Se trata de una secuencia que los más viajeros conocen bien: tras superar el minucioso control de seguridad, toca una nueva parada en la puerta de embarque en la que hay que presentar una vez más el billete y algún documento identificativo. En este proceso se pierde mucho tiempo puesto que no todo el mundo tiene la documentación requerida a mano y por otro lado, los empleados de la aerolínea deben comprobar, una a una, la identidad de los viajeros. Se trata de un engorro para todos: para los pasajeros es una pérdida de tiempo innecesaria y para la línea, todo el tiempo que la aeronave se encuentre detenida supone un coste adicional. Sin embargo, la tecnología ha llegado para facilitar enormemente este trámite.
Tanto la holandesa KLM como la estadounidense JetBlue han comenzado a probar un sistema mediante el cual la identificación de los pasajeros se realizará mediante el rostro, evitando de esta manera la necesidad de llevar la tarjeta de embarque y el documento de identidad. Con este sistema, el pasajero simplemente deberá dirigirse a la puerta de embarque y detenerse ante un punto de control en el que un sistema automatizado identificará el rostro y lo validará dando luz verde al embarque. Mediante este sistema el embarque no solo es mucho más rápido, sino que también será mucho más seguro ya que la identificación biométrica apenas plantea errores.
Delta, por su parte, también ha comenzado a probar sistemas de identificación biométricos basados no solo en reconocimiento del rostro, sino también mediante la huella dactilar. Parece que se trata de un camino de no retorno y no un experimento ocasional: “Nos dirigimos hacia un sistema en el que en el futuro solo el iris o el rostro serán necesarios para realizar un embarque”, afirmó el responsable de operaciones de la aerolínea Gill West.
Fuente: http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2017/06/06/actualidad/1496743532_975835.html
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