos obliga a resolver los desafíos actuales o, de lo contrario, no se cumplirán los primeros. Debemos ser operativos, las conclusiones a las que arribemos deben ser aplicables y lograr soluciones concretas para los ciudadanos, si no, quedarán como un conjunto de ideas y buenas intenciones pero todo seguirá igual.

El Foro de Diálogo Estratégico Argentina-Chile tiene el potencial para transformarse en un consejo ejecutivo permanente para plantear soluciones a problemas coyunturales, con una visión a futuro. Si no atendemos ambas visiones, quedaremos a mitad de camino. Esa es la misión, pensar para un mejor futuro, hacer para un mejor presente.

Fuente:http://www.infobae.com/opinion/2017/09/06/dialogo-para-una-integracion-binacional-argentina-chile/