Rodolfo Oscar Estivill, un jubilado de 91 años, se suicidó la semana pasada en la sede del ANSES de Mar del Plata.
Este hecho lamentable, puso en evidencia el espíritu perverso, retorcido y falto de ética de algunos políticos y sindicalistas argentinos que no perdieron la oportunidad para intentar obtener algún rédito.
Gabriel Mariotto: “Ajuste, represión y sufrimiento. El 2001 ya llegó”. Néstor Pitrola: “Un jubilado se suicidó en Mar del Plata porque no le alcanzaba su jubilación, testimonio de la masacre social en marcha”.
Manuela Castañeira: “Repudiamos al gobierno de Macri que le paga miseria a los jubilados llevándolos a la desesperación”.
Mirta Tundis sentenció “Mis más profundas condolencias a la familia de Rodolfo Estivill. Es inadmisible la situación que están viviendo nuestros #jubilados hoy”.
Víctor Santa María:“Falleció Rodolfo Estivill, quien se disparó en la cabeza en @ansesgob Mar del Plata. Mi sentido pésame y repudio ante la quita de derechos”.
Nilda Garré “Qué profunda tristeza causa la muerte del jubilado que se disparó en Anses. Es símbolo de un gobierno que abandona a lxs que más lo necesitan”.
Sergio Massa “Es inadmisible que en nuestro país la variable de ajuste sean los jubilados”.
Barbaridades expresadas apenas ocurrido el fatal suceso, ignorantes de los motivos de tan terrible decisión; con sentencias que no guardaron el mínimo respeto para con el difunto y sus familiares; desesperados por obtener un beneficio político, desnudaron la miseria ética y moral que padecemos. Sumado a todo esto, el gremio ATE convocó a un paro de los empleados del ANSES en todo el país, hecho insólito que no hace más que castigar a los propios jubilados a quienes dicen defender… ¿Por qué te quiero te aporreo?
Su dirigente Hugo Godoy dijo «La conducción nacional expresa su dolor y bronca ante ese hecho y advierte que la tragedia responde en parte a la permanente embestida de las autoridades de la ANSES contra el sistema de seguridad social público, solidario y de reparto».
Ahora bien, estas conductas deplorables ¿son exclusivas de nuestros dirigentes? No. Es triste, pero una parte de nuestra población, también vive esta pobreza espiritual.
Tirar a un hincha de una tribuna como si fuese una cosa, robarle las zapatillas a un moribundo, golpear y asaltar a un anciano, impedir la libre circulación de los ciudadanos por las calles (en muchos casos protegidos por la policía y los inspectores de tránsito, que en vez de arrestarlos, les entregan la calle y someten al caos a los que andan derecho por la vida).
Exigir un pago por cuidar nuestro auto (sin nuestro consentimiento y como si fuese a impedir el robo o el daño del mismo), pago que enfrentamos temerosos de encontrarnos con un nuevo grafiti en el vehículo si nos negamos; o la exigencia del artista callejero o del limpia vidrio de la esquina, quienes asumen que es nuestra obligación el pagarles por un servicio que no deseamos.
Todos ejemplos de El Imperio de la Decadencia Argentina que estamos padeciendo. Decadencia que comenzó hace más de 70 años y que se profundiza década a década, año a año, día a día.
Lo cierto es que la única regla imprescindible para una convivencia en armonía (a decir de Alberto Benegas Lynch H.) es “el respeto irrestricto por el proyecto de vida del otro”. Yo me pregunto ¿Qué hacemos todos y cada uno de nosotros para exigir su cumplimiento?
La Argentina está librando una batalla moral y las personas de bien la estamos perdiendo. Es tiempo de ser parte y de decir basta, es tiempo de desatar La Rebelión de los Mansos.
Sé el primero en comentar en «Buitres argentinos de la ética»