El presidente argentino, que conoce mucho al de EEUU de su época de empresario, busca la llegada de dinero norteamericano sobre todo para energía
No debe haber ningún presidente en el mundo que conozca tan bien a Donald Trump como Mauricio Macri. En los 80 hicieron negocios juntos, que acabaron mal. “Compartí millones de horas con él”, confesaba el presidente argentino, que llegó a decir de él –antes de que ganara- que es “un chiflado”. Les unía la pasión por el golf y un proyecto multimillonario que la familia Macri quería hacer en Nueva York. Trump acabó pagándole 600 millones de dólares en un cheque a Macri, entonces de 24 años, para cerrar el negocio. La familia de origen italiano abandonó y dejó todo en manos del magnate, que les ganó la partida. Macri apostó claramente por Hillary Clinton. Creía que ella continuaría mejor los compromisos que alcanzó con Barack Obama, que llegó a visitar Buenos Aires solo para mostrar su apoyo al presidente argentino.
La victoria de Trump descolocó a la Casa Rosada pero Macri, un pragmático que rechaza cualquier clasificación ideológica, ha decidido hacer de la necesidad virtud y este miércoles viaja a Houston y Washington para ser recibido en la Casa Blanca por Trump, de quien espera que le ayude a agilizar las inversiones de empresas de EEUU que estaban avanzadas con Obama, especialmente en el sector energético, y que no acaban de concretarse.
En la parte política, Trump y Macri, que ya han conversado por teléfono, se concentrarán en Venezuela, donde les une una posición muy dura de rechazo al régimen de Nicolás Maduro, del que el argentino ha dicho que no es una democracia. Otro asunto importante en la agenda es la lucha contra el narcotráfico, una prioridad del Gobierno argentino, que ha establecido nuevos vínculos con la DEA, la agencia antidrogas de EEUU, prácticamente rotos en la etapa kirchnerista.
Por si hubiera dudas de que la prioridad son las inversiones y sobre todo en energía, Macri pasa antes de ir a la Casa Blanca por Houston, la capital petrolera de EEUU, para reunirse con este sector. Viaja acompañado del senador Guillermo Pereyra, que es además el jefe del sindicato de petroleros y ha sido clave para alcanzar un acuerdo de reducción de costes que abrirá las puertas a inversiones millonarias en Vaca Muerta, la joya de la corona argentina. Es el segundo país con más reservas potenciales de gas no convencional del mundo. «Voy a Houston a estimular inversiones. Apostamos a que vengan 20.000 millones de dólares por año a Vaca Muerta”, aseguró Macri.
Estas posibles inversiones, con otras de energía renovable, ya estaban muy avanzadas con la administración Obama, y ahora Macri quiere que Trump le dé un empujón. En Argentina ya hay varias empresas de EEUU mirando posibles negocios, aunque hay dudas políticas, ya que algunos dudan de que Macri sea capaz de ganarle al peronismo en las elecciones intermedias de octubre. El exembajador de EEUU en Buenos Aires, Noah Mamet, que dejó su puesto en cuanto fue elegido Trump, ha decidido quedarse a vivir en la capital precisamente para intermediar con estas empresas interesadas, una prueba del mercado energético potencial en este país.
La relación entre Trump y Macri es compleja pero esta cita muestra que quieren reencontrarse. A Macri le preocuparon los primeros gestos proteccionistas de Trump, por ejemplo la anulación –al menos de forma temporal- de la autorización que había hecho Obama para que se volvieran a importar limones argentinos a EEUU. Este asunto podría desbloquearse en la reunión. Los argentinos también están muy inquietos porque EEUU acaba de bloquear el biodiésel argentino por una demanda de los productores americanos. Son dos asuntos que mueven mucho dinero y que Macri espera desbloquear.
Desde que llegó Trump, Argentina trató de busca alternativas ante la posibilidad de que EEUU cierre su comercio, aunque desde la Casa Rosada insisten en que las relaciones se habían deteriorado tanto con el kirchnerismo que el comercio con EEUU no es una de las claves de la economía argentina, al contrario de lo que sucede en México.
Argentina promueve en cualquier caso la unión entre Mercosur y la Alianza del Pacifico precisamente para aprovechar el posible hueco dejado por la apuesta proteccionista de Trump. “Las administración Trump es un riesgo pero también una oportunidad”, señala la canciller argentina, Susana Malcorra, que resume así la filosofía pragmática del Gobierno de Macri.
Fuente:http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/25/argentina/1493145053_000639.html
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