1- Ya comenzando la vendimia 2017, ¿en qué situación se encuentra la cadena vitivinícola en la actualidad?

El sector está en una situación de equilibrio después de 4 años de crisis. En el sector había excedente de vino y esto hizo que cayera el precio. Esto afectó de lleno a los productores. Muchos tuvieron que abandonar los viñedos. Entonces, ahora bajó la superficie implantada y en consecuencia, habrá una merma en la producción y esto ha equilibrado la oferta y la demanda. Ante este contexto, se han recuperado los precios, siempre y cuando se mantengan a la medida de la inflación.

2- Entonces, se ha equilibrado la actividad pero de forma negativa…

La vitivinicultura se ha equilibrado negativamente, matando productores y rompiendo estructuras productivas. Esto es muy grave. Porque para la primer cosecha un productor debe esperar 4 años. La inversión de los viñateros es muy fuerte, sobre todo en el primer año, para la madera, el alambre, el riego, etc. Ahora, de todas maneras, hay temores por lo que puede pasar durante este año.

3- ¿Cuáles son esos temores de los que habla?

Ya viene bajando el consumo considerablemente y si continúa esta tendencia, afectaría este equilibrio en que nos encontramos. Otro es que se siga atrasando el tipo de cambio. Esto hace que no podamos ser competitivos en el mercado internacional, y además, con el peligro de que ingresen vinos de otros países con valores más bajos. Otro miedo es que se paralicen las exportaciones. Hoy, prácticamente la exportación a granel desapareció y el fraccionado se ha mantenido con mucho sacrificio de las empresas.

4- ¿Cómo se saldría de esta situación?

Se debería aumentar los reintegros a las exportaciones. Están en 6% y por lo menos, se tendría que elevar a un 9% para mantener la competitividad. Esto le significa al estado el crecimiento de las exportaciones y esto se traduce en más salarios, más trabajo, no solamente a nivel de productores, sino en plantas de fraccionamiento, los que elaboran las etiquetas, los cartuchos, y todo esto es mano de obra argentina. Así, se genera una fórmula que da mas ingresos que lo que debe reintegrar el Estado. Porque si la inflación sigue y el dólar se queda estable, perdemos competitividad rápidamente. Y una devaluación perjudicaría a la economía en general.

5- Usted dijo que bajará la producción. ¿Cuáles son los cálculos que manejan?

El primer pronóstico del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) fue de 24 millones de quintales. En estos días lanzarán otra estimación. Pero en base a la información de los ingenieros de las cooperativas y de las mismas cooperativas que componen Fecovita, sería de 20 millones de quintales cuando una cosecha normal es de 26 millones de quintales, un 30% menos. Y calculados en vino, la producción de este año alcanzaría los 15 millones de hectolitros (1.500.000.000 de litros).

6- Y esta baja en el consumo, ¿por qué se está dando?

Porque los costos de producción se nos han encarecido y esto provocó un aumentó del precio del vino y esto hace que se detenga la demanda. Y además, hay competencia con bebidas sustitutas como la gaseosas y las cervezas. Estos son productos industriales, en cambio, el vino es artesanal. Y tienen mayor presupuesto para la publicidad.

7- Saliendo de este contexto, en el mundo, ¿cómo ven al vino argentino?

Hace 15 años la vitivinicultura argentina no existía. Ni sabían que éramos productores de vino en otros países. En este momento, cualquier consumidor de vino en el mundo sabe que uno de los íconos en Argentina es el vino. La Argentina es Messi, Maradona, la carne y el vino. Me lo dijeron en Estados Unidos. Ha habido una presencia y esfuerzo de la industria para hacer revertir la situación. Esto empezó en 1995. Es el producto con mas valor agregado argentino que exportamos. El vino argentino es reconocido a nivel mundial.