Está técnica reproductiva no está regulada en el país, lo que deja a las parejas expuestas al criterio de los jueces.
Carlos (izq.) y Horacio, en casa junto a sus cuatro hijos nacidos por gestación subrogada.
Del sueño de construir una familia a la pesadilla de no poder inscribir a los hijos como propios. Carlos y Horacio pelean desde hace meses con la Justicia argentina para que reconozca a los tres bebés que nacieron en este país por gestación subrogada (los conocidos como vientres de alquiler) y les dé un DNI. En el salón de su casa, convertido en un cuarto de juegos infantiles, el matrimonio describe a EL PAÍS el via crucis legal que atraviesan y pide la regulación de esta técnica de fertilización asistida en Argentina, que ahora está en un limbo legal. Legalizarla choca con la oposición de la Iglesia católica, que rechaza la reproducción no biológica, y de las organizaciones feministas, que lo consideran una nueva modalidad de explotación del cuerpo de la mujer, en especial de las más pobres.
Es ridículo plantear que adoptemos a nuestros propios hijos», opinan
«La ciencia va siempre más rápido que la ley», dice Horacio, notario de profesión, al señalar la rápida generalización de esta técnica en muchos países. «Me dijeron que había aparecido una red de mujeres que se ofrecen para ser gestantes en Facebook. Si no se regula va a ser peor», advierte Carlos mientras acuna al menor de la familia, Vigo, dormido sobre su regazo. A día de hoy, las parejas locales tienen varias opciones sobre la mesa. Algunas, si se lo pueden permitir económicamente, realizan el tratamiento en el extranjero; otras, piden una autorización judicial previa con la que presentarse ante el centro médico en Argentina; un tercer grupo no se arriesga a obtener un temido no en los tribunales y opta por inscribir a los hijos una vez ya han nacido en el país.
Carlos y Horacio tuvieron a su primera hija, Alma, hace cuatro años en Estados Unidos y la anotaron sin problemas en Buenos Aires con una partida en la que no figuraba madre alguna. Poco después, decidieron ampliar la familia en Argentina. Descartaron recurrir de nuevo a intermediarios y buscaron dos gestantes en el país a través de amigos y familiares. Hace ya casi quince meses nacieron los mellizos Vincent y Aira y nueve meses después se sumó Vigo, pero no han podido conseguir documentos para ninguno de los tres. «Todo empieza con un DNI», afirma Horacio. Sin el documento no pueden viajar con ellos al interior del país y menos aún al extranjero; tampoco acceder a sus historias médicas, cambiar de seguro ni bautizarlos. Además, encuentran trabas para pedir turnos con el pediatra, inscribirlos en la guardería y cualquier otra actividad que los incluya.
LOS FAMOSOS OPTAN POR ESTADOS UNIDOS
La célebre modelo argentina Luciana Salazar anunció esta semana que iba a ser madre gracias a una gestante estadounidense. Un mes antes había hecho pública una decisión idéntica el conductor televisivo Alejandro Wiebe (Marley), quien espera ansioso el nacimiento de Mirko, previsto para el próximo noviembre. La gestación por sustitución en Estados Unidos cuesta unos 150.000 dólares; en Argentina puede salir poco más de 20.000.
Carlos y Horacio optaron por la gestación por sustitución en vez de adoptar porque querían ser padres biológicos. A diferencia de lo que ocurre en las parejas masculinas, las formadas por dos mujeres tienen más alternativas, pero además cuentan con el favor de la ley: para la legislación argentina, es madre quien da a luz. Sin embargo, las gestantes de los hijos de Carlos y Horacio no tienen voluntad de ser madres sino que apoyaron su proyecto familiar y no quieren que se les imponga un vínculo filial. En Argentina, hay 19 casos judicializados.
El caso de los mellizos Aira y Vincent está paralizado en la Corte Suprema de Justicia. Carlos y Horacio esperan -y desesperan- desde hace ocho meses a que dicte un fallo que sentará un precedente. Se dirigieron al máximo tribunal después de que la Cámara de Apelaciones aceptase el recurso de un defensor de menores que apeló un fallo previo. «Lo que el defensor nos propone es que aceptemos a la gestante como madre y después adoptemos a los chicos. Es ridículo plantear que adoptemos a nuestros propios hijos, pero nos dijo que así podíamos tener sus DNI en un día, sino tardaríamos 10 años», revela Carlos.
Este psicólogo social de 47 años confiesa que en algunos momentos pensaron en ceder y aceptar esa solución de forma temporal, pero después lo descartaron: «Queremos que nuestros hijos en el día de mañana sepan que dimos pelea por la verdad. Ya vivimos muchos años con miedo, en los que por ser homosexual te podían llevar, hacerte desaparecer o molerte a palos. Estar orgulloso de poder decir quién sos tiene mucho valor para nosotros, por eso no claudicamos». Este sábado se cumplen siete años de la aprobación del matrimonio gay en Argentina, el primer país de América Latina en aceptarlo. Carlos y Horacio llevan seis en pareja, pero con todo lo vivido aseguran que parecen «muchos más». Los pequeños corretean a su alrededor a lo largo de toda la charla, ajenos a la batalla legal de sus padres.
Las gestantes
«La técnica es muy sencilla: en vez de ponerle el embrión a la mujer que es la dueña del óvulo se pone en el útero de una segunda mujer, que será la gestante», explica Fernando Neuspiller, director de la clínica IVI en Buenos Aires. En este centro médico no realizan por ahora gestación subrogada, pero sí en muchos otros. Algunos, como Halitus, han suscrito convenios con clínicas en Ucrania, donde es legal, para agilizar la práctica: la futura gestante expresa su conformidad y recibe una compensación económica por los gastos derivados del embarazo.
Ante la multiplicación de casos, el Congreso estudia tres proyectos de ley para regular la gestación subrogada
El pago que reciben las gestantes es uno de los nudos del dilema ético que rodea a esta técnica de fertilización asistida. La legislación aprobada en algunos países admite el lucro; en otros, la gestación debe ser altruista. Desde el feminismo, hay voces que plantean que la gestación subrogada mercantiliza el cuerpo de la mujer y cuestionan que quienes acceden a alquilar su vientre lo hagan libremente. Elegir entre la pobreza y un embarazo subrogado no puede considerarse una elección libre, opinan.
En 2012, Argentina se convirtió en el primer país del mundo en inscribir a un bebé nacido por gestación subrogada como hijo de dos hombres en el Registro Civil. Esta técnica de fertilización asistida iba a estar contemplada en el nuevo Código Civil y Comercial diseñado durante el kirchnerismo, pero a última hora se cayó el artículo, posiblemente por presiones de la Iglesia católica, apunta el abogado Andrés Gil Domínguez.
Ante la multiplicación de casos, el Congreso analiza ahora tres proyectos de ley. El que impulsa el oficialismo equipara la gestación por sustitución con cualquiera de los otros tratamientos de reproducción asistida; el segundo, excluye la vía judicial y permite el pago a las gestantes; mientras que el tercero mantiene la necesidad de obtener la autorización del juez y contempla una compensación económica no lucrativa.
Carlos y Horacio confían en que un día sea legal en Argentina, pero mucho más en tener pronto el DNI de sus hijos menores. Cuando los reciban, Horacio sueña con embarcarse todos juntos en un crucero Disney. Carlos, con poder bautizarlos.
Fuente:https://internacional.elpais.com/internacional/2017/07/14/argentina/1500062522_093192.html
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