Mauricio Macri volvió ayer al país tras su gira por Estados Unidos y sin descanso retomó su agenda, en lo que fue una intensa jornada que incluyó tres actos públicos y reuniones con funcionarios de su Gabinete. Exultante por el saldo de su encuentro con Donald Trump, el Presidente dijo que recibió “muchas muestras de afecto”, que “en cada lugar” que visitó encontró “ganas” de ayudar a la Argentina y expuso, como señal de eso, que le “prometieron” que finalmente se levantarán las restricciones a los limones nacionales.

Aunque hasta el jueves a la noche, cuando emprendió el regreso desde Washington tenía dudas, el jefe de Estado trazó una actividad oficial con actos desde bien temprano. Así, arribó en un vuelo privado a las 6.55 de la mañana, acompañado por la primera dama, Juliana Awada; y se dirigió rumbo a la Quinta de Olivos. Pero fue una breve escala, ya que un rato después se subió al helicóptero y enfiló hacia Pilar, donde se había comprometido a ir a la inauguración de una planta farmacéutica. Allí lo esperaban el ministro de Producción Francisco Cabrera y el intendente local, el macrista Nicolás Ducoté. “Gracias por invitarme. Recién acabo de llegar al país pero no me lo quería perder”, dijo, al iniciar su discurso en el Parque Industrial de Pilar, donde el grupo Jayor abrió un laboratorio productor de sueros medicinales. Ante la presencia del propietario de la firma, el venezolano Jacobo Serfati Benzadon, Macri se refirió a la situación en el país bolivariano, en la misma línea que se había pronunciado Trump. “Las cosas que se están viviendo (en Venezuela) llevan a una profunda impotencia, a una profunda bronca, porque están cada vez alejándose más de lo que es la libertad, el respeto a los derechos humanos y a una vida democrática”, señaló, dirigiéndose al empresario venezolano, perseguido por el chavismo.

Macri aprovechó para lanzar cuestionamientos hacia el kirchnerismo, espacio que guarda un profundo silencio respecto a la crisis que se vive en Venezuela. “Nosotros tal vez los entendemos más que ninguno porque íbamos en el mismo rumbo y por una decisión del pueblo argentino dijimos que no y estamos en un camino diferente”, advirtió el mandatario, que siguió camino hacia un centro de jubilados con la vicepresidenta Gabriela Michetti y el titular de la ANSeS Emilio Basavilbaso. Tras bromear y buscar complicidad con los jubilados, Macri repasó su travesía por EE.UU. “¿Saben de quiénes le hablé a Trump, de qué les hablé a los senadores, a los diputados? De ustedes, de sus hijos, de sus nietos, de todo lo que somos capaces de hacer los argentinos”, arrancó. “¿Y saben qué? a cada lugar que fui lo que recibí fueron muestras de afecto por la Argentina”.

El Presidente resaltó la buena predisposición de la gestión de Trump. Y puso como ejemplo que su par estadounidense se mostró “muy favorablemente dispuesto” a revisar la medida que impedía el ingreso de limones, uno de los principales reclamos comerciales de Argentina. “Les dije que queríamos mandarles los limones y me dijo que sí, que lo van a arreglar el tema de los limones”, destacó.

Pero además el mandatario se mostró expectante en que los elogios y la “felicitación” que recibió por “el camino que se ha empezado a recorrer en este último año y medio” se transformen en un impulso para que el sector privado invierta en el país. “La verdad que todos me dijeron ‘queremos acompañar a la Argentina, creemos en la Argentina’”, confió.

En la última escala antes de retornar a Olivos, donde siguió con reuniones privadas, Macri pasó por el astillero Tandanor en el puerto de Buenos Aires y se subió al rompehielos Almirante Irízar, que fue reparado y modernizado, tras 10 años sin navegar. Por tercera vez en menos de dos horas, volvió a hablar de su paso por EE.UU. y de la importancia de recuperar la confianza con el mundo. “La verdad es que justamente este momento de entusiasmo, de esperanza, es contagioso”, completó, en una reflexión que resonó como una justificación ante tanto entusiasmo.